Intelectual y masón colombiano, nacido en Villa de la Candelaria de Medellín,
Provincia de Antioquia (Virreinato de la Nueva Granada), 21 de Octubre de 1770, y muerto en Bath (Inglaterra), el 28 de noviembre de
1822.
Vida
Hijo legítimo de Pedro y
Rosalía, pertenecientes ambos a la pequeña nobleza provincial, realizó
sus primeros estudios en la única escuela existente en su ciudad natal.
En 1782 inició el bachiller en el Real Colegio y Seminario San Francisco
de Asís, de la ciudad de Popayán. A comienzos de 1786, Zea obtuvo una
beca para continuar sus estudios superiores de Jurisprudencia en el
Colegio de San Bartolomé, regentado por los padres de la Compañía de
Jesús. Al concluir sus dos primeros cursos, presentó oposición a la
cátedra de Gramática, la cual obtuvo con mención sobresaliente.
Concluidos sus estudios, no sin grandes penurias económicas, optó y
obtuvo por oposición la cátedra de Humanidades. Gracias a un pronto
ganado prestigio intelectual, el virrey José de Ezpeleta le nombró preceptor de sus hijos.
Dentro del aún incipiente ambiente proilustrado santafereño, a los 24 años Zea se inició como activo publicista de la nueva filosofía natural, la cual, desde 1762, había empezado a pregonar en el virreinato el médico, filósofo y naturalista gaditano D. José Celestino Mutis,
desde 1783 fundador y director de la Real Expedición Botánica de la
Nueva Granada. A primeros de abril de 1791, Zea publicó en el Papel Periódico de Santafé de Bogotá, el primer y recién aparecido periódico neogranadino, su siempre citado Avisos de Hebephilo,
ardorosa llamada a los jóvenes del Virreinato para abrazar la causa de
la regeneración patriota por medio del cultivo de las ciencias naturales
y las matemáticas, olvidándose del escolasticismo y su método, el
peripato.
En noviembre de 1791, a petición del mismo Mutis, Zea
fue designado Agregado Científico de la Real Expedición Botánica de
Santafé. Entre 1792 y 1794, Zea alternó sus actividades como botánico y
la agitación intelectual que por doquier bullía en la capital del
virreinato. Entre otros, trabó amistad con Antonio Nariño y Álvarez y Pedro Fermín de Vargas,
los dos más connotados precursores de la emancipación de la Nueva
Granada. A finales de 1791, el primero de ellos le había hecho miembro
del Arcano de la Filantropía, primer y selecto club “literario”,
casi siempre asociado con los orígenes de la masonería neogranadina y la
preideología emancipadora del Virreinato (véase Masonería).
En agosto de 1794, Zea fue inculpado en uno de los tres sumarios, el denominado Pesquisa de Sublevación,
dentro de la supuesta y abortada conspiración en contra del virrey y la
audiencia neogranadinas. A los 29 años, a comienzos de noviembre de
1795, Zea partió de Santafé rumbo a Cádiz en calidad de reo de Estado;
quedaba en el Consejo de Indias el fallo definitivo sobre su causa y la
de nueve procesados más, el cual se falló a mediados de 1799, gracias al
interés que por ellos demostraron, a la caída de Godoy, los ministros Saavedra y su sustituto interino Mariano Luis de Urquijo.
Aunque primero se les concedió la ciudad de Cádiz y sus arrabales como
cárcel provisional, se decretó a continuación su inmediata libertad, el
derecho a continuar sus estudios y profesiones, la restitución a sus
pueblos de origen, la devolución de todos los bienes embargados y el
pago de los sueldos atrasados.
Contando siempre desde Santafé con
un permanente apoyo de Mutis, logró Zea relacionarse con los más
selectos círculos botánicos de la Corte. Con la ayuda de José de Cavanilles, en 1800 publicó en los Anales de Historia Natural,
su primer trabajo científico en España: "Memoria sobre la quina según
los principios del Sr. Mutis", con el cual se inició una ardua batalla
científica en la Península en contra de la escuela y práctica botánicas
de Casimiro Gómez Ortega y su más allegado colaborador, Hipólito Ruiz
(director de la Expedición Botánica del Perú y Chile), uno y otro
celosos y apasionados enemigos de la persona y obra científica de Mutis.
En octubre de 1800, el Ministro Urquijo autorizó que Zea pudiera pasar
un año en París, con el objeto de actualizarse científicamente antes de
regresar a Santafé, y así ayudar en la conclusión y publicación de la
obra médica y botánica de Mutis.
Aunque se ignoran casi totalmente
las actividades profesionales de Zea en París, se dice que fue entonces
cuando conoció y alternó con las principales autoridades científicas
europeas presentes entonces en la capital francesa: Georges Cuvier, François Dominique Arago, Jean Victor Audouin, Pierre Simeon Laplace, Georges Bory, Alexandre Brongniart y Volts Berthier. Desde París logró Zea insertar, en 1801, varias contribuciones suyas en los citados Anales: la descripción de las "Cascadas prodigiosas" del Salto de Tequendama, como las de Fusafasugá e Iconozo.
Zea
regresó a Madrid a finales de 1802, y por petición de Cavanilles, a
comienzos de enero 1803, Pedro Cevallos le nombró segundo profesor de
Botánica del Real Jardín Botánico de Madrid, asignándolo además como
segundo redactor de los periódicos oficiales, la Gaceta de Madrid y El Mercurio Histórico y Político, cargos
que ocupó hasta mediados de mayo de 1804. Entusiasta promotor de la
"botánica agrícola", y tras la muerte de Cavanilles, Pedro Cevallos lo
nombró, a comienzos de mayo de 1804, Director y Primer Profesor del Real
Jardín Botánico de Madrid, a lo cual añadió, a finales de 1804, la
redacción y dirección del Semanario de Agricultura y Artes. Durante el ejercicio de Zea como Director del Jardín Botánico se planeó la creación de veinticuatro jardines provinciales.
A
comienzos de 1806, Zea contrajo matrimonio en Cádiz con Felipa Meilhon
de Montemayor. Del matrimonio nacieron dos hijas, de la cuales se crió
la mayor, Felipa, nacida en mayo de 1807, que, años más tarde, casó en
Francia con el Mariscal de Campo francés, Vizconde Alexandre De Rigny.
En
marzo y julio de 1807, Zea propuso y obtuvo de Cevallos la creación en
el Jardín Botánico de la cátedra de Agricultura y Economía Rural,
seguida de un sistema de premios y distinciones de mérito y honor para los alumnos más destacados del Real Jardín.
En 1807 la carrera científica de Zea empezó a tornarse en política. En agosto de dicho año, planteó en El Mercurio madrileño
la inevitable difusión y seductora penetración de las ideas de la
Revolución Francesa, anticipando varias de sus inevitables
consecuencias, tanto en España como fundamentalmente en Hispanoamérica.
Los sucesos napoleónicos en España marcaron un nuevo e inesperado rumbo
en la vida de Zea. A mediados de mayo de 1808, Joachim Murat
le designó como diputado americano en las recién convocadas Cortes de
Bayona, en esta ocasión en representación de la Capitanía General de
Guatemala, una vez que Ignacio Sánchez de Tejada
había sido nombrado en representación del Virreinato de la Nueva
Granada. En unión a los otros seis diputados americanos, Zea influyó,
más que los demás, en la redacción del Capítulo X de la que sería la
primera constitución escrita de la nueva España peninsular y
ultramarina.
Zea adhirió entonces con entusiasmo, como los cinco
restantes diputados americanos de Bayona, al credo regeneracionista,
antes que revolucionario, que Napoleón
ofreció y quiso plasmar en dicha carta: enunciados de derechos y
garantías individuales; libertad económica, de comercio, cultivo e
industria; igualdad formal entre peninsulares y americanos; diputación y
representación permanente para éstos en las Cortes y otros órganos de
gobierno del reino. En julio de 1808, Zea dio la bienvenida y juró al
nuevo monarca José Napoleón Ien
nombre de los dominios americanos. Ingresó luego en Madrid dentro de la
comitiva oficial del nuevo Monarca, y a finales de julio de 1808 siguió
a José en su huida hacia el Norte, tras el desastre francés de Bailén.
No obstante, a finales de septiembre del mismo año, Zea fue acusado y
procesado por el Consejo de Castilla por mantenerse fiel al nuevo
régimen francés. Sufrió el embargo y confiscación de todos sus bienes,
los cuales recuperó al retornar a la capital a finales del mismo año.
Si
bien Zea continuó en sus cargos del Jardín Botánico, siendo ya miembro
de la Orden de España Josefina, fue nombrado, en agosto de 1810, Jefe de
la Segunda División del Ministerio del Interior presidido por el
Marqués de Almenara. Sin embargo, a comienzos de septiembre de 1811, fue
designado Prefecto en Comisión de la Provincia de Málaga en reemplazo
de otro neogranadino, el Conde de Casa Valencia. Su misión tuvo por
objeto reorganizar la Administración Civil de una provincia clave para
el pretendido dominio francés en el sur y este español.
Ocho meses escasos estuvo Zea al frente de la prefectura malagueña. A mediados de agosto de 1812 acogió y acompañó al rey José
durante su rápida visita a la provincia de Málaga en tránsito hacia
Valencia, tras la derrota francesa de los Arapiles. A continuación, Zea
siguió el paulatino repliegue de las tropas francesas del sur, vía
Granada. Permaneció en Madrid hasta mediados de marzo de 1813, cuando
partió junto a José rumbo a la frontera francesa.
Poco o nada se
sabe de las actividades de Zea en Francia entre junio de 1814 y marzo de
1815. A comienzos de marzo de este año, después de dejar a su mujer e
hija en París bajo el cuidado del naturista francés Aimé Bompland, pasó a
Londres. Más tarde, se embarcó para las Antillas inglesas con el
propósito de unirse a la causa emancipadora sudamericana. A mediados de
mayo de 1815 llegó a Kingston, donde encontró a Simón Bolívar, que había abandonado Cartagena de Indias en la víspera de la llegada del Pacificador Pablo MORILLO. A mediados de febrero de 1816, estando en Puerto Príncipe, el Libertador
lo designó Intendente de Hacienda de la nueva fuerza expedicionaria. A
comienzos de mayo de 1816 desembarcó en la Isla Margarita, siguiendo a
las tropas de Bolívar en sus fallidos intentos por controlar la costa
oriental venezolana (Carúparo).
Muy pronto tuvo que presenciar los
primeros actos de barbarie de uno y otro bando: fusilamientos, quema y
destrucción de pueblos y ahorcamientos de civiles. El último día de
dicho año de 1816, Zea desembarcó nuevamente con Bolívar en Barcelona,
provenientes de Haití, donde éste se había refugiado desde finales de
junio de 1816, harto del inicial desorden militar patriota. A comienzos
de mayo de 1817, en el puerto de Cariaco, cerca de Cumaná, Zea se unió
al canónigo chileno José Cortés de Madariaga; al general Santiago Mariño,
segundo jefe militar venezolano; al almirante Bryon y a nueve más
preclaros patricios venezolanos, quienes, sin la anuencia del Libertador, conformaron el primer Congreso Venezolano, que luego desconoció y deshizo Bolívar.
Tras
la caída de Angostura, Zea fue pieza clave en los esbozos de
construcción del futuro Estado colombiano. A finales de septiembre,
Bolívar lo designó Presidente del Tribunal de Secuestros, que debía
ejecutar el decreto, dictado por aquél desde Guayana la Vieja,
confiscando todos los bienes pertenecientes tanto al anterior gobierno
español como a sus partidarios, españoles o americanos. A mediados de
octubre, Bolívar lo nombró miembro de la Comisión que debía repartir
entre los oficiales y soldados el producto de las ya ejecutadas
confiscaciones realistas. A finales de dicho mes, Zea resultó electo
Presidente de la Sala de Estado y Hacienda del Consejo de Estado, órgano
recién creado por Bolívar y en el cual éste depositó todos los poderes
civiles y militares existentes en sus manos. A comienzos de noviembre,
Bolívar conformó un Consejo de Gobierno, cuerpo propiamente gubernativo,
presidido por el almirante Brión, y del cual Zea fue electo vocal. A
comienzos de 1818, Zea asumió la presidencia del Consejo de Gobierno al
partir Bolívar y Brión para sus respectivos frentes militares.
Desde
este momento, y gracias a la íntima unión que mantuvo con las ideas y
pretensiones de Bolívar, Zea fue el indiscutido cofundador de la nueva
República de Colombia, que sellaría la Unión de Venezuela y la Nueva
Granada. A finales de junio de 1818 apareció, bajo su dirección y con la
ayuda de Juan Germán Roscio y José Luis Ramos, el primer número de El Correo del Orinoco, periódico o gaceta oficial del gobierno venezolano. A primeros de octubre de 1818, y por encargo del Libertador,
Zea redactó una dura respuesta a las gestiones españolas, tendentes a
lograr una mediación de las potencias europeas en la pacificación
americana, documento que fue la base del conocido manifiesto del
20 de noviembre siguiente, por el cual Bolívar, como Jefe Supremo de la
República de Venezuela, rechazó enfáticamente tal iniciativa europea.
En
enero de 1819, a la vez que Zea era elegido Presidente del referido
Congreso venezolano de Angostura, Bolívar y aquél fueron en seguida
designados Presidente y Vicepresidente del gobierno provisional emanado
de dicha Asamblea. Al ausentarse Bolívar del teatro de operaciones, Zea
acaparó las presidencias del Ejecutivo y Congreso venezolanos. A
comienzos de septiembre de 1817, varios militares, ya héroes
venezolanos, entre ellos Arismendi
y Mariño, forzaron y obtuvieron su renuncia. Con el rotundo triunfo
patriota en Boyacá (7 de agosto de 1819), y con la toma de Santafé de
Bogotá (10 de agosto siguiente), cambiaron las cosas en Angostura. El
último día de noviembre de 1819, el Congreso reeligió a Zea nuevamente
Presidente de la corporación. A mediados de diciembre el Congreso aprobó
la "Ley Fundamental de la República de Colombia", corredactada por Zea.
Le correspondió a éste pronunciar las históricas palabras: "¡La República de Colombia queda constituida! ¡Viva la República de Colombia!" Una vez más Bolívar y Zea fueron designados primer Presidente y Vicepresidente de la Unión colombiana.
Por
voluntad expresa de Bolívar, a comienzos de 1819 y sin perder su
calidad de Vicepresidente, Zea fue nombrado Enviado Extraordinario y
Ministro Plenipotenciario ante los gobiernos de los Estados Unidos de
América y varias Cortes europeas, con el objeto de obtener un pronto
reconocimiento político internacional para Colombia o, en su defecto,
encontrar un abierto apoyo financiero, si no militar, para concluir su
lucha emancipadora frente a España.
A comienzos de marzo de 1820,
después de cinco años de ausencia y manifiesta añoranza, Zea partió para
Europa. Recaló primero en la Isla danesa de St. Thomas y, tras conocer
el golpe de Riego,
decidió dirigirse directamente a Londres, prescindiendo de su tránsito
por Washington. A mediados de junio de 1820 Zea arribó a la capital
inglesa llevando consigo varios y ambiciosos objetivos para su misión
europea, entre ellos recuperar para la nueva Colombia el arruinado
crédito financiero y moral de las precedentes repúblicas de Venezuela y
Nueva Granada; solicitar el reconocimiento inmediato y formal de
Inglaterra, y en su defecto alcanzar al menos un decidido apoyo inglés
para una negociación definitiva con España de un pacto que, aunque
provisional, implicara un reconocimiento expreso de la emancipación y
autogobierno colombianos por parte de España, y con ello el cese
inmediato de tan calamitosa guerra de exterminio; y, después de fracasar
en los anteriores propósitos, obtener del resto de las potencias
europeas, con o sin la iniciativa inglesa, una serie de apoyos
financieros y militares que deberían concluir con el reconocimiento
comercial y finalmente político de Colombia.
A comienzos de agosto
de 1820, mes y medio después de su llegada, Zea suscribió con los
representantes de un Comité de Acreedores, Herring, Graham y Powles, un
acta o póliza de compromiso por la cual se consolidaban las aludidas
deudas en un monto de 547.789,12 libras. Paralelamente, y tras varias
entrevistas privadas sostenidas con lord Castlereagh, a comienzos de
octubre de 1820, Zea presentó al Duque de Frías, embajador español en
Londres, un "Plan de reconciliación y Proyecto de Confederación
Hispánica", por el cual España reconocería gradualmente la independencia
de todas las ex-colonias americanas que así lo solicitasen, empezando
por Colombia, a cambio de lo cual ésta recibiría, a título de
compensación por tales renuncias, una cierta supremacía política,
comercial y, eventualmente, alguna cesión territorial, dentro de la
Confederación que unas y otra crearían como conclusión de tal propuesta.
A pesar de la entusiasta acogida y eventual coautoría dada por Frías a
dicho proyecto, éste fue tajantemente rechazado en Madrid, y luego
desautorizado y condenado por Bolívar y Santander.
A la vez que negociaba con Frías,
Zea obtuvo de Richard Rush, ministro de los Estados Unidos en Londres,
una promesa formal para un próximo reconocimiento de Colombia por parte
del gobierno de J. Monroe,
habiendo además adelantado con aquél las bases de un próximo Tratado de
Comercio bilateral. Igualmente, negoció la compra de armamentos desde
Bélgica, que completó con la adquisición de tres grandes navíos suecos
con destino a la armada de almirante Brión. Promovió, igualmente, Zea en
estas fechas el envío de varios contingentes de colonos noruegos,
irlandeses e ingleses a Colombia.
Durante el otoño de 1820, Zea
recibió y alternó intensamente con su entrañable amigo Antonio Nariño, a
quien acompañó a Francia desde donde éste se embarcó para unirse a
Bolívar, en la conformación política de la recién creada Unión
colombiana, viaje que aprovechó Zea para concretar el embarque de la
expedición Mazeroni.
En junio de 1821 el ministro Eugenio De
Bardaxi le invitó a Madrid para unirse a los recién llegados
comisionados colombianos José Rafael Revenga y José Tiburcio Echavarría,
enviados a España por Bolívar con el objeto de negociar la paz prevista
en los Tratados de Santa Ana (Venezuela) de finales del anterior mes de
noviembre (Armisticio y Regularización de la Guerra).
Como consecuencia de las inmodificadas pretensiones colombianas por un
reconocimiento pleno de su independencia por parte de España, como en
virtud de la ruptura del Armisticio por parte de Bolívar y subsiguiente
triunfo patriota en Carabobo (24 de junio de 1821) y recuperación de
Caracas (29 de junio siguiente), Zea y sus colegas fueron expulsados y
obligados a salir de España a finales de agosto de 1820.
En agosto
de 1821, y en razón de la tenaz oposición que sobre los créditos de Zea
hizo ante Bolívar el antiguo agente de Venezuela en Londres, Luis López
Méndez, el nuevo gobierno colombiano, salido del Congreso constituyente
de Cúcuta, no sólo desconoció los contratos pactados por Zea, sino que
en octubre de dicho año le revocó todos los poderes de que disponía éste
para arreglar la deuda colombiana. No obstante, y a falta de otros
recursos para cumplir con lo inicialmente pactado en Londres, Zea
suscribió en la primavera de 1822, esta vez en París, un nuevo
empréstito con Herring, Graham y Powles, por la suma de 183.978 libras,
el cual nuevamente mereció la desaprobación de las autoridades
colombianas.
A comienzos de abril de 1822, Zea lanzó en París su famoso Memorándum dirigido
al ministro de Relaciones Exteriores francés, el Vizconde de
Chateaubriand, y, posteriormente, a todos los embajadores de las
potencias europeas residentes en París, por el cual Colombia declaró
que, ante la incapacidad española no sólo para recuperar sino para
gobernar sus antiguas colonias, la mayoría de las cuales había ganado
militarmente su independencia, Colombia se abstendría a partir de
entonces de entablar relaciones políticas y comerciales con aquellos
gobiernos que no reconociesen como tal al gobierno de su país. Anunció,
en consecuencia, que Colombia cerraría sus puertos y comercio a los
súbditos de los gobiernos que continuasen dilatando su reconocimiento
como nuevo miembro de la sociedad de naciones.
A comienzos de
marzo de 1822, mermado notablemente en su salud, Zea recibió en París un
significativo homenaje público por parte de los más selectos
financieros y políticos franceses afectos a la causa colombiana,
encabezados por el Abad de Pradt. A comienzos de julio, se le ofreció en
Londres un nuevo homenaje público, al cual asistieron igualmente las
más prominentes personalidades de la ciudad y no menos de catorce
miembros de la Cámara de los Comunes y uno de la Cámara de los Pares. A
finales de septiembre, Pedro GUAL,
ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, comunicó a Zea la
cancelación de todos los exiguos poderes que aún le quedaban. Se designó
una vez más al ex-ministro Revenga para sustituirlo en todas sus
funciones y gestiones en Europa.
Tras su muerte, debida a un
ataque de hidropesía, Zea fue enterrado en la Abadía de San Pedro y San
Pablo de Bath, donde aún reposan sus restos a la espera de su
repatriación a Colombia.
A comienzos de diciembre de 1825, tres
años después de su muerte, y tras muchas y nuevas inconsecuencias de la
primera diplomacia colombiana, Colombia fue reconocida formalmente por
Gran Bretaña. Las restantes potencias europeas lo harían un poco más
tarde. España tan sólo reconocería a Venezuela en 1845, y a la antigua
Nueva Granada, desde siempre heredera del nombre de Colombia, a finales
de enero de 1881.
Obra
La obra de
Zea se halla repartida entre sus escritos políticos y sus estudios sobre
botánica. En cuanto a los primeros, a finales de diciembre de 1822
apareció en Londres la edición bilingüe, repartida en dos tomos, de su
obra póstuma Colombia: siendo una relación geográfica, topográfica,
agrícola y política de aquel país, adaptada para todo el lector en
general y para el comerciante y el colono en particular, que ha sido considerada como la obra cumbre de la propaganda revolucionaria hispanoamericana de todos los tiempos.
En
lo referente a la Botánica, a mediados de abril de 1805, con motivo de
la inauguración de su cátedra de Botánica en el Real Jardín Botánico de
Madrid, pronunció su famoso Discurso acerca del mérito y utilidad de la Botánica,
pieza en la cual enfatizó su pensamiento sobre el carácter utilitarista
de dicha ciencia para el mejor futuro y posición económica de todo el
imperio español.
Zea entabló una agria polémica con Sebastián
López Ruiz e Hipólito Ruiz para defender la prioridad de Mutis en el
descubrimiento de la Cínchona. A su vez, sus teorías fueron
impugnadas por Ruiz y José Pavón, quiénes le acusaban de la supuesta
insuficiencia de su educación botánica.
En 1805 obtuvo la cátedra
de botánica de Madrid; con ocasión de un discurso de elogio de su
disciplina, expresó que, en su opinión, la Botánica comprendía dos
especialidades distintas: la taxonomía y la economía botánicas.
Aunque
trató de restablecer la ciencia en Colombia después de las guerras de
Independencia, y escribió a Georges Cuvier en 1822 solicitando una
misión científica, el resto de la vida de Zea estuvo dedicada a la
política y alejada, por lo tanto, de la Botánica.
Bibliografía
Fuentes
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Discurso sobre el mérito y utilidad de la botánica. (Madrid; imprenta Real, 1805).
Estudios
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ZUBIETA, Pedro A. Apuntaciones sobre las primeras misiones diplomáticas de Colombia (Primero y segundo períodos, 1809-1819-1830). (Bogotá 1924.)
BOTIRO SALDARRIAGA, R. Francisco Antonio Zea. (Bogotá; Ediciones del Concejo, 1945). BRONX, HUMBERTO Francisco A. Zea. (Medellín; Imprenta Municipal, 1967).
J.Alberto NAVAS SIERRA / Thomas F. GLICK