domingo, 29 de noviembre de 2020

Don Andrés Bello; Humanista y diplomático insigne de nuestra América.

Al lado de Miranda y Bolívar, representa, la trilogía de nuestros grandes embajadores ante el mundo y la historia; todos ellos, fallecidos lejos de la patria que los vio nacer... 

El 29 de noviembre de 1781, nace en Caracas, Andrés de Jesús María y José Bello López, poeta, escritor, maestro, filólogo, sociólogo, filósofo, periodista, jurista, legislador, astrónomo, experto lingüístico, autodidacta y humanista. Egregio paisano de una vida ejemplar al servicio de la América, que forja permanentemente su destino. 

Hijo de Don Bartolomé Bello, conocido abogado y músico de la Colonia y Doña Ana Antonia López, hija del conocido pintor Juan Pedro López. Desde niño mostró su pasión por el estudio y el aprendizaje de idiomas. A los quince años hablaba y traducía el latín.  A pesar de llevarle apenas dos años de edad al niño Simón Bolívar, Bello, su compañero de infancia, le impartió clases de geografía. Egresa bachiller de Artes en junio de 1800, de la Real y Pontificia Universidad de Caracas. En esos años juveniles, Bello fue apreciado como poeta, dentro de los cánones del neoclasicismo en boga. Destacan en su producción una "Oda a la Vacuna", que escribió como homenaje a la extensión de la vacunación por toda América, y el soneto "A la Victoria de Bailén"; Por ese tiempo inició también sus trabajos de investigación lingüística y filológica. Concluyó la primera versión de su "Análisis Ideológico de los Tiempos de la Conjugación Castellana", que se publicaría mucho después, en Valparaíso, en 1841.

Los conocimientos de inglés y francés, le permitieron, ocupar cargos públicos, y con la llegada  de la imprenta en 1808, procedente de Trinidad,  es designado redactor de la Gaceta de Caracas. En 1810, la Junta Suprema, nacida el 19 de abril, lo designa en la Secretaría de Relaciones Exteriores y junto a Luís López Méndez y el coronel Simón Bolívar, se dirigen comisionados a Londres ante las autoridades inglesas, para exponer lo relacionado con el nuevo gobierno caraqueño, surgido con el derrocamiento del capitán general Vicente Emparan; aprovechan para saludar y lograr el regreso de Francisco Miranda, nuestro “Siempre Precursor”. Bello permaneció en Londres diecinueve años, con pocos recursos económicos. 

A pesar de sus penurias, pero gracias a sus vastos conocimientos, pudo dedicarse a la docencia y a la superación académica y lingüística; aprovechó la fabulosa biblioteca de Miranda, de las más completas en Europa.  En 1814 contrae matrimonio con María Boyland, con quien procrea tres hijos. Al quedar viudo en 1821, Bello se casó en segundas nupcias, en febrero de 1824, con Elizabeth Antonia Dunn, también de 20 años, quien le acompañaría hasta el fin de sus días. Este matrimonio tuvo 12 hijos; 3 de ellos nacidos en Londres y los demás, en Chile.

En su estada londinense escribió en 1823, sus conocidas obras: “Silva a la Alocución de la Poesía”, donde le dedica un fragmento a Miranda, y “Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida” en 1826. Bello trabajó, además, en las magníficas bibliotecas públicas de la capital británica: la del British Museum y la London Library. Allí leyó los clásicos griegos y latinos, y dispuso de impresos y manuscritos de extraordinario valor para sus estudios filológicos.

El movimiento romántico lo influyó directamente. Dentro de éste desarrolló su línea de investigación sobre las literaturas medievales. En Londres trabajó en la reconstrucción del Poema del Cid. El valor de esta obra fue reconocido por Menéndez Pidal, autor de los estudios más modernos de reconstitución del célebre poema épico.

Don Andrés Bello llegó a ser uno de los más eminentes juristas de América. Para su formación en este campo fueron fundamentales sus años londinenses. Allí profundizó en el Derecho Internacional, agregando a los conocimientos tradicionales las novedades producidas por los grandes acontecimientos de la época: las guerras napoleónicas, la Independencia de América y el Congreso de Viena.

Decisiva para su formación jurídica fue su adhesión a la escuela utilitaria de Jeremías Bentham. Las ideas de éste sobre codificación influyeron poderosamente en la monumental tarea de preparación del Código Civil de la República de Chile, que se considera uno de los más grandes aportes del sabio caraqueño.

Sus “Silvas” o cantos, le recuerdan los majestuosos ríos, las selvas y el calor tropical. Escribe el Resumen de Historia, un verdadero culto a la epopeya emancipadora y un elogio a los próceres civiles y militares, que describe con diáfana emoción, y por el afecto a Venezuela. Las autoridades de la Gran Colombia, le asignan cargo diplomático en Londres. Junto a su familia se dirige a Chile en 1829, llegando a Valparaíso junto a su familia el 25 de junio de 1829. En esos momentos se vivían los últimos meses del período que los historiadores han llamado "la anarquía".

En 1830 se inicia el llamado "régimen portaliano", que comprende, durante la vida de Bello, los gobiernos de Prieto, Bulnes, Montt y Pérez. Entonces se consolidó una organización institucional estable. El 13 de julio de 1829, el presidente Francisco Antonio Pinto nombra a Bello oficial mayor del Ministerio de Hacienda, con un sueldo de 2 mil pesos anuales. No ejerció en ese ministerio, sino en el de Relaciones Exteriores, ocupando el cargo que correspondería hoy al de subsecretario.

En 1830 se fundó el periódico oficial "El Araucano". Se encargó a Bello la redacción de las secciones extranjera y cultural. En 1832 se le otorgó por ley la nacionalidad chilena. Ese mismo año pasó a integrar la Junta de Educación que debía proponer los planes y programas de todos los colegios del país.

En 1837 fue elegido senador de la República, y reelegido en dos períodos sucesivos hasta el año anterior al de su muerte, 1864.  En 1840 se nombró por ley una comisión de parlamentarios para la elaboración del Código Civil. Bello y Egaña fueron los senadores nombrados. Este último muere en 1846. Bello continuó trabajando hasta completar la que fue una de sus más grandes obras.

En 1842 se fundó la Universidad de Chile, tras la aprobación de su nueva ley orgánica. Bello fue designado rector, y reelegido mientras vivió. Además, se le nombró miembro de las Facultades de Leyes y de Humanidades.

Como escribe el profesor Alamiro de Avila: "Hacia 1850, a los 70 años de edad, Bello desempeñaba al mismo tiempo las funciones de rector, subsecretario de relaciones exteriores y de consultor de gobierno, de senador, de redactor de "El Araucano" y, además, trabajaba intensamente en la elaboración del Código Civil y en sus obras de derecho, de filología y sus producciones literarias".

En resumen...

El Congreso Nacional de Chile, le otorgó la nacionalidad por gracia el 15 de octubre de 1832. Presenta ese año el proyecto de la Constitución de Chile, promulgada al siguiente año. Su prolífica obra le mereció los cognomentos de: “El primer Humanista de Venezuela con proyección universal” y de “Patriarca de las letras hispanoamericanas”. Emite la “Cláusula Bello”, basada en la justicia y en la unidad de los pueblos., escribe el Principio del Derecho de Gentes, de un alto contenido humanista, muy adelantado para la época. Entre 1837 y 1864, es Senador por Santiago. En 1841 redacta el Código Civil de Chile, referencia en diez países entre ellos Venezuela. Su gran legado, la Gramática de la Lengua Castellana al Uso de los Americanos, lo promueve como el precursor en preservar el idioma. En 1843, es el promotor, fundador y Primer Rector de la Universidad de Chile hasta sus últimos días, la cual lleva su preclaro nombre. En 1851 es designado Miembro Honorario de la Real Academia Española y en 1852, Miembro Correspondiente.

 Fallece en Santiago de Chile el 15 de octubre de 1865. El 25 de mayo de 1825, el Libertador lo denominó “Nuestro famoso Bello”. En 1927, Chile instituyó en su fecha natal, el “Día del Libro”; Los escritores venezolanos  lo honran conmemorando el “Día del Escritor”


Prof. Dr. José Rafael Otazo M.
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Profesor Universitario.
Miembro de Número de la Academia de la Lengua del Estado Carabobo.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
Miembro de la Red Profesional del Instituto Panamericano de Geografía e Historia - O.E.A.
Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.

viernes, 24 de julio de 2020

El 24 de julio de 1823, se libra la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, hecho que definitivamente sella la Independencia de Venezuela.



Después de la gloriosa batalla de Carabobo realizada el 24 de junio de 1821,se escenificaron en nuestro país más de cincuenta y cuatro combates terrestres y navales, lo que dio como promedio, un enfrentamiento cada quince días hasta lograr la salida definitiva de las fuerzas realistas concretada entre el 8 y 9  de noviembre de 1823, con la toma de Puerto Cabello, por el general en jefe José Antonio Páez.


El almirante José Prudencio Padilla, natural de Rio Hacha (1788-1828), Comandante General del Tercer Departamento de Marina y de la Escuadra de Operaciones, organizó la escuadra naval republicana en Los Taques –Paraguaná a partir de enero de 1823.

Mediante una arriesgada maniobra naval, apoyándose del fuego de sus cañones, ingresó el 8 de mayo al lago por la Barra de Maracaibo; la goleta “Gran Bolívar”, quedó varada, el valeroso capitán francés Nicolás Joly, prefirió darle fuego e inmolarse antes de caer en manos enemigas; Padilla se ubicó en Punta de Palmas. El coronel Manuel Manrique (1793- 1823), nacido en San Carlos, Intendente y Comandante General del Zulia), reforzado con tropas de Padilla, desembarcadas cerca de Maracaibo, pudo derrotar el 16 de junio, al coronel realista Jaime Moreno y ocupar dicha ciudad. 

El comandante naval de la armada realista fue el experimentado capitán de navío Ángel Laborde, jefe naval de Puerto Cabello y segundo jefe de la armada española en costa firme, movilizó su flota desde Puerto Cabello el 1ro de julio hasta Los Taques, continuará a Moporo arribando el 14 de julio.

El capitán Laborde desde El Tablazo envía el 17 de julio con el alférez de fragata Pablo Llanez una intimidación a Padilla fondeado en los Puertos de Altagracia, la respuesta negativa no se hizo esperar. A partir del 21 de julio, las escuadras navales iniciaron maniobras de ataque, resultando fallidas por no contarse con el viento a favor. La flota de Laborde estaba integrada por quince embarcaciones de combate y diecisiete bajeles de poco calado, con mil seiscientos cuarenta y cinco efectivos.

Padilla contaba con cinco bergantines (Independiente, Confianza, Gran Bolívar, Marte y Fama) y nueve goletas (Peacock, Leona, Aventina, Manuela, Chitty, María Manuela, Independencia, Emprendedora y Espartana), 624 marineros y 1073 infantes de marina. El día 23 continuaron los intentos ofensivos. El 24 de julio en horas de la mañana, Padilla pasa revista al personal y embarcaciones, dispone que los combatientes se coloquen un brazalete negro en el lado izquierdo como identificación.

A las dos y media de la tarde con viento en dirección Nor. Este, levan anclas, iniciando en línea de combate la aproximación hacia el adversario que se mantiene cerca de Capitán Chico. A las cuatro de la tarde Padilla, a pesar de recibir fuego de la artillería y fusilería, esperó estar lo más cerca posible para ordenar a las tres y quince el abordaje, a través de la bandera respectiva colocada en el palo mayor del “Independiente”, buque insignia. A las 18.45 horas La armada republicana obtiene el éxito, donde destacó el capitán francés Renato Beluche segundo al mando. Las pérdidas realistas son considerables: 433 bajas entre muertos y heridos y 420 prisioneros.

Las bajas republicanas fueron de: 44 muertos y 119 heridos, atendidos junto a los realistas en los Puertos de Altagracia. Laborde en la “Especuladora” se dirigió al castillo San Carlos, continuará a Curazao y la Habana.


En 2 horas de recio combate, se decidió la acción, la cual, abrió camino de las negociaciones con el Capitán General de Venezuela, quien a concluirlas el 3 de agosto siguiente, se obligó a entregar el resto de los buques españoles, la plaza de Maracaibo, el castillo San Carlos, el de San Felipe en Puerto Cabello, así como todos los demás sitios que ocupaban los españoles.


El general Francisco Tomás Morales (1783-1845), último capitán general en Venezuela, capitula el 3 de agosto ante Manrique en Maracaibo, retirándose el día 7, llevaba mil soldados a La Habana, vencidos más no humillados, con bandera izada y a tambor batiente. Padilla firma la capitulación en los Puertos de Altagracia el día 4. 

En ambos lugares donde se firmó la Capitulación se encuentran las respectivas casas convertidas en museo. El Libertador en Perú, al conocer la fausta noticia denominó a Padilla “Gran Almirante de Colombia y “el Valiente Nelson de Colombia”. Manrique es ascendido a general, lamentablemente fallece al poco tiempo. La brillante acción naval, motivó a la designación del “Día de la Armada de Venezuela”.


Prof. Dr. José Rafael Otazo M.
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viernes, 24 de abril de 2020

Quien es quien en diplomacia... Emb. Edgar Sanabria Arcia.


Nació en Caracas el 3 de octubre de 1911. Inició sus estudios en el colegio de los Padres Franceses, el Instituto San Pablo y en el Liceo Caracas, el cual posteriormente fue renombrado Liceo Andrés Bello; aquí se graduó como bachiller en el año de 1928. Más tarde, ingresó en la Universidad Central de Venezuela, cursó la carrera de Derecho y obtuvo el título de Doctor en Ciencias Políticas en 1935; El año siguiente, consiguió el título de profesor normalista del Instituto Pedagógico de Caracas.

Ejerció cargos en las siguientes misiones del cuerpo diplomático venezolano;

Embajador de Venezuela ante la Santa Sede (1959-1963), Embajador de Venezuela ante la Confederación Suiza (1964-1968) y Embajador  de Venezuela ante la República de Austria (1968-1970). 

El 28 de octubre de 1969 fue designado por Rafael Caldera en el cargo de Comisionado Especial de la Presidencia.

Antes de ello; 

Tras la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, el 23 de enero de 1958, Edgar Sanabria fue miembro de la Junta de Gobierno provisional que tomó el poder tras el derrocamiento de Pérez Jiménez. Sanabria sustituyó al contralmirante Wolfgang Larrazábal como presidente de dicha junta de gobierno, quien decide presentarse en las elecciones bajo el Pacto de Puntofijo, el 18 de noviembre de 1958.

Entre los años de 1940 y 1941, trabajó como profesor en el Liceo Andrés Bello y en la Universidad Central de Venezuela (UCV).

En 1936 es galardonado con el Premio Andrés Bello de la Academia Venezolana de la Lengua, por su trabajo sobre el literato zuliano Rafael María Baralt.

Asi mismo,entre los años 1936 y 1958, dictó las asignaturas de Derecho Civil y de Derecho y su Historia, en la UCV. Como reconocimiento a su labor, 

Además fue subdirector de la Biblioteca Nacional entre 1936-1940 y nombrado consultor jurídico de los ministerios de Relaciones Exteriores, Hacienda y Fomento entre los años 1942-1943.

Sanabria ocupó el cargo de subdirector del Ministerio de Educación en 1944, fue miembro del Consejo de la Facultad de Derecho de la UCV. y profesor de Derecho Romano en la Universidad Católica Andrés Bello durante cuatro años; así como en la Universidad Santa María por tres años. También enseñó en la Escuela de las Fuerzas Armadas de Cooperación (EFOFAC).

En 1940 fue elegido miembro de la Academia Venezolana de la Lengua, ocupando el «Sillón Letra E». Entre 1940 a 1951 fue su secretario y entre 1976 a 1979, detentó el cargo de director de esta institución.

En 1946 ingresó a la Academia de Ciencias Políticas y Sociales; y el 24 de abril de 1963 a la Academia Nacional de la Historia.

El 24 de abril de 1989 Edgar Sanabria sufre un derrame cerebrovascular que acaba con su vida a los 77 años. Sus restos fueron velados en el Salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo.


Prof. Dr. José Rafael Otazo M.
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jueves, 23 de abril de 2020

Hablando del...Día Internacional del Libro y el Idioma.



.Hablando del...Día Internacional del Libro y el Idioma...

El 23 de abril de 1616 fallecían Cervantes, Shakespeare y “El Inca” Garcilaso de la Vega, tres autores que traspasaron fronteras y que hoy son referencia universal. Por tal razón, la UNESCO estableció esta fecha como “El día internacional del Libro y del Derecho de Autor”

Con la celebración de este día en el mundo entero, la UNESCO pretende fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor.

Un 23 de abril (de 1564) nació William Shakespeare. También un 23 de abril (de 1616) falleció este célebre dramaturgo inglés. En la misma fecha y exactamente el mismo año (1616), murieron el español Miguel de Cervantes Saavedra y el cronista Garcilaso de la Vega… Y los tres, traspasaron las barreras del idioma.

Y como si esto fuera poco, también un 23 de abril nacieron y murieron otros gloriosos e ilustres escritores, como Maurice Druon (francés), K. Laxness, Premio Nobel (irlandesa); Manuel Mejía Vallejo (colombiano); Vladimir Nabokov (ruso), y el español Josep Pla, entre otros.

No nos debe extrañar entonces que esta fecha tan simbólica para la literatura mundial fuera la escogida por la “Conferederación General de la UNESCO” para rendir homenaje mundial al libro y a sus autores.

Invitar a todos – específicamente a los más jóvenes – a descubrir el placer de la lectura y respetar la irreemplazable contribución de los creadores al progreso social y cultural, es la base de cada 23 de abril.

La idea de celebrar en el mundo el “Día Internacional del Libro”, fue una propuesta de la Unión Internacional de Editores (UTE), y presentada por el Gobierno Español a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

 En su 28º versión (1995), la “Conferencia General de la UNESCO” aprobó, en unanimidad, proclamar el 23 de abril de cada año como el “Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor”, para estimular aquellas manifestaciones que persiguen la creación o el fortalecimiento de las infraestructuras de producción y difusión de libros.

Eso sí, siempre con el fin máximo de promover la lectura y el derecho de autor. Este último punto tiene como objetivo fomentar el respeto a los derechos de propiedad intelectual, tan amenazados en estos tiempos.

En conmemoración de Cervantes, los países de habla hispana no sólo celebran el 23 de abril como el día del libro, sino que además han proclamado esta fecha como “Día del Idioma”, con el objetivo de impulsar el uso de la lengua castellana. Hoy son más de ochenta países los que celebran este día.

La literatura en Venezuela

Los primeros escritores venezolanos de la literatura colonial fueron los cronistas de Indias, entre ellos Juan de Castellanos, Fray Pedro de Aguado y Fray Pedro Simón. Podemos también mencionar a José Oviedo y Baños, quien residió en Caracas desde los 14 años de edad, como el primer escritor criollo. Oviedo y Baños con un estilo clásico y realista contó la conquista y población de la Provincia de Venezuela.

Durante la revolución de la Independencia, Simón Bolívar también usó su pluma para defender y divulgar los principios republicanos, y a veces para expresar sus emociones y vivencias personales. Las creaciones literarias que marcarán pauta pertenecerán a los géneros de la prosa y la poesía de sabor neoclásico de Andrés Bello. A su lado, destaca la escritura genial de ruptura y parodia de Simón Rodríguez.

Honramos la memoria de aquellos que después de 1880, cuando se perfiló en Venezuela un movimiento literario de más ambiciosa inspiración. En el género narrativo, el descubrimiento del naturalismo inspiró a Tomás Michelena una novela: Débora (1884) y a Manuel Vicente Romero García, su obra Peonía (1890), primera tentativa de novela criolla integral. Otros autores dentro de la tendencia serían Gonzalo Picón Febres (El sargento Felipe, 1899), y Miguel Eduardo Pardo (Todo un pueblo).

Manuel Díaz Rodríguez, prosista y narrador de refinado lenguaje, se destaca como la figura más importante que el modernismo produjo en Venezuela. Le suceden Luis Urbaneja Achepohl, Rufino Blanco Fombona, José Rafael Pocaterra, Teresa de la Parra y Rómulo Gallegos

Con la obra portentosa de Rómulo Gallegos, donde se destaca la inmortal novela Doña Bárbara, culmina toda una etapa de la narrativa venezolana, aquella sometida a las influencias del nativismo, del costumbrismo, del realismo, del lirismo descriptivo que alcanza tonos épicos cuando contempla las luchas del hombre con la naturaleza.

Es importante mencionar a Arturo Uslar Pietri (Las lanzas Coloradas, 1931), quien se afirmó como la mayor promesa narrativa novelesca; a Enrique Bernardo Nuñez, a Julio Garmendia, a Antonio Arraiz, a Ramón Díaz Sánchez, a Guillermo Meneses, a Miguel Otero Silva. Del grupo "Contrapunto", entre 1946 y 1949, surgen narradores destacados (Andrés Mariño Palacio, Ramón González Paredes, Héctor Mujica y otros), dueños de una información literaria más actual que los anteriores, y cuyas creaciones pretenden liberar la narrativa de los resabios del costumbrismo, del criollismo, de la temática rural, del mensaje edificante, del modo de contar lineal. Más tarde, aparece Salvador Garmendia, quien desarrolla su temática hasta consecuencias de hiperrealismo anonadante, y aborda otros espacios, entre ellos el fantástico.

También se destaca la narrativa paródica y densa de Luis Britto García, pasando por la importante obra de José Balza, un experimentador incansable, y por la de Oswaldo Trejo, atrevidamente textual. Se impone citar a Humberto Rivas Mijares y a Gustavo Díaz Solis, a Pedro Berroeta, a Oscar Guaramato, a Antonio Márquez Salas, a Alfredo Armas Alfonzo, Manuel Trujillo, Orlando Araujo y a Adriano González León, la gran promesa del grupo Sardio y de la generación de 1960.

También están presentes Argenis Rodríguez, José Vicente Abreu, Laura Antillano, Francisco Massiani, Denzil Romero, Ednodio Quintero, Alberto Jiménez Ure, Gabriel Jiménez Emán, Armando José Sequera y Antonia Palacios, autora de la más importante obra narrativa de pluma femenina después de Teresa de la Parra.

Saludamos desde este espacio a la Academia venezolana de la Lengua, a las Academias regionales de la Lengua, que día a día y de manera denodada hacen grandes esfuerzos en mantener en alto el idioma, el lenguaje, la literatura y el saber.


Prof. Dr. José Rafael Otazo M.
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domingo, 19 de abril de 2020

19 de Abril de 1810; Día de la revelación de la conciencia nacional, el de la cristalización definitiva del sentimiento de patria.



Es importante hacer notar las reflexiones de la insigne historiadora y profesora universitaria, Dra.Inés Quintero, contenidas en su discurso pronunciado ante la Academia Nacional de la Historia el 15 de Abril de 2010. (Cito) "El 05 de Mayo de 1909, la Academia Nacional de la Historia aprobó por unanimidad un acuerdo que daba respuesta a la siguiente pregunta: ¿Cuál debe reputarse el día inicial de la Independencia de Venezuela?, el debate resulto sencillo. La comisión nombrada para tal fin, presentó ese día un informe el cual fue admitido en todas sus partes por la corporación. El documento estableció que la Revolución verificada en Caracas el 19 de Abril de 1810, constituía el movimiento inicial, definitivo y trascendental de la emancipación de Venezuela, cincuenta y un años más tarde, el Dr. Cristóbal Mendoza, Director de la Academia, Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del sesquicentenario de la Independencia y Orador de Orden en la Sesión Solemne, celebrada para conmemorar los 150 años del 19 de Abril de 1810, ratificó el contenido del acuerdo de 1909". 

Concluyó su discurso con la siguiente afirmación: El 19 de Abril fue el día de la revelación de la conciencia nacional, el de la cristalización definitiva del sentimiento de patria, el del triunfo de la ideología revolucionaria. 

Desde entonces quedo fijado en los cielos de América como un sol, el nombre de Venezuela, alumbrando con el fuego de su ejemplo, los nuevos caminos del continente.”

A lo largo de la historia las revoluciones han constituido acontecimientos excepcionales y las colonias americanas no escapaban de esa realidad, las distintas ideas revolucionarias en pro de la independencia en las hoy tierras americanas venían ganando adeptos por dos modos diferentes. En primera instancia, el ejemplo de independencia de los EE.UU, así como las ideas de la ilustración de los franceses, lo cual inspiraba  un régimen republicano o democrático. Pero esta aspiración no contaba todavía con todo el apoyo de la clase oligárquica mantuana criolla, la cual era la única fuerza activa nacional.

Los rumores llegaban desde España y en forma incontestable se había generado una marea política inestable. La élite caraqueña, recogiendo con mirada fina los indicios tormentosos que ya arribaban, se preparaba para protagonizar uno de los movimientos políticos más importantes de nuestra historia.

Dado que, los sucesos de España, con la invasión napoleónica y la usurpación del trono, dieron pie en toda América a la crisis que trajo el vacío de poder y la transferencia del mismo. Los Cabildos y Ayuntamientos serían los llamados establecer formas para suplantar la ausencia del monarca legítimo, según del Derecho Divino y según las teorías pactistas, como la máxima de Francisco Suárez (1548-1617): “toda potestad viene de Dios a través del pueblo”. 

De los Ediles y Prefectos de la Roma antigua vino el origen en España de gobierno municipal. Estas corporaciones en América florecieron con pujanza y como sus antepasadas en la península lucharán encarnizadamente para defender sus prerrogativas. Dijo el historiador peruano Víctor Andrés Berlaunde: “España sembró Cabildos y cosechó Naciones”. 

La ausencia de la cabeza Real, fue la que propició que la Patria en su balbuceo se hiciera adulta. Los intentos precedentes de las tentativas de independencia del siglo XVIII y principios del XIX, dicen de manera diáfana que la gente en general no quería ni estaba preparada para aventuras independentistas.

Francisco de Miranda a su regreso a Londres, después de la decepción de 1806 (Ocumare de la Costa y La Vela de Coro), pierde la oferta inglesa de volver a América Meridional con un fuerte contingente de tropas. Los americanos en la consecución de su libertad debían buscarla por sus propios medios, las cosas en Europa no estaban para distraer esfuerzos. 

Miranda abre un rico capítulo en su obra de oportuno adelantado de la libertad. Él es quien teje la tesis política por los sucesos de España: “Que reuniéndose en cuerpo municipal representativo tomen a su cargo el gobierno de la provincia...” Las notas a través de las logias masónicas operativas y agentes difunden la tesis por América Española.

Hace periodismo político para que Europa vea con simpatía la causa, además funda después en Londres el primer órgano a favor de la independencia, El Colombiano, en 1810

Se abrió un compás para que América saliera de su moisés político. Lo que hasta justo años atrás fue impensable, sería en adelante años de calenturas conspirativas. Pero, los hacedores de esos primeros pasos buscan mantener el esquema jerarquizado de sus privilegios. 

Prueba meridiana es que Miranda fue delatado por el Marqués del Toro ante el Gobernador y Capitán General cuando recibe la circular antes referida. El Protolider de la Independencia continuaba siendo un blanco de orilla para el mantuanaje provincial, era el hombre que iba a contaminar los “bien intencionados procederes criollos” y además peligroso a ultranza porque tenía relaciones con gente y gobiernos extranjeros. 

Después de varios intentos, con saldo de deportaciones, prisiones y otras sanciones, la tesis mirandina, aupada en distintos puntos de la geografía americana a través de distintos sectores de la sociedad, triunfa años más tarde.

Una red de agentes había logrado penetrar los muros de la reacción. “En el altar de esta logia inglesa juran ser leales a los principios de la institución el chileno ardoroso de vibrante palabra que fue José Cortés de Madariaga...”, escribe Julio Hoeningsberg en su libro Influencia Revolucionaria de la Masonería en Europa y América, Bogotá, 1944.

En Caracas, luego de la conspiración encabezada por Manuel de Matos Monserrate, Diego Melo e Ignacio Manrique de Lara, vino otro movimiento. Un documento suscrito por cuarenta y cinco sirve para llevarlos a la Cárcel Real de Caracas (donde está Casa Amarilla), otros fueron al destierro. Antes del 19 de Abril, por dos veces se intentó destituir al Gobernador y Capitán General y formar una junta, el 14 de diciembre de 1809 y el 2 de abril de 1810. 

Mejor organizados los conspiradores (algunos pocos de los viejos y muchos nuevos), se da un golpe de estado a Vicente Emparán y Orbe, Gobernador y Capitán General para ser sustituido por una Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII, el Jueves Santo. La Junta de Caracas consigue la adhesión de El Hatillo, el mismo día 19 de Abril de 1810, Barcelona, el día 27, Cumaná el 30, Margarita, el 4 de mayo, Barinas, el día 5, Guayana el día 11, Mérida, el 16 de septiembre y Trujillo, el 9 de octubre. La excepción fueron Coro y Maracaibo que no se pliegan. 

El 19 de Abril de 1810 es el primer paso que conduce a la Declaración de Independencia de la Provincia de Venezuela el 5 de Julio de 1811, donde también Miranda ejerce un papel decisivo. 

El Precursor derrumba con su verbo y su cultura los siglos de vasallaje que había en Diputados a la Asamblea, concluyendo en esas fechas su papel dramático, ejercido por décadas con genio y esfuerzo ciclópeo. Ese primer paso abrileño en Caracas respondió a una cadena de acontecimientos internacionales, iniciados en Quito y otras pequeñas ciudades de la serranía andina, seguidos Venezuela, luego por Bogotá y Buenos Aires.



Prof. Dr. José Rafael Otazo M.
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Bibliografía:
  • Quintero,Inés, 2015, Caracas, Venezuela"Boletín de la Academia Nacional de Historia"; Primera revisión. 
  • Maldonado-Burgoin,Carlos; 2020, "Apuntes varios",Caracas Venezuela, Primera revisión.