domingo, 28 de diciembre de 2014

Algunas aproximaciones a la semblanza del magnífico venezolano, Diplomático Fermín del Toro y Blanco.


Retrato de Fermin Toro, obra de A. Herrra Toro, 1897

Fue un reconocido, diplomático, literato, escritor y docente venezolano, sería un individuo que destaca en diversas ramas del saber. Cuyos conocimientos no estuvieron restringidos a un área concreta, sino que dominó diferentes disciplinas, en énfasis en las artes y las ciencias. Por lo que fue un gran polímata, tal como entendemos el término hoy en día. Se desempeñó varias veces como Ministro Plenipotenciario de Venezuela, así como también Ministro de Relaciones Exteriores. 

Viajó en 1839 a Londres, como secretario de Alejo Fortique en una misión diplomática con la corte inglesa.

Actuó como Ministro Plenipotenciario en 1844, en Nueva Granada con la finalidad de lograr un acuerdo en relación a los problemas limítrofes de ambos países. Fue ratificado en este cargo el 1° de abril de 1846, con el fin de realizar en Madrid el canje de ratificaciones del acuerdo de paz suscrito el 30 de marzo de 1845 entre España y Venezuela

Durante la crisis del «Gobierno de la Fusión», liderado por Julián Castro, presidió en 1858, la Convención Nacional de Valencia, que serviría para reorganizar las filas del Partido Conservador de Venezuela y materializar una «Reforma Constitucional», que daría pie al inicio de la Guerra Federal, durante la cual sirvió al gobierno como líder de diferentes misiones diplomáticas para obtener financiamiento, que era necesario en aquellos momentos en Venezuela, acudiendo a países como España, Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Brasil y los Países Bajos.

En el gobierno de  Julián Castro fue Ministro de Hacienda y de Relaciones Exteriores. Además, intervino en el conflicto diplomático relacionado con el Protocolo Urrutia.

En 1860, en plena Guerra Federal, fue enviado como Ministro Plenipotenciario a España, Francia e Inglaterra, con el fin de explicar la confiscación de bienes ciudadanos de estos países a raíz del conflicto bélico que sucedía en Venezuela.

Fermín Toro murió el 23 de diciembre de 1865. Al enterarse de su muerte Juan Vicente González escribió una Meseniana donde lo califica como El último venezolano y se lamenta de su defunción.
A continuación algunos extractos de esa Meseniana

Es medianoche. Silencio dulce y triste envuelve la tierra adormecida. La luna pálida va visitando las dispersas nubes; las estrellas del cielo se miran en los ríos; las cimas de los árboles se estremecen, murmuran y parecen pensativas... Aún está más triste mi corazón. En vano un aire fresco acaricia las hojas, el otoño imita en vano las galas de la primavera y flores de color recogen en sus tiernos pétalos las gotas de rocío. ¿Qué nuevas desgracias amenazan a mi patria? ¿Qué reciente crimen se ha cometido en nombre de la santa libertad?

Es que acaba de abrirse una tumba, y ha caído en ella el último venezolano, el fruto que crearon la aplicación y el talento, y que sazonó la paz, en los envidiados días, que para siempre huyeron, de gloria nacional. ¡Llorarle es afligirse por los destinos de un pueblo, condenado a vivir de la ceniza de sus días pasados!

¿Cómo logró su espíritu abarcar el círculo inmenso de los conocimientos humanos? Las ciencias morales y políticas, las metafísicas, a que no basta la vida; las ciencias naturales, que fueron consuelo de sus últimos años, todo lo dominó su inteligencia vasta ¡Qué aptitudes! ¡Cuántos talentos que harían la gloria de muchos hombres!

La naturaleza le había hecho orador. Con la firmeza, flexibilidad y energía que distinguieron su palabra, con el brillo y magnificencia de lenguaje, inseparables del fuego de su corazón, viósele siempre del partido de las nobles y generosas causas. (...) Como político, Toro fue de esos espíritus ideales que sueñan hermosas teorías sobre el cabo de Sunium o en los jardines de la Academia. Abrasaba su alma el amor de la libertad, llama celeste, y el amor de los hombres, que en él no se debilitó jamás. Cuando el demonio tentador de la gloria, el odio a la injusticia, la impaciencia de vengar los ultrajes a la patria, le arras a ardientes polémicas o a peligrosas resoluciones, su espíritu, en emoción perpetua, se esparcía sobre todos los objetos, colorando las palabras, animando y engrandeciendo los hechos.

¡Yo te saludo, amigo; no en esa fosa estrecha, sino en los espacios luminosos, donde innumerables astros giran con desconocida armonía sobre este pequeño túmulo que llamamos nuestro universo!

(Juan Vicente González, Meseniana a Fermín Toro)

Un cuadro de él, pintado por Antonio Herrera Toro, ocupa un lugar importante en la Casa Amarilla, sede de la Cancillería venezolana.

Sus restos descansan en el Panteón Nacional desde el 23 de abril de 1876.


 
José Rafael Otazo M.
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Profesor Universitario.   
Miembro Correspondiente de la Academia de la Lengua, capitulo Carabobo.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de La Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica

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