La
masonería es según nuestras Constituciones es un método de especulación
filosófico que nos permite o nos facilita la “búsqueda de la verdad, el estudio
de la moral y la práctica de la solidaridad”
Trabajamos pues con la especulación como
herramienta para lograr el “mejoramiento material y moral y el
perfeccionamiento intelectual y social” de nuestro entorno, y esa posición y
conceptualización nos obliga a la reflexión, de acuerdo con el sentido
etimológico de la palabra especulum: espejo.
Mirarse «reflejado» en el espejo es «reflejarse»
tal y como lo hacemos cuando en nuestra iniciación se nos enfrenta con nuestra
propia imagen en el espejo, con ello comienza un acto de «reflexionar-se». de
repensarse.
Nuestro trabajo logial es un método de
relación personal entre hombres libres que cooperan para que la logia se
convierta en un Centro de Unión entre personas de diferentes edades,
biografías, horizontes espirituales, ideológicos y filosóficos que se reconocen
entre sí, en su grado y calidad, y se dan también entre sí en la llamada Cadena
de Unión, que intenta llegar a ser el Centro de Unida Universal.
Por tanto hablamos sobre un método
masónico que se ha ido creando, y reelaborando a la vez que conservado a lo
largo de los tiempos, mediante una tradición que se transmite de generación en
generación, ese es nuestro mayor y mejor tesoro. La comprensión de ese método
supone la adquisición y la interiorización de una serie de conocimientos que
hemos de ir incorporando gradualmente a nuestra práctica masónica en el seno de
la Logia.
La unión y la intensidad de la relación
fraternal de una Logia se funda pues, en la participación de todos los hermanos
en el lenguaje común de los símbolos, y del rito como símbolo dramatizado que
debe ser interiorizado por todos los miembros, pues ello nos permite a todos
comunicarnos a pesar de nuestras diferencias, espirituales, generacionales, o
filosóficas; y no podemos ni debemos huir de ello por banal que nos parezca, o
por interesantes que nos parezcan otros debates u ámbitos conceptuales.
Debemos tener en cuenta que El Rito
crea el momento de la unidad y establece además la distancia justa entre los
hermanos para poder sentir el calor del otro, sin invadir ni violentar el
espacio vital del otro.
Por lo cual debemos velar por mantener la
transmisión del método ritual a salvo de contaminaciones o variaciones, y ello
exige la lealtad de cada masón para con la integridad y la riqueza del
«thesaurus» masónico recibido, es decir: manteniendo los mitos, símbolos,
rituales, costumbres, y las virtudes morales e intelectuales sobre las que
tradicionalmente se asienta nuestra tradición masónica. Teniendo en cuenta
que son referencias que debemos pasar de una generación a otra, sin que el
contenido cambie, aunque los vehículos de transmisión tengan una increíble
pátina de modernidad.
De hecho esta forma de transmisión ha
variado según han cambiado los estilos del «discurso intelectual» que se ha ido
amoldando en cada momento a las ideas, conceptos, corrientes de pensamiento,
tipos de cultura profana, lenguaje, vocabulario.etc.
Hoy este discurso es el que corresponde a
«este tiempo», por cuanto que es el lenguaje de hoy que es el que nos podemos
entender los hombres y mujeres en la actualidad pudiendo afirmar que , «el
espíritu permanece, pero la letra cambia sin traicionar al espíritu». Esa debe
ser nuestra trayectoria como proyecto que camina hacia la
Universalidad
El Ritual se ha de realizar mediante la
transmisión oral, y ello debe asegurar su autenticidad, y debe descansar en esa
oralidad como medio de comunicación personal por excelencia y como garantía del
contacto humano y el secreto masónico.
Motivo por el cual la palabra, ha de ser
pautada por el Rito, dicha de hermano a hermano, de cara al Oriente, pero no
como un arma arromadiza, o como una pelota que se le cuela al hermano para que
debata interminablemente, o para que el Maestro engulla y digiera sus propias
contradicciones o ignorancias, o muestre sus sapiencias. La palabra ritualizada
tiene una fuerza y un calor que multiplica su eficacia comunicativa, por tanto
nuestras planchas deben ceñirse al sentido del consenso, al concepto de ayuda,
de superación dando a la transmisión masónica la intensidad que le corresponde,
no sólo como adquisición de conocimiento sino como incorporación a una
Tradición, a una cadena de hermanos de la que formamos parte como un eslabón
más en continua formación .
Nuestro trabajo masónico ha tenido muchas
reelaboraciones desde antes, durante y después de 1717, y cuyo producto llega a
nuestras manos a través de muchos autores,. donde ha intervenido muchos actores
y muchas estructuras hasta nuestros días y sin embargo el núcleo, la
médula de la tradición masónica sigue siendo la transmisión oral, directa, de
persona a persona a través de Ritual.
Por tanto podemos señalar que la
masonería, o sea nuestra peculiar forma de trabajar es una forma compleja de
interactuar en un medio, o un entorno, pero no de una forma sistemática sino
desde la diversidad que es nuestra riqueza y nuestro valor, porque así de
diversas y multifuncionales son nuestras propias herramientas.
Es esencial saber que pese a las grandes
avances no se puede transmitir nuestro peculiar método masónico a distancia,
porque no es sólo un conocimiento intelectual, sino una vivencia en un ámbito
espacial muy determinado, donde ese “Thesaurus” nos dice mucho sobre el ser
y esencia; y ello nos invita a un determinado comportamiento, y sabemos por
propia experiencia cuando hemos intentado trabajar desde la distancia y sin el
contacto y la vivencia ritual lo que nos ha pasado, malas interpretaciones,
vuelcos del sentimiento sobre la razón, o el sobrepeso de la razón sobre el sentimiento.
Sólo la participación en el Rito del Rito
nos puede dar la profundidad comunicativa que permite hacer masonería. Sin esa
profundidad no hay trabajo masónico.
Victor Guerra MM.:.