Para la época en que se desencadenaron
los sucesos que culminaron con la definitiva separación de Venezuela de la Gran Colombia,
el general Páez contaba con tres casas de habitación de su propiedad; una en Caracas (La
Viñeta), otra en Maracay y la de Valencia. Esta última fue sin duda alguna su preferida
y es en ella donde dió rienda suelta a sus inquietudes artísticas, capítulo de su vida
tan relevante y destacado como el de su descollante carrera militar.
Bajo las tejas de esta vieja mansión nació la República de Venezuela, al menos en el
sentido de que fue en ella donde los dirigentes del futuro de la nación se reuniron
constantemente para discutir los pormenores y detalles de su formación y fueron firmados
los documentos que le dieron entidad jurídica y soberanía a Venezuela.
Los que pasaron en aquel entonces cerca de sus altas ventanas pudieron escuchar su
potente voz de barítono cantando arias que el mismo acompañaba con el piano. También
podía versele tocando el violín o el violoncelo con sus manos acostumbradas a la soga y
al cabestro.
Entre los años 1829 y 1830 el general Páez decidió remodelar completamente la
mansión y conferirle las características que, con algunas lamentables alteraciones y
luego de sufrir abandono y vandalismo, persiste hasta nuestros días luego de ser
cuidadosamente restaurada. Encargó al pintor Pedro Castillo, tío por línea materna de
Arturo Michelena, la realización de una serie de pinturas murales que decorarían las
paredes de los corredores que circundan el fresco patio interno de la casona. El tema de
los murales fueron las principales batallas en las que el general Páez participó.
Entre
estas pueden observarse hoy:
- Mata de la Miel, 16 de febrero de 1816
- Acción del Yagual, 8 de octubre de 1816
- Combate de Palital, 18 de diciembre de 1816
- Batalla de Mucuritas, 30 de enero de 1817
- San Fernando de Apure, 7 de marzo de 1818
- Las Queseras del Medio, 3 de abril de 1819
- Batalla de Carabobo, 24 de junio de 1821
- Asalto a Puerto Cabello, 7 de noviembre de 1823
Cada uno de los murales cuenta con una leyenda al pie donde se detallan los sucesos y
se anotan datos particulares de las batallas ilustradas como las cantidad de soldados de
ambos bandos que participaron así como el resultado final de la incidencia bélica. En el
amplio salón principal donde el general Páez acostumbraba organizar sus recepciones
encargó al mismo pintor decorara sus paredes con cuadros alegóricos de escenas y
personajes mitológicos que llamaron especialmente su atención. Así nos encontramos con
murales
de: La Serpiente Pitón, Minos, Eaco, Radamanto, Arión, Casamiento de Venus, y
El Juicio de París.
En el cielorraso de la sala ordenó fuera pintado el emblemático Sol de Carabobo con
los rasgos faciales del Libertador Simón Bolívar. Esta noble figura está flanqueada por
sus compañeros de armas, próceres todos: Simón Bolívar, Rafael Urdaneta, Juan Bautista
Arismendi, Carlos Soublette, Juan José Flores, Francisco Carabaño, Jacinto Lara,
Cornelio Muñoz, Rafael Ortega y Diego Ibarra. En la cornisa de la antesala los nombres de
Mariano Montilla, Lino Clemente, Antonio José de Sucre, José Francisco Bermúdez,
Santiago Mariño, Bartolomé Salom, Renato Beluche, Pedro Briceño Méndez, Francisco
Toro, José Joaquín Maneiro, Julián Infante, Rafael Guevara, Cruz Carrillo, Laurencio
Silva, Judas Tadeo Piñango y José Tadeo Monagas.
En el frente y costado de la casa mandó a escribir algunas máximas: Nada es
difícil a los mortales, Sin virtudes no hay Patria, El vicio hace al hombre esclavo, la
virtud ciudadano, Es un gran mal no hacer el bien, El ciudadano inutil es un hombre
pernicioso. No conoce las dulzuras de la paz quien no ha probado las amarguras de la
guerra, Mi amigo es otro yo, Primero olvidarme a mi mismo que olvidar a mis amigos, La
vista de un amigo refresca como el rocío de la mañana.
La ruina económica que sufrió el general Páez lo obligó a vender esta preciada
propiedad, la cual pasa entonces de mano en mano, siendo destinada a las más diversas
actividades de acuerdo a las necesidades y caprichos de cada propietario que la adquirió,
siendo inclusive utilizada como cuartel de policía hasta que, finalmente, el 15 de Mayo
de 1908 es adquirida por el Ejecutivo Nacional para ser destinada como museo, de ella
estuvieron encargados el yerno de Pedro Castillo y padre de Arturo Michelena, Juan Antonio
Michelena; el escultor Andrés Pérez Mujica, Felicita Celis Silva, esta última pariente
del Libertador y del general José Laurencio Silva y Tatiana de Pérez Mujica.
El museo
fue desaparenciendo lentamente a medida que avanzaba el siglo hasta que en 1960, gracias a los buenos oficios de Mons. Gregorio Adam fué designado como sede permanente de la Sociedad Bolivariana de Venezuela en el Estado Carabobo, quien colabora con su guarda y custodia.
José Rafael Otazo M.
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Profesor Universitario.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de La Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.
Director de la Publicación Internacional, "Ni vestido ni desnudo"
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Profesor Universitario.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de La Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.
Director de la Publicación Internacional, "Ni vestido ni desnudo"
El soberbio León de Payara, de obligado paso ese lugar...
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