Nuestro iceberg se derrite (Our iceberg is melting) es
una agradable fábula desarrollada por John Kotter y Holger Rathgeber en
la que los personajes son pingüinos de una colonia en la Antártida, los cuales
se enfrentan a la incertidumbre y el cambio cuando advierten que su existencia
está amenazada por el derretimiento del iceberg que habitan. A partir de este
momento se presentan, de una manera sencilla y amena, un conjunto de
situaciones muy parecidas a las que nos toca asumir diariamente en nuestra vida
personal, profesional, social y laboral, exigiéndonos una especial capacidad
para asumir la incertidumbre de lo nuevo y lo desconocido que todo proceso de
cambio trae consigo.
Kotter y Rathgeber nos presentan cinco niveles de análisis para
la adopción del proceso de cambio, los cuales se corresponden con las
diferentes visiones que cada uno de los participantes tiene del cambio en sí
mismo: el primer nivel es superficial, como leer un simple cuento infantil, no
vinculando las acciones de los personajes con nuestras propias realidades; en
un segundo nivel encontramos la propuesta de cambio desarrollada previamente
por Kotter en “Leading Change”,
basada en ocho pasos que representan la estructura medular de una cultura
de cambio permanente en la organización. En el nivel siguiente los autores exploran
todos los aspectos relativos a la parte emocional del cambio, mientras que en
el cuarto nivel nos presentan las semejanzas y diferencias entre cada uno de
los personajes, sus motivaciones, reacciones y el cómo contribuyen o no a las
iniciativas de cambio. Finalmente, el quinto nivel de análisis destaca
las ventajas de asumir positivamente el cambio para obtener el éxito esperado
o, en el peor de los casos, minimizar su impacto para
lograr sobrevivir en un mundo cambiante como el actual.
El desarrollo de la trama, impulsado por la adopción del sentido de
urgencia en la colonia de pingüinos al tomar consciencia del peligro que
representa el derretimiento del iceberg para su propia existencia, nos muestra
de una manera sencilla la interacción existente entre los dos tipos de cambio que se manifiestan en las
personas y organizaciones: el cambio ocasional y el cambio continuado. El
primero, como su nombre lo indica, es eventual y está asociado a la consecución
de un objetivo específico o de un proyecto concreto; por su parte, el
cambio continuado nos acompaña siempre y aunque no es fácil percibirlo como una
oportunidad para mejorar, es un elemento fundamental para promover y consolidar
el sentido de pertenencia, dentro de una cultura corporativa que actúa como el
ADN de la organización.
Esta transición entre los dos tipos de cambio, que podemos reconocer
en el libro cuando los pingüinos aceptan la idea de que el hogar no es
sólo el trozo de hielo que habitan sino la propia colonia, independientemente
de la necesidad de desplazarse continuamente en la búsqueda de nuevos hielos,
la encontramos a diario en nosotros mismos y en nuestras organizaciones cuando
nos toca asumir los retos y exigencias de un entorno en constante
transformación. adecuarse al cambio no es una tarea
fácil ya que, por nuestra propia naturaleza
humana de especie resistente al cambio, implica modificar aspectos vitales como
el amor propio, la autoestima, la moral y nuestra autoconfianza, lo que
requiere como primer paso el asumir un sentido de urgencia permanente que actúe
como el estado natural de las cosas, que no se limite únicamente a reconocer
que tenemos un problema, buscar soluciones y volver nuevamente al estado de
complacencia (nuestra llamada “zona de confort” o el “equilibrio
confortable” de las organizaciones), sino que nos impulse a visualizar
nuevas oportunidades, escenarios y, sobre todo, otras formas y maneras de
hacer las cosas.
Los ocho pasos del proceso de cambio
1. Establecer un sentido de urgencia
y coordinada).
2. Conformar un equipo líder para guiar el proceso de cambio.
3. Desarrollar una visión compartida para ayudar a dirigir el cambio,
asumiéndola como parte integrante del ADN corporativo.
4. Comunicar la visión y las estrategias corporativas.
5. Facultar a los demás para actuar.
6. Asegurar los resultados a corto plazo (conseguir victorias tempranas).
7. Consolidar las mejoras y seguir profundizando los cambios.
8. Desarrollar una nueva cultura, institucionalizando los nuevos métodos
y asegurando el desarrollo exitoso del liderazgo.
Pierre Cubique.·.
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