La Masonería posee el estigma del misterio. El ser humano ha temido siempre a todo aquello
que no ha podido comprender. Ejemplo elocuente la visión que antaño tuvo de los
truenos, rayos y centellas. La Orden de La Escuadra y El Compás ha basado gran parte de su atractivo en la promesa de otorgar mediante los ritos iniciáticos, la revelación de los
augustos misterios de la vida y de la muerte.
Esta exótica fraternidad ha asombrado a las mentalidades
ingenuas con su rebuscado lenguaje y los aires místicos de una simbología
conformada alrededor de los instrumentos básicos de los constructores de
catedrales, y posteriores alarifes del templo interno.
Otro de sus ganchos publicitarios ha sido el prestigio
que le otorga considerarse recipiendaria de una antigua tradición vinculada a
un cúmulo de sabiduría que data de los orígenes mismos del hombre racional. Al
hombre de las cavernas le fue revelado el primer misterio de la fuerza del
templo cuando intentó sostener el techo con un tronco, encontrando de esta manera, primera columna del aprendiz; luego vino el compañero, a compartir su pan y su
esfuerzo para colocar la segunda columna. Sucesivamente, al maestro se le ocurre trasladar la experiencia a campo abierto levantando
el primer monumento megalítico. El origen del arte de construir se pierde en la
noche de los tiempos.
Pero más acá de la Masonería moderna que nace en
Inglaterra en 1717 y adquiere estructura jurídico institucional en 1723, cuando
el reverendo Anderson le redacta su primera constitución; la fama de la Orden
se difundió rápidamente por ese mundo que comerciaba con Inglaterra; se
difundió también en forma de cofradías militares a través de las cuales se
distribuyeron sus misterios en torno de las islas del Caribe y finalmente entre
los oficiales de la Legión Británica y la oficialidad del general español Pablo Morillo, que había
trabajado en las guerras, luchando con Wellington para expulsar a los soldados franceses de
España, durante las guerras napoleónicas.
Después de librada la batalla de Carabobo, buena parte de la oficialidad patriota se estableció en la ciudad de
Valencia, donde comenzaron a organizar sus logias. La primera vinculación de las logias con el demonio, la narra Francisco González Guinán en su libro Tradiciones de mi pueblo, especialmente en su capítulo ” Muera la Masonería”. Versa el relato
sobre el caso de un abogado entrado en años, que muy a su pesar del triunfo
republicano, mantenía un apego enfermizo a los dogmas de la Iglesia, y veía la organización de la sociedad civil
republicana como una auténtica obra de Satán.
“Empero tenía el doctor una manía: las sociedades
secretas le crispaban los nervios y creía ver en ellas la viva representación
de los malos espíritus y la más terrible amenaza contra la tranquilidad
pública, el honor de las familias y los sagrados fueros de la religión y de las
leyes.”
Cuando el señor en cuestión, se enteró de que en la calle Unión se congrega una logia de masones, comenzó una campaña
en contra de la Cofradía, la cual no se limitó a la divulgación de la amenaza satánica que
representaba la Masonería entre sus amigos y conocidos, sino que acudió ante el general Páez y el gobernador Cistiaga en varias ocasiones hasta que el Gobernador le
puso a su disposición un pelotón de soldados para que se presentara frente las puertas del templo, cuando estuviesen realizando sus
oscuros rituales, a fin de que acabara con semejantes demonios.
Así, la noche del lance, guapo y apoyado, irrumpió ante las puertas del infernal recinto, golpeándolas con gran escándalo, hasta que de
adentro se oyó una voz que respondía con firme ceremonial.
“De repente se abren de par en par las hojas de la
puerta: una luz intensa se extiende: brota humo con hedor de azufre: el oficial
y los soldados promueven en gritos extraordinarios, y a la de sálvese quien
pueda, dejan al pobre doctor en las garras de cuatro hermanos de Hirán, vestidos de largas y negras capuchas y hablando por
medio de bocinas, lo precipitan al interior, cierran con estrépito la puerta,
véndale fuertemente los ojos y le pronuncian esta aterradora frase: - No os
mováis, o sois hombre perdido para siempre…
El historiador valenciano, que perteneció según sus propios testimonios, a la logia Alianza N 8 durante alguna etapa de su vida, perfila algunos detalles vinculados al ritual de iniciación. Sin revelar muchos detalles de la ceremonia de la cual fue objeto el
fanático abogado, comunica lo esencial. No obstante, se puede suponer que lo hicieron vivir gran parte de un ritual de pasión y muerte, que de alguna manera le transmitió señales
del secreto de la iniciación masónica.
Termina su experiencia a la mañana siguiente, abandonado a la orilla del río Cabriales,
con el filo de una espada haciéndole contacto en la espalda, de donde una lavandera lo rescató. De allí, según reza la tradición, se fue a
confesar diciéndole al confesor que del odio a la Masonería se había librado, y
ahora quería lavar … la mancha afrentosa que es la mancebía.” El padre terminó siendo padrino de la boda, y según deja en el plano de la duda,
posiblemente ese cura también era
masón. De tal manera se puede apreciar como una tradición verbal recogida por
el historiador, intenta rescatar la imagen de la Orden, y de alguna manera
despojarla de su imagen luciferina.
De la satanización de las sociedades secretas no solo
existen tradiciones del siglo XIX. Es notable el caso de un esmerado antimasón, que con el pseudónimo de Mister X, se tomó el trabajo de escribir un libro
para mostrar un supuesto carácter anticristiano de la Masonería. Es oportuno
citar el capítulo: “El Diablo en las logias” donde Germán Borregales
afirma:
“Es un hecho histórico innegable la influencia del
Diablo, así, con mayúscula, en la fundación, desarrollo y actividades de las
Sociedades Secretas, particularmente en la Francmasonería”
El sentido diabólico que le encontraba Germán Borregales a la Masonería se fundamentaba no tan solo en el
hecho de que el Papa León XIII la hubiera descalificado, sino que a pesar de la voluntad
pontificia, a muchos
católicos les hubiera parecido que la Orden no exigía nada contrario a la religión y buenas costumbres. La “infalible” palabra de Su Santidad
apuntó categóricamente:
… ; pero como en realidad, el crimen y el vicio
constituyen la única razón de ser de la Masonería, es de todo punto de vista
evidente que no es lícito inscribirse en dicha secta ni ayudarla de ninguna
manera.”
El carácter satánico de la Masonería estaba implícito en
el hecho que a pesar de la Santa Palabra del representante de Dios en la
Tierra, cada día
más católicos se dejaran fascinar por el engaño diabólico de los maestros masones, para hacer caer a los ingenuos agnis
dei de semejante manera, debían estar
bajo los influjos
de Lucifer.
” Un engaño en el que toma parte el Diablo, sin duda,
porque en las logias masónicas, como arriba probamos, hay muchos espíritus
infernales dirigiendo los trabajos.
Es mucho más fácil personificar al enemigo
identificándolo como símbolo de la perversidad última que tratar de entender
que hay detrás de las posiciones que defiende cada uno. ¿No es entonces más complicado reflexionar en torno a las pérdidas de la Iglesia
Católica tras la crisis del pensamiento europeo después de mediados del siglo
XVIII y principios del XIX que atacar ciegamente a los privilegiados
emergentes, nuevos beneficiarios de los cambios políticos y económicos, y su
legítima defensa ante aquellos que intentaban reacomodar sus cuotas de poder en
el nuevo orden? Fue mucho más
sencillo para el gran público, olvidar la
esencia divina del poder monárquico frente a la perversidad ciudadana. Cuando
llegaron los sacrílegos
derechos civiles a pervertir el santo orden de las cosas, era más sencillo acusar al Belcebú. Pero no tanto como para no percatarse en el debido momento, que al final resultó más sencillo cortarle la cabeza a
los reyes que de decapitar a la Monarquía, porque la mentalidad y la ideología defensora de los intereses de la cultura dominante, prevalecen como vehículos transmisores, de la estructura mental de los privilegios ancestrales, y de una generación a las siguientes.
Para la mentalidad conservadora y colonialista, son diabólicas todas las manifestaciones culturales que evoquen alguna
deidad anterior, o distinta a las impuestas por la doctrina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario