martes, 4 de febrero de 2014

Historia de la Diplomacia...Relaciones de la Gran Colombia con América Central (1825)


Características

La Provincia de Guatemala en Centroamérica históricamente se constituyó como el centro político-administrativo de las autoridades españolas, conformando esta provincia junto con otras cuatro provincias menores la Capitanía General de Guatemala o Reino de Guatemala. La región se caracterizó por poseer un sistema marcadamente latifundista que sirvió asideró para la formación de una oligarquía terrateniente y el pensamiento conservador que permitió la dominación de las otras provincias menos oligarquicas y ligadas más fuertemente con el comercio exterior.

Una vez que obtiene su independencia en 1824 Centroamérica adopta una constitución federal y establece relaciones constantes con Colombia. En ese sentido es enviado el negociador Don Pedro Molina, quién se compromete a que Centroamérica garantizaría su integridad territorial, de acuerdo con el principio del uti possidetis iuris, tan publicitado por Colombia, y que a través de una Convención se establecería claramente la línea fronteriza divisoria de sus propios territorios y los de Colombia.

Las relaciones entre Colombia y las Provincias Unidas de Centroamérica se dieron con bastante fluidez, al suscribir este último actor un Tratado de Unión, Líga y Confederación Perpetua con Colombia el 17 de Julio de 1826, así como al aceptar al uti possidetis iuris como principio básico para determinar las fronteras con Colombia y para buscar el reconocimiento de España.


Análisis

Tradicionalmente el ideario internacional de Bolívar se había estructurado en torno a una necesaria confraternidad hispanoamericana. Fue incluso la Junta de Caracas de 1810 la primera autoridad en expresar estas intenciones oficialmente, las cuales serían concretadas más tarde en el tratado de Santa Fe, suscrito en Bogotá en 1811.

Bolívar abogó persistentemente por la causa integracionista hispanoamericana en sus documentos y actuaciones oficiales, siendo un ejemplo bastante ilustrativo la Carta de Jamaica de 1815, donde expresa que la unión es lo que hace falta a los hispanoamericanos para completar la obra de la independencia:

“Yo diré a Ud. lo que puede ponernos en aptitud de expulsar a los españoles y de fundar un gobierno libre: es la unión, ciertamente; mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos. La América está encontrada entre sí, porque se halla abandonada de todas las naciones; asilada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas ni auxilios militares, y combatida por España que posee más elementos para la guerra que cuantos nosotros furtivamente podemos adquirir.”
 
Frente a los movimientos legitimistas de la Santa Alianza, se consolida la iniciativa bolivariana de la unión hispanoamericana como objetivo cardinal de la Gran Colombia, buscando el afianzamiento de una liga defensiva y ofensiva. Dicha unión se llevaría a cabo mediante el instrumento jurídico de los Tratados de Unión, Liga y Confederación; siendo la celebración de estos tratados con el resto de las naciones hispanoamericanas la principal instrucción dada a los diplomáticos colombianos en sus respectivas misiones:

“(…) la diplomacia bolivariana pensaba obtener mediante los pactos que negociaran Mosquera y Santa maría, la unión entre las Repúblicas americanas, unión no sólo para conseguir la independencia, sino también para consolidarla, tratando de asegurar el bienestar futuro de las mismas; en las ya mencionadas Instrucciones, se les indica oponerse a la satisfacción de cualquiera indemnización o tributación que España pretendiese a cambio de su antigua soberanía sobre estos países; y se les recomendó, por el contrario, que tratasen de convenir sobre asuntos que incrementasen el comercio; estos eran los fines que podríamos llamar inmediatos de estas misiones.”
 
Más allá del fortalecimiento de las Repúblicas hispanoamericanas y el estrechamiento de los vínculos comerciales entre las mismas, Bolívar busca introducir una serie de normas de derecho que sustentasen la estructura necesaria para el mejor desarrollo de los países hispanoamericanos, en lugar de principios políticos como sustentaba en Europa la Santa Alianza. Bolívar previó la serie de conflictos en los cuales se verían envueltos los nuevos países una vez terminada la lucha por la independencia, en referencia al establecimiento de fronteras. Es por esta razón que se incorpora el principio del uti possidetis iuris así como el principio de la integridad territorial, complementados ambos por los mecanismos de solución de controversias propuestos: el arbitraje (Derecho) y la novedosa conciliación. De esta manera Bolívar pretendía sentar las bases jurídicas que determinaran los límites entre las nuevas naciones, evitando posibles conflictos futuros que pusiesen en riesgo la estabilidad y la paz Americana.

Lo que buscó el utis possidetis fue trazar los límites entre las nuevas naciones de acuerdo con las divisiones administrativas utilizadas por la Corona Española, complementado por el principio de la garantía de la integridad territorial. Sin embargo, el utis possidetis no constituyó una panacea para la solución de controversias limítrofes, como lo demostraron la Guerra del Pacífico y la de la Triple Alianza:

“(…) existían en América muchos territorios inexplorados y desiertos, y los ya conocidos, las más de las veces, se prestaban a confusión (…) Las líneas así fijadas, fueron muchas veces imaginarias; así y todo aquellas Cédulas constituían una base, una orientación, una norma, que hasta cierto punto facilitaría una labor de suyo difícil.”
 


San Andrés y Providencia.

Centroamérica, al igual que México, estaba dominada por la Provincia dominante de Guatemala, donde un sistema latifundista sirvió de asidero para la oligarquía terrateniente y el pensamiento conservador que permitió la dominación de las cuatro provincias menores, vinculadas al comercio exterior, y por tanto menos oligárquicas. Eventualmente los dirigentes conservadores en Guatemala, una vez abrazada la causa de la independencia en 1821, pidieron que Centroamérica fuese anexada al Imperio de Iturbide, lo que se efectuó en 1822. Sin embargo, este régimen ultraconservador llevó, tanto a los mismos mexicanos como a los centroamericanos, a cortar los lazos con el Imperio para declararse como una República independiente en 1824, adoptando una Constitución Federal inspirada en la de Estados Unidos.

Una vez lograda la independencia de Centroamérica y la unión colombiana, era lógico que el siguiente paso fuese entrar en relaciones constantes, en vista de su proximidad; y el de precisar su línea fronteriza.

El 7 de diciembre de 1824, Bolívar se dirige a los gobiernos de Colombia, México, Centroamérica (Guatemala), Chile y las Provincias unidas del Rio de la plata, para solicitarles que enviasen sus Representantes Plenipotenciarios al Itsmo de Panamá.

Los centroamericanos tomaron la iniciativa al enviar a Bogotá al Ministro Plenipotenciario don Pedro Molina, a quien se le había encargado la promoción de un Congreso de Diputados americanos en Guatemala. Molina es recibido en su carácter público en 1825, una vez que se obtiene el reconocimiento de la independencia de la Capitania General de Guatemala. No obstante, no pudo llevar a cabo su encomienda en vista de lo adelantado que estaba el proyecto de la gran Asamblema de Panamá. El Canciller Pedro Gual, en negociaciones con Molina para regular las relaciones políticas y comerciales entre las dos Repúblicas, va a concretar una serie de acuerdos con respecto al territorio fronterizo:

“(…) el doctor Gual hizo valer los títulos de Colombia a la Costa de Mosquito y al Archipielago de San Andrés  basados en la Real Orden de 30 de noviembre de 1805, sin oposición alguna por parte del señor Molina, quien tampoco objetó el Decreto dictado por el Vicepresidente General Santander (julio 5 de 1824), por el cual se declaró ilegal toda empresa de colonización en cualquier punto de la citada Costa, desde el Cabo Gracias a Dios hasta el Río Charges.”
 
El negociador centroamericano, aunque no recibió instrucciones para aceptar proyectos de demarcación, no objeta las validaciones hechas por Pedro Gual En vista de la falta de instrucciones Molina no suscribe un acuerdo de límites, pero se compromete, junto con Pedro Gual, a que las naciones garantizarían la integridad de sus territorios basándose en el principio del uti possidetis iuris; y “reservándose hacer amistosamente por medio de una Convención especial la demarcación de la línea divisoria de uno y otro Estado”.

Por el compromiso adquirido por Centroamérica, ésta designa al General Antonio Morales como Ministro Plenipotenciario para que celebre una Convención especial para la demarcación de fronteras. Morales, puestas de acuerdo las partes en cuál era la jurisdicción concedida a las cortes marítimas respecto de presos, llegó a canjear el Tratado de Unión, Liga y Confederación el 17 de junio de 1826. Con esto Molina logra que su gobierno cierre finalmente los puertos a los buques y las mercancías españolas.

Ante los compromisos adquiridos, Gran Bretaña hablará para defender sus derechos. El Encargado de Negocios enBogotá reclamará el compromiso de las partes de impedir por medio de sus fuerzas marítimas y terrestres aquellas colonizaciones de aventureros desautorizados en la Costa de Mosquitos. Ante esta situación, la Cancillería colombiana se vio en la situación de reconocer como válidos los tratados celebrados entre la Gran Bretaña y España en 1782 y 1783 los cuales permitieron estos asentamientos en Belice En función de esto, Bogota hace la aclaratoria que la prohibición se llevaría a cabo contra asentamientos que fuesen posteriores al acuerdo, pidiéndole a Morales que hiciese una declaración explicativa.

Conclusiones

Las relaciones diplomáticas entre Colombia y Centroamérica se establecen tan pronto obtienen estas provincias del istmo centroamericano su independencia efectiva y se constituyen en un Estado de corte federal (Provincias unidas de Centroamérica), luego separarse del Imperio de Iturbide en 1823. Desde el primer momento surge la necesidad del Estado Centroamericano, así como del Grancolombiano, de entrar en conversaciones para la delimitación de sus respectivas fronteras, por tanto su proximidad y la ausencia de una delimitación real de sus territorios debida el corto lapso de vida de ambas entidades. Centroamérica reconoce el principio del uti possidetis iuris, propugnado por Colombia en toda Hispanoamérica, y lo convierte en el elemento base de su delimitación territorial tanto con Colombia como con otros Estados fronterizos; así no sólo reconoce dicho principio sino que además firma un Tratado de Unión, Liga y Confederación perpetua dentro de los lineamientos establecidos por Colombia

La firma del Tratado con Colombia en1826 responde en gran parte a la estructura interna de la región: históricamente se caracterizó por poseer una oligarquía terrateniente bastante fuerte, clase dominante de pensamiento conservador que se encontraba íntimamente vinculada al capital extranjero y principalmente al Español, y que buscaba mantenerse autónoma dentro de sus provincias respecto del centro político y administrativo de la federación: Guatemala, donde las clases dominantes presentaban una línea de pensamiento más liberal y de menor correlación con la antigua metrópoli; así la firma del Tratado con Colombia busca debilitar a estas clases dominantes y conservadoras al regular y establecer lineamientos generales para el comercio entre las regiones y suscribir la prerrogativa judicial de la extensión de las jurisdicciones de los tribunales marítimos para el control de la actividad del corso que cerraría definitivamente la entrada en sus puertos de las mercancías y las embarcaciones españolas.

El acercamiento de Centroamérica y Colombia contribuye con esta última consolidando aún más el sistema de alianzas continentales que buscaba establecer como un mecanismo de defensa y ofensa ante las intenciones de re-colonización de potencias europeas, así como mecanismo de cooperación económica, judicial y militar, que finalmente a pesar de concretarse con ciertos Estados, conservando con algunos su espíritu original y con otros tantos conteniendo ciertas reservas, no logra establecer una unión fuerte y profunda entre las naciones hispanoamericanas que permitiera una cooperación real entre ellas así como la adopción de medidas comunes de política exterior en temas medulares, como por ejemplo el reconocimiento íntegro de sus territorios de acuerdo con el principio del uti possidetis iuris por parte de España y la no cancelación a esta de indemnización alguna por la pérdida de sus territorios americanos.

 Referencias Bibliográficas;

  • Belisario Capella, Freddy. "Derecho Internacional Americano". Caracas, 2004.
  • Boersner, Demetrio. "Relaciones Internacionales de América Latina". Nueva Sociedad, Caracas, 1996.
  • Bolívar, Simón. Carta de Jamaica. (1815).
  • Chevelier, Germán. “La Política Internacional de Colombia”. Tomo I. Editorial Iquiema. Bogotá, Colombia. 1959.
  • Silva Otero, Arístides. "La Diplomacia Hispanoamericana de la Gran Colombia". UCV, Caracas, 1967.


José Rafael Otazo M.
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Profesor Universitario.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de La Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.
Director de la Publicación Internacional, "Ni vestido ni desnudo"

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