El autosaboteo. Esa parte
de tí mismo que conoces a la perfección, que obra en tu contra pero aún así, de
un modo retorcido, también en tu favor, “protegiéndote” de ese otro/a que
puedes llegar a ser y temes por no conocer.
¿Por qué es tan importante tomar conciencia de nuestra propia capacidad de autosabotearnos? Porque conociendo al enemigo es que podemos desarmarlo. En cada uno de nosotros, este proceso trabaja de forma diferente, siendo en algunos pensamientos negativos mientras que en otros, por ejemplo, el acto de comer impulsivamente.
Pero ¿yo no quiero acaso triunfar? Todos queremos triunfar, pero lo cierto es que en un punto muy oscuro y remoto de nuestra mente, deseamos fracasar. Esto suena difícil de aceptar, es verdad. Pero cuando a lo largo de nuestra vida absorbemos experiencias negativas y traumáticas, ellas se acumulan en un rincón de nuestro subconciente y con el tiempo adquieren algo parecido a una personalidad propia. Una personalidad que quiere volver a ser aquel que sintió fracaso y miedo, y nos habla permanentemente. Nos habla en un idioma que sólo nosotros podemos comprender. Nos tienta con lo que sólo nosotros sabemos que puede tentarnos, y finalmente nos hace fracasar. Nos sabotea.
Así como hay que tomar conciencia de la imperiosa necesidad de cuidar la salud y de crear la propia realidad a través de visualizar para conseguir la atracción y las metas, también debes sí o sí emprender el muchas veces temido viaje de desterrar de tu propio yo a aquel que te habla al oído y te dice que hagas y pienses lo que bien sabes que no conviene que hagas ni que pienses. Entonces, la próxima vez que te encuentres autosaboteándote, detente un momento a analizar de dónde provienen estos pensamientos; cuál es la identidad, localización y estrategia de esta mala hierba que crece en lugares indeseables de nuestro pensamiento, y entonces podrás comenzar a destruirlos, desarticularlos, desenmascararlos, y el autosabotaje comenzará a ser historia.
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