En el Archivo General de la Nación reposa un manuscrito de esos que
hablan por sí solos: se titula “Documento sobre los esclavos que en 1565
trajo al puerto de Borburata John Hawkins”.
Lo primero que debe ser tomado en cuenta es la fecha, ya que algunos historiadores señalan el año 1563 como el último en la vida de la ciudad costanera (Borburata se despobló totalmente en el año mil quinientos sesenta y cuatro).
John Hawkins fue uno de los más famosos piratas del período isabelino (Isabel de Inglaterra y su reinado, desde 1558 a 1603). En el segundo de sus viajes americanos recaló en Borburata con una flotilla de cuatros buques cargados de esclavos de la costa de Guinea.
Comerciar con extranjeros estaba prohibido por la Corona española. Alegó el navegante para surtir, uno de los tantos y conocidos argumentos piratescos: “arribada forzosa”, por presentar averías en sus buques.
Las negociaciones (respaldadas con el convincente “argumento” de cuatro navíos armados en guerra, uno de ellos, la nave capitana, de novecientas toneladas, con sesenta piezas de artillería y doscientos cincuenta tripulantes) permitieron el intercambio comercial, siempre y cuando se pagaran los derechos de almojarifazgo al fisco real.
(La justicia española era severa... Cuando Alonso Bernaldez concluyó su mandato, el nuevo gobernador Pedro Ponce de León le formuló cargos en Juicio de Residencia, por haber permitido los negocios con el pirata inglés; hecho prisionero, fue remitido a España. Todos los compradores borburateños en alguna forma fueron sancionados).
El suceso narrado, acontecido entre el 20 de abril y el 2 de mayo de 1565, bien pudiera resultar anecdótico: mas interesa para la historia que nos hemos propuesto contar, ésta de la región costanera desde la punta de Patanemo hasta Tucacas, ciénaga de Alonso Cabello y Golfo Triste incluidos. Porque nos proporciona una fecha cierta de la introducción y compra de esclavos para ser destinados preferentemente a la agricultura, ya que resultaba imposible suponer se emplearan todos en el servicio doméstico: 140 esclavos triplicaban la población de la Borburata de entonces.
Ahora que en base al anterior documento, desde el año 1565 se puede hablar de la existencia de hacendados y haciendas interioranas, y sus dos principales cultivos: cacao y caña de azúcar.
Podemos señalar también en este aspecto que esclavos hubo antes (año 1548) traídos por el fundador de Borburata Juan de Villegas en calidad de mineros, buscadores de áureo mineral inexistente en la región. Después de poblada la ciudad por el capitán Pedro Álvarez al frente de una expedición venida desde El Tocuyo, mediante una “Instrucción” (año 1551), los borburateños solicitaban al rey les permitiera adquirir negros, “... que anden reparando los caminos y otras cosas de la ciudad”.
¿De dónde venían los transportados? Y respondemos: preferentemente de la parte occidental de África: Sudán, Congo, Angola, Guinea, Bengala, Luanda, Camerún, Gabón, Namibia... Las entradas legales fueron realizadas entre los años de 1696 a 1779, a través de los asientos (monopolios de explotación comercial) de la Compañía Real de Guinea (en períodos de paz, también por el Real Asiento de Francia, y el de Inglaterra). Inicialmente la Corona española concedió a los colonos licencias para traer esclavos, que se transformaron en permisos, y finalmente en contratos.
Las principales etnias transportadas fueron: Loangos, Minas, Tarí, Angolas, Carabalíes, Yorubas, Lucumíes... Para evitar se comunicaran entre sí y pudieran ponerse de acuerdo para intentar alguna reacción, los tratantes mezclaban procedencias. Los pagos debían hacerse a través del trueque, ya que existía expresa prohibición de pagar con cacao, o monedas de oro y plata.
El contrabando fue la principal manera de adquirir por los terratenientes lugareños: venían en barcos negreros que realizaban “arribadas maliciosas”, argumentando vientos contrarios, averías, tormentas... La carena y reparación de buques se realizaba en la banda norte (donde después se construyó el castillo San Felipe) de la entrada del puerto. Mientras carenaban, se echaban a tierra las mercancías por vender, utilizadas después en trueques de bienes y productos, especialmente proporcionados por habitantes de Valencia y Barquisimeto.
Lo primero que debe ser tomado en cuenta es la fecha, ya que algunos historiadores señalan el año 1563 como el último en la vida de la ciudad costanera (Borburata se despobló totalmente en el año mil quinientos sesenta y cuatro).
John Hawkins fue uno de los más famosos piratas del período isabelino (Isabel de Inglaterra y su reinado, desde 1558 a 1603). En el segundo de sus viajes americanos recaló en Borburata con una flotilla de cuatros buques cargados de esclavos de la costa de Guinea.
Comerciar con extranjeros estaba prohibido por la Corona española. Alegó el navegante para surtir, uno de los tantos y conocidos argumentos piratescos: “arribada forzosa”, por presentar averías en sus buques.
Las negociaciones (respaldadas con el convincente “argumento” de cuatro navíos armados en guerra, uno de ellos, la nave capitana, de novecientas toneladas, con sesenta piezas de artillería y doscientos cincuenta tripulantes) permitieron el intercambio comercial, siempre y cuando se pagaran los derechos de almojarifazgo al fisco real.
(La justicia española era severa... Cuando Alonso Bernaldez concluyó su mandato, el nuevo gobernador Pedro Ponce de León le formuló cargos en Juicio de Residencia, por haber permitido los negocios con el pirata inglés; hecho prisionero, fue remitido a España. Todos los compradores borburateños en alguna forma fueron sancionados).
El suceso narrado, acontecido entre el 20 de abril y el 2 de mayo de 1565, bien pudiera resultar anecdótico: mas interesa para la historia que nos hemos propuesto contar, ésta de la región costanera desde la punta de Patanemo hasta Tucacas, ciénaga de Alonso Cabello y Golfo Triste incluidos. Porque nos proporciona una fecha cierta de la introducción y compra de esclavos para ser destinados preferentemente a la agricultura, ya que resultaba imposible suponer se emplearan todos en el servicio doméstico: 140 esclavos triplicaban la población de la Borburata de entonces.
Ahora que en base al anterior documento, desde el año 1565 se puede hablar de la existencia de hacendados y haciendas interioranas, y sus dos principales cultivos: cacao y caña de azúcar.
Podemos señalar también en este aspecto que esclavos hubo antes (año 1548) traídos por el fundador de Borburata Juan de Villegas en calidad de mineros, buscadores de áureo mineral inexistente en la región. Después de poblada la ciudad por el capitán Pedro Álvarez al frente de una expedición venida desde El Tocuyo, mediante una “Instrucción” (año 1551), los borburateños solicitaban al rey les permitiera adquirir negros, “... que anden reparando los caminos y otras cosas de la ciudad”.
¿De dónde venían los transportados? Y respondemos: preferentemente de la parte occidental de África: Sudán, Congo, Angola, Guinea, Bengala, Luanda, Camerún, Gabón, Namibia... Las entradas legales fueron realizadas entre los años de 1696 a 1779, a través de los asientos (monopolios de explotación comercial) de la Compañía Real de Guinea (en períodos de paz, también por el Real Asiento de Francia, y el de Inglaterra). Inicialmente la Corona española concedió a los colonos licencias para traer esclavos, que se transformaron en permisos, y finalmente en contratos.
Las principales etnias transportadas fueron: Loangos, Minas, Tarí, Angolas, Carabalíes, Yorubas, Lucumíes... Para evitar se comunicaran entre sí y pudieran ponerse de acuerdo para intentar alguna reacción, los tratantes mezclaban procedencias. Los pagos debían hacerse a través del trueque, ya que existía expresa prohibición de pagar con cacao, o monedas de oro y plata.
El contrabando fue la principal manera de adquirir por los terratenientes lugareños: venían en barcos negreros que realizaban “arribadas maliciosas”, argumentando vientos contrarios, averías, tormentas... La carena y reparación de buques se realizaba en la banda norte (donde después se construyó el castillo San Felipe) de la entrada del puerto. Mientras carenaban, se echaban a tierra las mercancías por vender, utilizadas después en trueques de bienes y productos, especialmente proporcionados por habitantes de Valencia y Barquisimeto.
José Rafael Otazo M.
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Profesor Universitario.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de La Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.
Director de la Publicación Internacional, "Ni vestido ni desnudo"
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Profesor Universitario.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
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Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.
Director de la Publicación Internacional, "Ni vestido ni desnudo"
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