Prólogo de mi
más reciente libro “Las Herramientas Masónicas”. Editorial Masónica.es (http://www.masonica.es/ficha/?i=108)
Por Javier Otaola
Bajeneta
Ex Presidente de
CLIPSAS, y
Ex Gran Maestro de la
Gran Logia Simbólica de España
Javier Otaola B. |
La Masonería como
tradición iniciática se arraiga en la experiencia de la acción constructiva, en
el trabajo creador, en la confección y estudio de las herramientas, a través de
las cuales el ser humano multiplica su capacidad de acción y dialoga con el
mundo que habita. En la elección de sus
herramientas elige el ser humano sus proyectos, su originalidad personal y
sobre todo le descubre el problema de su propio ser: la inquietud de sí mismo
(Michel Foucault) que ha sido desde siempre la tarea del pensamiento filosófico
y de la espiritualidad humana, el precepto del Oráculo de Delfos - gnothi
seauton - conócete a ti mismo.
No es casualidad por
eso que Iván Herrera Michel haya escogido el análisis de las herramientas, su
significado simbólico y su valor hermenéutico para entender el método Masónico.
Esa inquietud del
sí-mismo, esa necesidad de preguntarse ¿Quién soy? Es un privilegio de
los
seres humanos que no alcanza ni a los animales ni a los dioses, y nos obliga a
realizar una reflexión ética. La Masonería
nos sugiere que la respuesta a esa pregunta la hemos de encontrar en la ACCIÓN
en las obras que emprendamos, no tanto en los logros de esa acción sino en la
intencionalidad de nuestros actos: Lo que tú haces, te hace.
La Masonería en sus
rituales, en su sociabilidad y en su método desarrolla lo que Foucault
denominaría “prácticas de transformación
del yo” que no son sino INICIACIONES.
Iniciaciones que de diversas maneras ya se practicaban en la Grecia
Clásica. Iván Herrera Michel no deja de
analizar ninguna de las herramientas que definen el trabajo del Masón, y saca
de su hermenéutica luminosas reflexiones: del mazo, del cincel, de la regla de
24 pulgadas, de la palanca, del nivel, de la plomada, de la llana, del compás, de
la escuadra. Y merece destacar su
reflexión sobre la piedra bruta, imagen de nuestro propio ser.
Platón recoge en el
diálogo Fedón el pensamiento de Sócrates, que pone en relación nuestros actos,
nuestros hechos, nuestras intenciones con el Ser que hemos llegado a ser a
través de nuestros actos. Se podría
decir que terminamos EX –sistiendo a base de IN-sistir en nuestros actos, esa
In-sistencia son los golpes del mazo y el cincel sobre la piedra que tallan así
nuestros vicios y virtudes, nuestras cualidades y a la postre nuestro perfil
humano.
Dice Sócrates.
“Quien en su vida ha cuidado de su alma y ha filosofado, purificándose,
no teniendo en nada las riquezas y honores, quien al conocer ha despreciado los
sentidos por ser engañosos, utilizando para saber solo el alma, quien de este
modo obra viviendo según la razón, se libera y es digno de pertenecer a la
estirpe de los dioses.”
La inquietud de Sí
implica la experiencia de la oscuridad, del peligro de perderse en el
laberinto, la búsqueda de la luz para encontrar nuestro camino nos lleva al
cuidado de Sí y en ese cuidado está incluido el cuidado de los Otros: la ética.
Ese conocerse a sí
mismo, cuidar de sí mismo, pulir nuestro ser, no nos lleva al ensimismamiento y
al enamoramiento de nosotros mismos sino que es una cierta manera de “relacionarse con”, ese cuidado de sí
mismo, lo que llamamos el “pulimento de
nuestra piedra” se desarrolla, en relación fraternal con otros mediante una
actividad de palabra y escritura, donde se enlazan el trabajo de sí sobre sí y
la comunicación con el otro: se alcanza sólo en el reconocimiento mutuo.
La actitud iniciática
que nos propone la Logia constituye una manera nueva – no profana - de
relacionarse con los otros y también con las cosas.
La iniciación a través
de las “desfamiliarización” del
mundo, colocándonos en nuestra desnuda humanidad, extrañándonos de
la cotidianidad suscita en nosotros un sentido agudizado de lo real.
Ese cuidado de sí no se
puede convertir en una especie de narcisismo moral, a modo de un culturismo del
espíritu, no debe quedar fijado en sí mismo o en la auto-fascinación sino que
debe conducir a la materialización del imperativo ético de la Masonería:
Libertad, Igualdad, Fraternidad
La Masonería no es
dogmática ni siquiera doctrinaria pero sí es proactiva y propone una serie de
pautas abiertas que han de concretarse en cada uno de nosotros, la Masonería se
presenta como el arte de sí mismo, el arte de llegar a ser de una manera plena
lo que ya somos como posibilidad: la mejor versión de nosotros mismos.
El libro de Iván
Herrera Michel nos ayuda en ese arte.
Javier Otaola B.
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