El marqués de La Fayette fue uno de los personajes más destacados del periodo comprendido entre la Guerra de Independencia de los Estados Unidos y las Revoluciones de 1830.
Destacó por ser un firme defensor de los valores democráticos y
liberales durante toda su vida. No sólo en el ámbito político, sino
también en el militar, ya que no dudó en sacrificar su integridad para
luchar por lo que él consideraba como correcto.
Nació bajo el nombre de Marie-Joseph Gilbert du Motier el 6 de septiembre de 1757
en Chaviniac (Francia) en el seno de una familia noble. Su educación
primaria corrió a cargo del abad Fayon, pero su madre optó por
ingresarle en el “Collège du Plessis”, una escuela para los jóvenes
pertenecientes a la aristocracia. Con 13 años, La Fayette quedó huérfano
y pasó a heredar una considerable fortuna.
Perfeccionó su educación en la Academia de Versailles,
donde estudió Artes Militares. El 9 de abril de 1771 fue nombrado
subteniente del cuerpo de Mosqueteros. Gracias a su matrimonio con Marie
Adrienne Françoise de Noailles, consiguió una dote de 400.000 libras,
el rango de capitán y el mando de una compañía en el Regimiento de
Dragones de Noailles.
En 1777, en contra de los deseos del rey francés, La Fayette se embarcó para América,
donde combatió al lado de los insurrectos norteamericanos. George
Washington le nombró general mayor y le otorgó el control de varias
divisiones. Aunque resultó herido en la batalla de Brandywine, pudo
organizar una exitosa retirada. En la batalla de Rhode Island sirvió de
forma destacada y fue acogido calurosamente por todos los insurrectos,
quienes le reconocieron el título de coronel de caballería.
Pero su papel como militar se vio interrumpido durante 6 meses, cuando Washington lo envió a negociar con el rey de Francia
un posible aumento del contingente galo en el país. En 1780 regresó y
el líder sublevado nombró a La Fayette comandante de las tropas de
Virginia. Fue entonces cuando participó en la decisiva batalla de
Yorktown, en la que Charles Cornwallis tuvo que capitular y en la que
las tropas enviadas por Francia combatieron bajo el mando del conde de
Rochanbeau. Desde entonces fue considerado por todos los estadounidenses
como un héroe.
En 1782, La Fayette regresó a Francia
con el rango de Mariscal de Campo. La Asamblea de Notables le convocó en
1788 para analizar la grave situación del país. El noble sugirió
convocar los Estados Generales de Francia, donde fue diputado de Riom y
se adhirió a la causa revolucionaria.
La Fayette participó de forma activa en la conformación de la nueva Francia.
Propuso añadir el color blanco entre el azul y el rojo en la bandera
nacional y presentó un borrador de la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano. El hecho de que en su pasado defendiese la
libertad en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos fue lo que
le llevó a obtener el mando de la Guarda Nacional de París. Se presentó
como líder de la nobleza liberal y aspiró, con Mirabeau, a conciliar la
monarquía con la Revolución.
Gracias a sus éxitos, fue proclamado comandante del ejército del Norte,
cargo en el que no tuvo demasiados triunfos. Su oposición a los
jacobinos y los rumores de haber participado en la matanza del Campo de
Marte fueron clave para la acusación de traición que Robespierre hizo
sobre él. La Fayette huyó en 1791, pero fue capturado por los austríacos
y pasó cinco años en prisión.
La intercesión de Napoleón
fue vital para que en 1797 fuese liberado. Pero el futuro emperador le
prohibió regresar a París, por lo que tuvo que permanecer retirado de la
vida pública hasta los Cien días. Llegado aquel momento, fue diputado y
pidió la abdicación de Napoleón en junio 1815.
Aunque veía con buenos ojos el regreso de los Borbones, estaba en contra de Luis XVIII. La Fayette fue elegido diputado liberal de 1818 a 1824 y, a partir de 1827, desempeñó un papel esencial durante la revolución de 1830, donde La Fayette realizó brillantes discursos y propuestas para defender los derechos civiles y terminar con el absolutismo de Carlos X.
Ese fue el motivo por el que los miembros de la Asamblea le ofrecieron
la posibilidad de presidir una república. Aunque estaba agradecido,
declinó la oferta y propuso a Luis Felipe I como rey constitucional.
El nuevo monarca le nombró comandante de la Guardia Nacional, cargo que ejerció junto al de miembro de la izquierda dinástica durante poco tiempo, ya que se alejó de la política. Aun así, La Fayette luchó en contra de los privilegios de la nobleza, contra los cargos hereditarios y contra la pena de muerte. El gobierno de los Estados Unidos le concedió el título de “estadounidense honorífico” como agradecimiento a toda la labor desempeñada en la defensa de la libertad y de los derechos individuales.
Finalmente, el 20 de mayo de 1834, La Fayette falleció.
Fue enterrado en París bajo tierra proveniente del campo de batalla de
Bunker Hill, enviada por el gobierno estadounidense. Pasó a la historia a
ambos lados del océano por ser un firme defensor de los valores que
enarbolaron la Revolución Francesa y la Guerra de Independencia de los
Estados Unidos.
Pierre Cubique.·.
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