La diplomacia es el arte de lograr que la persona
reclamante termine con las manos vacías, y se vaya con una sonrisa en la cara. Otras
veces en el ejercicio de esta facultad, la vida precisa enviar mensajes que son
portadores de un contenido muy contundente y enérgico, y a la vez, va expresado
de la manera más suave y efectiva posible, dejando siempre, de manera implícita
y psicológica, una puerta de salida o una avenida abierta. Por lo tanto, la
diplomacia se emplea para lograr resultados, no para cerrar caminos; resultados
en los que todas las partes saldrán ganando y saldrán satisfechas en alguna
medida. Abandonar la vía diplomática debe ser siempre la medida extrema, y el
último recurso.
Las personas que poseen y ejercitan esta virtud
muchas veces echan mano de su humildad, y saben bloquear su orgullo personal en
un momento dado, para evitar que los ataques de la contra parte surtan efecto
en destruir la vía del diálogo. Ellos piensan en su mente lo siguiente: “la
diplomacia es el campo de batalla en el que se que te puedo vencer, por lo
tanto no debo permitir que saques el argumento de este plano.”Como ven, es un
rejuego entre la inteligencia fría y el auto control emocional. El resultado
final suele ser una ganancia mutua o multilateral, aunque la otra parte en
principio no lo visualice. Ese resultado es el que se desea. Evidentemente la
persona que posee y utiliza esta virtud es una persona de múltiples recursos y
horizontes, y al final de la tarea, ésta puede ser una experiencia agotadora
pero enriquecedora.
El reconocido e ilustrado diplomático británico
del Siglo XX, Harold Nicolson definía la diplomacia en estos términos: “Sentido
común y comprensión aplicados a las relaciones internacionales. La aplicación
de la inteligencia y el tacto a la dirección de las relaciones oficiales entre
Gobiernos de Estados independientes”. Evidentemente que este concepto también
aplica a las relaciones interpersonales. Sin embargo, la diplomacia es aplicada
entre Estados soberanos de la misma manera en que en las relaciones
interpersonales, la diplomacia procede mientras se desenvuelva dentro del plano
del respeto. Reside en la habilidad de la persona que utiliza esta herramienta
eficaz, el mantener el argumento siempre dentro de este plano, aunque la otra
parte intente llevar la disputa al campo de la fuerza o de la ruptura
improductiva.
De acuerdo con Nicolson, la persona diplomática
debe tener las siguientes cualidades:
- ·Veracidad, porque contribuye a una buena reputación e intensifica la credibilidad.
- ·Precisión, que implica certeza intelectual y moral.
- ·Buen carácter, que implica moderación y sutileza.
- ·Paciencia, calma, que permite guardar imparcialidad y precisión (enfoque).
- ·Modestia, para no dejarse envanecer y jactarse de sus victorias y éxitos.
- ·Lealtad, a sus gobiernos y hasta al país que los hospeda. Obviamente, a nivel personal, es lealtad a los principios y las metas contempladas.
El mundo reclama y merece más diplomacia.
Pierre Cubique.·.
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