por Frater Phileas
Desde la Revolución Francesa están presentes en nuestras sociedades occidentales.Muchos países se jactan de ser los defensores a ultranza de estos principios y en algunas ocasiones se autoproclaman “guardianes de la libertad” como una excusa para hacer lo que les plazca ante la mirada impotente de las demás naciones.
No obstante, y aunque mucho se hable de estos principios, aún estamos a años-luz de lograr una auténtica Libertad, una verdadera Igualdad y una consciente Fraternidad.En el mundo de Maya, la ilusión, se suelen confundir estos principios, pero desde una óptica espiritual debe quedar bien claro que:
- La Libertad de la que tanto se enorgullece Occidente es solamente una burda caricatura de la auténtica Libertad.
- La Igualdad parte de la base errónea de que “todos somos iguales”, lo cual es una mentira que repetida mil veces parece convertirse en verdad. La Igualdad que proclaman las naciones “liberales” no es otra cosa que igualitarismo.
- La Fraternidad de la que tanto se habla no es otra cosa que un mero ideal de hermandad.
¿Libertad o Libertismo?
Jean Jacques Rousseau dijo que “el hombre ha nacido libre, y en todas partes se halla entre cadenas”. (1) Casi 250 años más tarde la situación no ha cambiado mucho, pero sí es notoria una “ilusión de libertad” o “libertismo” que se confunde con la “Libertad”.
La revolución liberal que haría al hombre “libre” simplemente ha creado formas de esclavitud más sutiles, que en estos días neo-medievales se hacen más evidentes. Estamos viviendo en la versión XP de la caverna platónica.
Uno de los autores más lúcidos al analizar el tema de la “Libertad” es Erich Fromm. Según él, “existe la creencia convencional de que la democracia moderna ha alcanzado el verdadero individualismo al liberar al individuo de todos los vínculos exteriores. Nos sentimos orgullosos de no estar sujetos a ninguna autoridad externa, de ser libres de expresar nuestros pensamientos y emociones, y damos por supuesto que esta libertad garantiza nuestra individualidad. Pero el derecho de expresar nuestros pensamientos, sin embargo, tiene algún significado tan sólo si somos capaces de tener pensamientos propios.
La represión de los pensamientos espontáneos y, por lo tanto, del desarrollo de una personalidad genuina, empieza tempranamente; en realidad desde la iniciación misma del aprendizaje del niño. Dentro de nuestra cultura, la educación conduce con demasiada frecuencia a la eliminación de la espontaneidad y a la sustitución de los actos psíquicos originales por emociones, pensamientos y deseos impuestos desde fuera. Y aquello que la educación no puede llegar a conseguir se cumple luego por medio de la presión social, ya que en nuestras sociedades se desaprueban, en general, las emociones”. (2)
En “El arte de amar”, Fromm concluye que “la mayoría de las gentes ni siquiera tienen conciencia de su necesidad de conformismo. Viven con la ilusión de que son individualistas, de que han llegado a determinadas conclusiones como resultado de sus propios pensamientos —y que simplemente sucede que sus ideas son iguales que las de la mayoría—. El consenso de todos sirve como prueba de la corrección de «sus» ideas. Puesto que aún tienen necesidad de sentir alguna individualidad, tal necesidad se satisface en lo relativo a diferencias menores; las iníciales en la cartera o en la camisa, la afiliación al partido Demócrata en lugar del Republicano, a los Elks en vez de los Shriners, se convierte en la expresión de las diferencias individuales. El lema publicitario «es distinto» nos demuestra esa patética necesidad de diferencia, cuando, en realidad, casi no existe ninguna”. (3)
Lamentablemente, la sociedad capitalista quiere (y necesita) que seamos autómatas y que vivamos con la ilusión de poseer libre albedrío. En la medida que las instituciones educativas sigan en crisis (o mejor dicho “decadencia”) los autómatas serán más ignorantes y, por ende, más manipulables.
¿Igualdad o Igualitarismo?
Dice Erich Fromm: “En la sociedad capitalista contemporánea, el significado del término igualdad se ha transformado. Por él se entiende la igualdad de los autómatas, de hombres que han perdido su individualidad. Hoy en día, igualdad significa «identidad» antes que «unidad». Es la identidad de las abstracciones, de los hombres que trabajan en los mismos empleos, que tienen idénticas diversiones, que leen los mismos periódicos, que tienen idénticos pensamientos e ideas. En este sentido, también deben recibirse con cierto escepticismo algunas conquistas generalmente celebradas como signos de progreso, tales como la igualdad de las mujeres. Me parece innecesario aclarar que no estoy en contra de tal igualdad; pero los aspectos positivos de esa tendencia a la igualdad no deben engañarnos. (...)
La sociedad contemporánea predica el ideal de la igualdad no individualizada, porque necesita átomos humanos, todos idénticos, para hacerlos funcionar en masa, suavemente, sin fricción; todos obedecen las mismas órdenes, y no obstante, todos están convencidos de que siguen sus propios deseos. Así como la moderna producción en masa requiere la estandarización de los productos, así el proceso social requiere la estandarización del hombre, y esa estandarización es llamada «igualdad». (4)
A propósito de esta “igualdad” recordamos una presentación de Internet muy interesante que apareció hace algún tiempo que decía:
“Si el mundo fuera un pueblecito de cien habitantes, 61 de ellos serían asiáticos y, entre ellos, tendríamos a 20 chinos y 17 indios.
Habría 14 africanos, 11 europeos, 9 sudamericanos, 5 norteamericanos y sólo una persona procedería de Oceanía.
Al menos 18 habitantes serían analfabetos aunque, por otra parte, 33 tendrían teléfono móvil y 16 conexión a Internet.
De todos los que poblaran este lugar, 27 tendrían menos de 15 años y 7 serían mayores de 64.
En el pueblo habría 18 automóviles y 63 personas no tendrían acceso a condiciones sanitarias adecuadas.
En cuanto a las creencias religiosas, 33 serían cristianos, 20 musulmanes,
13 hindúes, 6 budistas, 2 ateos, 12 se declararían como no religiosos y, los otros 14, pertenecerían a varias religiones no mencionadas anteriormente.
Lamentablemente, 30 personas estarían sin empleo o trabajarían en condiciones muy precarias, de los otros 70, con empleo, 28 trabajarían en el sector primario, por ejemplo como agricultores, 14 lo harían en la industria y 28 en servicios.
Más de la mitad de todos los que poblaran este lugar, 53 personas en concreto, tendrían que subsistir con unos dos dólares diarios.
Un vecino tendría SIDA, 26 serían fumadores y 14 padecerían problemas de obesidad. Hacia el final del año, uno de ellos habrá muerto, pero habrán nacido dos nuevos habitantes, con lo que ya tendríamos 101 personas en este pequeño pueblecito llamado Tierra”. (5)
¿Aspiración o Ley de Fraternidad Universal?
El ideal de Fraternidad que propone la sociedad moderna es muy loable pero incompleto. Básicamente pregona que “los hombres deberían ser hermanos” mientras que la Filosofía Perenne declara abiertamente que “la fraternidad del hombre no es algo que necesite ser establecido. La fraternidad es. Constituye un hecho en la naturaleza; ya existe, y únicamente requiere que la realicemos”. (6)Siendo así, la fraternidad no puede alcanzarse intelectualmente ni emocionalmente sino que para realizarla debemos primero quitarnos de los ojos el velo de Maya, la ilusión. En una carta a Alfred Sinnett referente a la Sociedad Teosófica, el Maestro Kout-Houmi propone la creación de “nuevas instituciones constructoras de una genuina y práctica Fraternidad de la Humanidad, donde todos se tornarán colaboradores de la Naturaleza.” Y más adelante agrega que “Los Jefes quieren una “Fraternidad de la Humanidad”, el inicio de una real Fraternidad Universal; una institución que se haga conocida por todo el mundo y que cautive la atención de las mentes más elevadas.” (7). No obstante, aunque la Sociedad Teosófica incluía entre sus objetivos la creación de este núcleo de la Fraternidad Universal, paulatinamente las energías fueron canalizadas hacia los poderes psíquicos y las especulaciones metafísicas, dejando de lado las palabras de H. P. Blavatsky que insistían que “la S.T. es antes que nada una Fraternidad Universal, no una sociedad para fenómenos y ocultismo”. (8)
Libertad, Igualdad y Fraternidad
En nuestra sociedad en crisis, los valiosos principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad deben re-definirse para que ellos sean la guía para el nacimiento del Hombre Nuevo.
Debemos derrotar a Maya, la Ilusión, a fin de luchar por una verdadera Libertad. Sólo siendo libres podremos trabajar por la Igualdad. Una igualdad de oportunidades y beneficios siendo conscientes de nuestras diferencias.
Por último, hacernos conscientes de la ley de Fraternidad Universal, combatiendo todo tipo de discriminación, sin hacer distinciones de credo, raza, nacionalidad o clase social, y difundiendo en todos los ámbitos el axioma sagrado: “Todos somos Uno”.
Bibliografía
(1) Rousseau, Jean-Jacques: El Contrato Social, Planeta, Barcelona, 1995
(2) Fromm, Erich: El Miedo a la Libertad, Paidós, Barcelona, 1984
(3) Fromm, Erich: EL arte de amar, Paidós, Buenos Aires, 1982
(4) Ob. Cit.
(5) http://paxhumana.info
(6) Pavri, Pestanji: Teosofía explicada en preguntas y respuestas, México D.F., 1988
(7) Barker, A.T.: The Mahatma letters to A.P. Sinnett from the Mahatmas M. & K.H., carta 6, Theosophical Publishing House, Adyar, Madras, 1962
(8) Barker, A.T.: Op. Cit.., carta 138
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