Por: Carlos
Maldonado-Bourgoin
Eleazar Sananes “Rubito” (1900-1971), fue nuestra primera figura del toreo e hizo campaña en América, Venezuela y España. “Rubito” y Bernardo Casielles pertenecen ambos a una gran época de la Fiesta Brava.
Bernardo Casielles resurge como ícono asturiano en la feria taurina de Begoña, por el impulso de empresarios creativos y aficionados que han colmado el coso de El Bibio, en Gijón, a pesar de la crisis económica española. La plaza fue reconstruida en 1997, fue inaugurada en 1888 y quedó en ruinas durante la guerra civil.
El asturiano fue compañero en carteles de nuestro primer gran torero Eleazar Sananes “Rubito”. En 1922, Sananes se despidió en Madrid el 9 de julio con reses de Melgarejo y Villagodio. Alternó en esta última corrida con Manuel Rodríguez “Manolete”, padre del que será el Monstruo de Córdoba, y Bernardo Casielles.
“Rubito” y Casielles alternaron varias veces en Caracas, siendo compañeros de cartel “Gitanilla de Ricla” y “Carnicerito de Málaga”, entre otros. En nuestra capital, Casielles recibe entrando a matar una de las peores cornadas de su carrera.
El periodista Ignacio Peláez, en Ine.es/verano, dedica al matador de toros gijonés lo que sigue: “Estar inmerso en una logia masónica hizo a Casielles ponerse del lado del bando republicano cuando comenzó la Guerra Civil española. Tras ser herido en el frente, en Guadarrama, fue elevado al rango de capitán. Durante la dictadura franquista fue condenado en 1944 por el Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo a doce años y un día de prisión. Se había exiliado a Caracas tras la derrota republicana y en ese país se ocupó de la explotación agrícola de su esposa mexicana. Allá pasó muchos años, hasta 1964, en que decide volver a su país, su tierra, sus calles, pues el torero no perdonó un verano en que no pasease por su Gijón natal hasta su muerte, en 1983, en Colmenar Viejo, siendo posteriormente enterrado en Oviedo, donde tiene una calle a su nombre. Lo que no ocurre en su ciudad natal”.
Una calle en Oviedo lleva el nombre de Bernardo Casielles, una sidra también luce en la marca y en la estampa el recuerdo al magnético y pinturero lidiador al que nos referimos. Lucio su arte y figura de torero fino y valiente haciendo el paseíllo en México con grandes como Juan Belmonte, el “Pasmo de Triana”, y el grande entre los grandes, el mexicano Rodolfo Gaona.
En su momento, Bernardo Casielles tomó el lado de los “progres”, y el rumbo de la España peregrina. El reconocimiento al torero, masón y republicano vino después con la democracia española.
Muchas gracias por esta inserción donde tuve el privilegio de ser el primero que hable de esta figura del toreo y la masoneria, aunque algun preclaro periodista lo obvie
ResponderEliminary repita textos que no son de su propiedad. Un saludo