lunes, 27 de julio de 2015

Dr. Ricardo León Celaya, para un bardo amigo y hermano, Pedro Quiñonez.



 

PARA PEDRO QUIÑÓNEZ, UN BARDO AMIGO Y HERMANO, QUIÉN NO ESCRIBE COMO ESCRIBE, DE RICARDO LEÓN CELAYA, DESPUES DE LEER SU LIBRO “SUEÑOS Y PALABRAS”.



Pedro, es un hombre y nombre que amo, por su lealtad, valor, pescador de corazones y enseñarnos que “solo la verdad os hará libre”, “Roma será el Centro de las Oraciones” y en el Ludus Magnus,a solicitud de Ligia y Marco Crasso, les unió en matrimonio, diciéndoles; “como en caná, les Bendigo en el nombre de Dios padre, de Jesús el hijo y el Espíritu Santo”. Expresiones que enriquecen nuestras vidas e impiden la carencia del alma. Además, a ese Pedro, lo ama nuestro Jesús. Pero, este Pedro, el Quiñónes, no escribe como escribe, pero si escribe lo que escribe. Lo cual, es muy diferente. Lo primero, es un paisaje de percepción. Lo segundo, es responsabilidad. 

Cuando el Bardo Pedro, me dedicó uno de sus maravillosos monumentos al ingenio, como decía mi San Jerónimo, solo vi, trazos, enrejados como mallas, que mi escaso intelecto no alcanzó a codificar para construir un mensaje escrito. Es decir, no sé lo que Pedro, me dice con su escritura. Pero, si me preocupo, me ofendo, por un escrito de puño y letra de Pedro, lo percibo como un ESPIRITUGLIFO. Es decir, un gráfico proveniente del espíritu, baranda del alma de un hombre bueno, incapaz de hacer daño al prójimo y quién en Soliloquío, me diria; ¡Que importa, Ricardo, si no entiendes lo que te escribo, si además de que todo es bueno, basta con que lo entienda yo, tu tienes que continuar ignorante para perpetuarme como sabio!. Por ello, Pedro, si no sé de palabras. ¿Como saber de sueños?. Pero, leí tu libro y de acuerdo a sus Capítulos; transitando sin respirar, por la soledad de la nostálgica memoria. A tu dama ausente, le arrestaré el pensamiento que le trazó el camino para irse y le apartaré el viento, para pedirle que te deje una huella. En un verso, se Bendice la vida y sobra imagen. En el escenario, no hay oscuridad, por que el brillo de los actores lo impiden. Creo, Pedro, en la hermosa oferta de Nuestro Señor y vivimos en un mundo de luz, para ir a otro de mas luz, porque allí esta él y Nuestros Amados Padres, Familiares y Amigos con la mas hermosas de sus sonrisas y el mas eterno de los abrazos. En solo una voz, es suficiente, y mas si la desperdiciamos, al no entendernos, para caminar por el mundo pobremente anónimos y morir en soledad , sentados al pié de la torre de Babel. Cada día, es solo un a través, hacia cualquier morada.LA INVIDENCIA, se libra de las perversiones del mundo exterior y disfruta su vida, por lo pristino de su luz interior y siempre nos aproxima, al tanteo, como niños, para abrazarnos. Envejecer, regalo del bello tiempo, hermano de Dios, quién con su pasar, inventa un punto en el infinito para convivir en castidad. Llovía, mendicidad para todos, cuando no ocurra, los montes se reirán del llanto de los hombres para asperjar el suelo, porqué con nuestras vilezas, nos comportamos, exactamente contrarios, al ejemplo de Jesús. 

En su memoria, el hermoso pasado-presente del Sabio Agustín, hijo de Mónica, hermano de Erasistrato y admirado de Eusebio Jerónimo. Un lienzo, útil para un mensaje a nadie, a la nada o a ambos. Una promesa, el borde espinoso de una mentira, donde la luz puede correr detrás del tiempo. Un presente, la belleza infinita. Por todos y para todos nuestros amados padres, hijos, nietos, familiares, amigos, amores y los que no están, quienes nunca se han ido por decreto de nuestro corazón y la rúbrica de nuestro eterno amor. Vivencia, lo que escribo, y fluye con una facilidad que me impide conocerme. Es decir, me hace ser lo  que no soy, un reiterado pecador que busca con locura abrazar lo Justo y el Perdón. Sin legado, no me preocupa, soslayo lo material, me hospedo en mi sangre, la palabra y la fé. Regreso, no me interesa, tengo mucho a quienes acompañar y descanso en la seguridad que Dios, en su Benevolencia, me otorgará el privilegio de esperar, a quienes amo, con el mas indescriptible de los gozos.

Bueno, mi Bardo Pedro, he cumplido mi orden de responder a un amigo que me obsequia un libro. En tu obra, no hay letras, eso es solo un símbolo. No hay palabras, eso es solo una armadura. No hay mensaje, sería muy poco y común. Lo que encuentro, es una insondable filosofía, muy poco común en los comunes e inexistente en los cualquiera. Conseguí el  rutilante brillo de la sabiduría, habitando en un hombre humilde, leal, de servicio y Apóstol de la Medicina, como yo. Pedro, la única manera que se me ocurre para despedirme, es rogarte que me ubiques caminando, siempre jubiloso por alguna de las calles de mi hermoso pueblo de San Jerónimo de Guayabal, Estado Guárico, y de repente, al doblar la esquina de la Casa Vieja Leonera, hospedaje de mis Amados Padres Familiares y Querencias, me encuentro frente a ti y ensayo de inmediato la inclinación, la reverencia y deposito al suelo mi rodilla derecha, mientras con la mano izquierda, desencumbro mi sombrero de cogollo para colocarlo delante de mi pecho y decirte, ¡BENDICIÓN PEDRO! ese soy yo.







Dr. Ricardo León Celaya

San Jerónimo de Guayabal, 12 de junio de 2015

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