El siglo XVII venezolano será el del asentamiento de la población
territorial: atrás quedarían las fundaciones de ciudades. Continuaría la
región oriental y sus placeres de perlas en franco desarrollo,
incorporándose Guayana, todo lo cual se testimonia con las llamadas
Relaciones Misionales, escritas por sacerdotes que evangelizan los
últimos aborígenes encomendados. Se sustituirá lentamente por esclavos
africanos la mano de obra indígena, y desaparecerán las Encomiendas
producto del vencimiento de la concesión real que las había otorgado
hasta por tres generaciones.
En la región costanera del centro de la Provincia no se fundan nuevos pueblos. En el espacio entre La Guaira y Coro no existen poblaciones españolas ni aldeas indígenas. La primera de las ciudades señaladas, a partir del año 1606, se fortifica en previsión de asaltos de piratas y corsarios.
Desaparecida la Encomienda y paralizados los repartimientos de tierras, en la segunda mitad del siglo que nos ocupa será el surgimiento de la hacienda como unidad de producción, la forma predominante de la tenencia territorial. Esta propiedad rural se explotará mediante el uso del trabajo subordinado, y su producción estará destinada a un mercado reducido sin posibilidades de exportación. Las haciendas poseerán características comunes en las regiones donde se desarrollan. Veamos, a manera de información, algunas de ellas:
PRIMERA: Crearon su propia economía interna… La moneda será sustituida por fichas, a las que el hacendado señala un valor convencional. Los pagos de salarios se harán en alimentos, mercancías, útiles, objetos… La economía monetaria de la época no rige plenamente en el ámbito hacendístico.
SEGUNDA: Las edificaciones se constituyen en un conjunto abaluartado, que se organiza para la defensa del lugar donde se vive; y en relación con otras haciendas, en una cadena de bastiones defensivos del cinturón litoralense.
TERCERA: Consecuencia de lo anterior, junto a las herramientas de trabajo (machetes, escardillas, etc.) se concentran lanzas y armas de fuego (escopetas, fusiles, pistolas, cañones).
CUARTA: La peonada que integran negros esclavos e indios serán agricultores, criadores, pescadores, y a la vez soldados.
QUINTA: Servirán las haciendas de lugares para la práctica del contrabando, especialmente en la entrega a comerciantes extranjeros de lo en ellas producido.
Dos cultivos principales se desarrollaron en las haciendas interioranas durante el siglo XVII: la caña de azúcar y el cacao.
Los ingenios azucareros presuponían una progresiva devastación del territorio, a los fines de proporcionar lugares abiertos, de mucho sol, para la siembra, y mantener con leña el fuego de los trapiches durante el proceso de cocción del jugo de caña, hasta ser convertido en azúcar prieta y blanca.
En la región costanera del centro de la Provincia no se fundan nuevos pueblos. En el espacio entre La Guaira y Coro no existen poblaciones españolas ni aldeas indígenas. La primera de las ciudades señaladas, a partir del año 1606, se fortifica en previsión de asaltos de piratas y corsarios.
Desaparecida la Encomienda y paralizados los repartimientos de tierras, en la segunda mitad del siglo que nos ocupa será el surgimiento de la hacienda como unidad de producción, la forma predominante de la tenencia territorial. Esta propiedad rural se explotará mediante el uso del trabajo subordinado, y su producción estará destinada a un mercado reducido sin posibilidades de exportación. Las haciendas poseerán características comunes en las regiones donde se desarrollan. Veamos, a manera de información, algunas de ellas:
PRIMERA: Crearon su propia economía interna… La moneda será sustituida por fichas, a las que el hacendado señala un valor convencional. Los pagos de salarios se harán en alimentos, mercancías, útiles, objetos… La economía monetaria de la época no rige plenamente en el ámbito hacendístico.
SEGUNDA: Las edificaciones se constituyen en un conjunto abaluartado, que se organiza para la defensa del lugar donde se vive; y en relación con otras haciendas, en una cadena de bastiones defensivos del cinturón litoralense.
TERCERA: Consecuencia de lo anterior, junto a las herramientas de trabajo (machetes, escardillas, etc.) se concentran lanzas y armas de fuego (escopetas, fusiles, pistolas, cañones).
CUARTA: La peonada que integran negros esclavos e indios serán agricultores, criadores, pescadores, y a la vez soldados.
QUINTA: Servirán las haciendas de lugares para la práctica del contrabando, especialmente en la entrega a comerciantes extranjeros de lo en ellas producido.
Dos cultivos principales se desarrollaron en las haciendas interioranas durante el siglo XVII: la caña de azúcar y el cacao.
Los ingenios azucareros presuponían una progresiva devastación del territorio, a los fines de proporcionar lugares abiertos, de mucho sol, para la siembra, y mantener con leña el fuego de los trapiches durante el proceso de cocción del jugo de caña, hasta ser convertido en azúcar prieta y blanca.
Haciendas de caña existieron en los valles de Borburata, San Esteban y Goaigoaza, hasta mediados de la pasada centuria. Casi toda la producción era para el consumo interno de la Provincia… Un problema representa el aguardiente, de uso común y masivo, en competencia con licores importados especialmente desde las islas Canarias.
José Rafael Otazo M.
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Profesor Universitario.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de La Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.
Director de la Publicación Internacional, "Ni vestido ni desnudo"
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Profesor Universitario.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
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Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.
Director de la Publicación Internacional, "Ni vestido ni desnudo"
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