viernes, 4 de noviembre de 2016

Hablando de Filosofia...Profundas ideas acerca de la perfección.



Plotino que existió entre 205 y el 270 DC. y quien fuera el principal representante de la escuela neoplatónica y uno de los grandes pensadores de la antiguedad muriente. Nació en Licópolis, Egipto. En el 244 se estableció en Roma y allí fundó su propia escuela, famosa y concurrida. Sus obras, escritas en grupos de nueve libros, fueron llamadas Enéadas, de allí tomamos algunos fragmentos.

Plotino creía en la teoría de emanación, que es la la superabundancia de la fuente productora. El ejemplo que se da habitualmente para explicar esta emanación es el de la luz, que se derrama sin pérdida alguna de su ser. La idea neoplatónica de la emanación, es similar a los rayos de luz que emanan del oriente en el amanecer, luego se van multiplicando y fortaleciendo hacia al mediodía declinando en el paso a occidente para volver a desplegarse en un ciclo constante, en un renacer, en un nuevo comienzo.

Así la luz como la sabiduría ilumina a todo aquel que la busca porque el que se acerca a la luz se ilumina. La teoría neoplatónica de la emanación se contrapone un poco al concepto cristiano de un mundo creado desde la nada. Para Plotino, la emanación debe entenderse como un autodespliegue del principio de lo Uno, y el mundo no es algo creado, sino un nivel eterno de esa manifestación de una Conciencia Suprema sobre sí misma:

“La vida y el acto de la inteligencia es la luz primera que primeramente se enciende por sí misma y resplandece por encima suyo, iluminante e iluminada conjuntamente, verdaderamente inteligible, pensante y pensada, que se ve por sí misma y no tiene necesidad de otra para ver…”

Plotino consideraba que el alma está unida al conocimiento, a la luz:

“Solo los actos intelectuales deben llamarse propiamente actos del alma, los actos inferiores son de otra proveniencia y son pasiones de esa alma…”

En un concepto muy adelantado a la teoría cuántica contemporánea Plotino consideraba al universo como la armonía de los contrarios.

Para finalizar citamos éste bello fragmento de las Enéadas que Plotino dedicó al labrado de la piedra bruta, desbastando incesántemente las pasiones y alcanzando la luz que es aquella sabiduría que conduce al perfeccionamiento del hombre: desarrollando para ello un ojo espiritual que puede contemplar la belleza suprema, pues solo lo evolucionado puede contemplar su propia evolución sin falsos guías ni profetas:

“Vuélvete hacia tu interior y mira, y si tu mismo no te vez bello, haz como el escultor que corta, pule y depura el mármol, que resultará embellecido cuando exprese su hermoso rostro de estatua. También tú, de la misma manera, cercena y arroja de ti lo superfluo, endereza lo que está torcido y purificando lo que es oscuro, haz de manera tal que se convierta en luminoso, y no ceses de elaborar tu estatua, hasta que el divino esplendor de la virtud no resplandezca a tu mirada… Cuando te hayas transformado en tal y tal te veas… entera y únicamente luz verdadera… convertido en vista misma, confiando en ti y habiendo logrado no necesitar ningún guía, mira atentamente, pues sólo este ojo espiritual puede contemplar la belleza suprema… Pues jamás el ojo puede ver el Sol si no se ha hecho semejante al Sol, ni el alma puede ver lo bello, si no se ha hecho ella misma, bella. Pues bien, que antes se convierta toda ella en bella y divina si quiere contemplar a Dios y la belleza”.



José Rafael Otazo M; PhD.
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Profesor Universitario. 
Miembro de Número de la Academia de la Lengua del Estado Carabobo.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela. 
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de La Asociación de Escritores del Estado Carabobo. 
Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.

Referencia: http://arquimedesmarconi.net.ve/

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