El
solsticio de invierno corresponde al instante en que la posición del Sol
en el cielo se encuentra a la mayor distancia angular negativa del ecuador
celeste. Dependiendo de la correspondencia con el calendario, el evento del solsticio
de invierno tiene lugar entre el 20 y el 23 de diciembre todos los años en el hemisferio
norte, y entre el 20 y el 23 de junio en el hemisferio sur.
El significado estacional del solsticio de
invierno se manifiesta en la reversión de la tendencia al alargamiento de la
duración de las noches y al acortamiento de las horas diurnas. Distintas
culturas definen esto de diversas maneras, puesto que en algunas ocasiones se
considera que, astronómicamente, puede señalar, ya sea el comienzo o la mitad
del invierno del hemisferio. El invierno es una palabra de significado
subjetivo, puesto que no tiene un principio o mitad que esté científicamente
establecido, sin embargo en el caso del solsticio de invierno podemos calcular
con exactitud el segundo en el que ocurre. Aunque en teoría el solsticio de
invierno solo dura un instante, este término también se usa normalmente para
referirse a las 24 horas del día en que tiene lugar.
El significado o interpretación de este evento ha
variado en las distintas culturas del mundo, pero la mayoría de ellas lo
reconoce como un período de renovación y re-nacimiento, que conlleva festivales,
ferias, reuniones, rituales u otras celebraciones.
Desde el 45 a. C., cuando el 25 de
diciembre se estableció en el calendario juliano como el solsticio de invierno
de Europa, la diferencia entre el año civil (365,2500 días) y el año
tropical (365,2422 días) se trasladó el día asociados con el solsticio
astronómico, adelantándose aproximadamente tres días cada cuatro siglos, hasta 1582,
cuando el papa Gregorio XIII cambió el calendario con lo que el solsticio de
invierno (en el hemisferio norte) llegaba alrededor del día 21 de diciembre.
Anualmente, en el calendario gregoriano el solsticio fluctúa ligeramente, pero
a largo plazo, solo alrededor de un día cada 3000 años
El solsticio por sí mismo puede haber sido un
momento especial del ciclo anual del año, incluso durante el periodo neolítico.
Eventos astronómicos, controlados en la antigüedad como el apareamiento de los
animales, la siembra de los cultivos y la medición de las reservas entre las
cosechas de invierno, muestran cómo las diferentes mitologías y las tradiciones
culturales han surgido. Esto es comprobado por la física que se mantiene en los
diseños de finales del Neolítico y la Edad de Bronce, como los sitios
arqueológicos de Stonehenge (en Gran Bretaña) y Nueva Grange (en Irlanda). Los
principales ejes de ambos monumentos parecen haber sido cuidadosamente
alineados sobre una línea de vista que apunta a la salida del sol del solsticio
de invierno (Nueva Grange) y la puesta del sol del solsticio de invierno
(Stonehenge). Significativo respecto de Stonehenge es el hecho de que la Gran
Trilithon se erigió desde el centro hacia el exterior del monumento, es decir,
su buen cara plana se volvió hacia la salida del sol de pleno invierno.
El solsticio de invierno puede haber sido
inmensamente importante, porque las comunidades iban a ser privadas de muchas
cosas durante el invierno, y tenían que estar preparados en los últimos nueve
meses. El hambre era común en invierno, entre enero y abril, también conocida
como «meses de la hambruna». En los climas templados, el festival de pleno
invierno fue la última fiesta de celebración, antes del comienzo del invierno.
La mayoría de los animales eran sacrificados para no tener que alimentarlos
durante el invierno, por lo que prácticamente era el único momento del año para
el suministro de carne fresca disponible. La mayoría de vino y cerveza durante
la cosecha anual estaba finalmente fermentada y lista para beber en este
momento. Lo más intenso de la observancia no siempre era en el día que comienza
(a la medianoche o al amanecer), pero el comienzo de la era pre-románica,
empezó a caer en la víspera anterior
Simbólismo
Dado que el evento es
visto como la inversión del retroceso de la presencia solar en el cielo, los
conceptos de nacimiento o el renacimiento de los dioses solares han sido
comunes y, el uso de calendarios cíclicos por las distintas culturas basados en
el solsticio de invierno, se ha celebrado el renacimiento del año en lo que se
refiere a la vida-muerte-renacimiento de las deidades o nuevos comienzos como
la fiesta escocesa de Hogmanay, una tradición de Año Nuevo de limpieza. Asimismo,
la inversión es otro tema como es habitual en las inversiones de la Saturnalia,
de esclavo y maestro y viceversa.
Pierre Cubique.·.
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