Por Ivan Herrera Michel
Aunque hoy la encontramos en diferentes
modalidades y estilos (para dibujo lineal, como rapidógrafo, como instrumento
de medición, de metal o de plástico, en forma de triángulo rectángulo
isósceles, para afirmar la unión en ángulo recto de dos piezas, Etc.), el
símbolo de la escuadra, en tanto que útil Masónico, consta de dos reglas de
madera unidas por un extremo formando un ángulo de noventa grados, y está
documentado en la Masonería especulativa desde sus primeros textos.
En este sentido, suele encontrarse en forma de
L, con un brazo más largo que el otro, en una proporción de 3 a 4
medidas, que era como lo usaban los Maestros constructores europeos en la edad
media y el renacimiento. Y es en esta forma como la muestra la representación
Masónica especulativa más antigua que se conoce que data del año 1725. En
lo sucesivo también la encontraremos con ambos brazos iguales.
De cualquier modo, y al igual que el nivel y
la plomada, la escuadra no es una herramienta de construcción, sino un
instrumento para confirmar la verticalidad del trabajo adelantado con
respecto a una base horizontal.
El significado moral Masónico de la escuadra
se parece mucho al de su simbolismo latino, que evocaba al mismo tiempo un
modelo, un ejemplo y una regla a seguir. Es decir, que la alegoría de la
escuadra contiene en sí misma un concepto intelectual y moral de legalidad y
rectitud en el comportamiento equilibrado del Masón en el marco de un contexto
constructivo aterrizado.
La escuadra es el símbolo del aire de probidad
disciplinada del pensamiento y la acción sobre la realidad. Y quizás por
esta razón, es que en la Masonería se le utiliza continuamente en los signos
del Aprendiz, Compañero y Maestro, en la forma de colocar los pies, para
desplazarse por el Taller, en la posición corporal, en la manera en que se
evalúa el pulido de la Piedra Bruta, Etc.
Ella convida a adoptar una aptitud y un estilo
de vida que construya una humanidad y una sociedad a partir de la realidad, así
como un enfoque en nuestros pensamientos, palabras, actos y decisiones que
multiplique un referente creativo, además de un mapa perceptual que sea tan
respetable para el constructor como para el observador. Igualmente,
robustece el hábito de instaurar una nueva identidad verificable en lo
trascendente en la que al control del avance de la obra le anteceda la idea y
el optimismo de su perfección y armonía.
Por su parte, el uso de la escuadra como joya
distintiva del Venerable Maestro de una Logia recuerda que su labor debe estar
inmersa en la tradición y en los principios generales de la Masonería, sin
dejar de tener los pies sobre la tierra. Es decir, que es el funcionario
que cuida en el Taller que el mundo Masónico ascienda desde la realidad
circundante.
Y en una institución en donde sus miembros
adquieren la condición de Masón en la medida en que los otros lo reconocen como
tal, y no por su Iniciación, los cargos ocupados o los Grados alcanzados, la
importancia del ejemplo y las conductas repetitivas apegadas al imaginario
colectivo es de vital importancia para la formación de los nuevos miembros y la
consolidación de la Orden, ya que con base en ellos se regula la vida Masónica
y disponemos el lugar de las cosas que nos rodean para la construcción
pretendida.
Al
respecto de la eficacia del ejemplo, podemos traer a cuento un aparte de una
obra de la literatura estadounidense que ha sido adaptada once veces al cine,
una vez a un musical de Broadway, y en múltiples ocasiones al teatro, la opera
y la televisión: “Mujercitas” (1868) de Louisa May Alcott. En el
capítulo 8 del libro, Margaret March le describe a su voluntariosa hija Josephine
(Jo) el carácter de su padre ausente como el de alguien que “nunca pierde la paciencia,
ni duda, ni se queja; siempre tiene esperanza, trabaja y espera tan
alegremente, que uno se avergüenza de conducirse de otra manera delante de él.”
Es por
eso, que la escuadra se asocia cabalmente con el compás, y de la
combinación de ambos se deduce el avance de lo más sublime que tiene el ser
humano sobre las circunstancias que lo envuelven.
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