María José Lacalzada presenta 'Mujeres en masonería', obra en
la que se desmiente la idea de que sólo hubiera varones
ALBERTO PIQUERO/GIJÓN
La leyenda sitúa el inicio de la masonería en tiempos tan remotos como
el de Hiram Abif, supuesto arquitecto del Templo de Salomón. María José
Lacalzada nos remite a la documentación histórica, «a la Gran Logia de Londres,
de 1717, y a las Constituciones de Anderson, de 1723», con el ideario de la
«fraternalidad universal y la perfectibilidad humana». Sin embargo, las
Constituciones de Anderson se olvidaban de incluir en esos propósitos a la
mujer: «Se la consideraba tutelada por el padre o por el marido».
Nacida en Logroño y domiciliada en Zaragoza desde hace veinticinco
años, la doctora en Historia, María José Lacalzada, presentó ayer en la Librería
Central, de Gijón, el libro 'Mujeres en masonería', un desmentido a
la idea tópica de que sólo ha habido varones en las logias masónicas.
Con anterioridad, sus investigaciones las había dedicado al movimiento
obrero en La Rioja, a la biografía de Concepción Arenal y al humanismo liberal
y socialista europeo. En este caso, el fragmento histórico elegido es el que
abarca desde 1868 a 1938, «para redondear», dice, «teniendo en cuenta que en
1868 se produce la Revolución contra Isabel II, lo que permitiría asentarse a
la masonería a partir de 1870. Y que en 1938, a consecuencia de la guerra
civil, los masones hubieron de marchar al exilio».
Sería el Gran Oriente de Francia la logia que abriría levemente
las puertas, mediante el rito de adopción, «que permitía a las mujeres llegar
hasta el pórtico y ocuparse en asuntos de beneficencia, pero no del trabajo
serio de la construcción masónica».
En España, «el Gran Oriente mantuvo el rito de adopción; sin embargo,
comenzaron a desarrollarse otras logias que fueron más sensibles a la
integración femenina, y algunas mujeres llegaron a ocupar altos cargos, como
secretario u orador».
En Asturias, señala tres ejemplos: Salvadora Vigón, que fue
guardatemplo externo; Eulalia Menéndez Vizcaíno, que obtuvo el Grado
Tercero en el Taller del Gran Oriente de España, y Rosario Acuña,
Venerable Maestra Honoraria en una logia exclusivamente compuesta por hijas de
Eva.
Esa apertura volvería a cegarse con «la reconducción de Miguel Morayta
del Gran Oriente Español, que vuelve al ritual de adopción y penaliza a las
mujeres que habían accedido a grados y títulos». La crisis de fin de siglo
desarticula a la masonería, aunque en el plano internacional se crearía en 1893
la primera logia mixta, en París, llamada Derecho Humano, que tendrá su
correspondencia en España durante la dictadura de Primo de Rivera.
La República favorece la antesala de una masonería femenina con
entidad por sí misma, pero el tajo de la insurrección militar la corta de
cuajo. El perfil de las mujeres que a lo lago del siglo XIX se incorporaban a
la masonería era el de «amas de casa; artistas como Esmeraldina Cervantes, hija
del arquitecto Cerdá, o pequeñas empresarias de la rama del comercio».La
inquina que la masonería suscitó en Franco, la explica Lacalzada «dentro del
contexto de la segunda guerra mundial, que despertó un sentimiento antimasónico
muy fuerte. Aunque Franco lo superó con creces.
También es posible que sea cierto que Franco quiso adherirse a una
logia y que algo se vio en su temple por lo que se le rechazó. Si se le hubiera
aceptado, tal vez la Historia de España reciente hubiera sido otra...»,
concluye.
Masoneria Siglo XXI
Fuente: http://www.victorguerra.net/2006/11/las-chicas-de-la-logia.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario