Pedro Rodríguez Campomanes, por muchos años Fiscal y
Gobernador del Consejo de Castilla, fue también Presidente de la Real Academia
de la Historia, fundador de las sociedades económicas de amigos del país,
miembro de la Junta de Comercio, Presidente del Consejo de la Mesta, autor de
importantes trabajos históricos, jurídicos, educativos y económicos; noble por
gracia de Carlos III que reconoció sus insignes servicios a la monarquía
ilustrada y Presidente de las Cortes convocadas por Carlos IV para la
juramentación del Príncipe de Asturias, futuro Fernando VII.
No se
conoce mucho sobre su proceso de formación, sólo se sabe que nació en Santa
Eulalia de Sorribas, del Concejo de Tineo, hacia 1723.
Apartando
la fantasía de algunos biógrafos sobre su precocidad, se asegura que hizo sus
primeros estudios bajo la dirección de un tío canónico y luego continuó en el
convento dominicano de Scala Caeli. Fue estudiante universitario manteísta, se
graduó como profesional “golilla”y ello explica su antipatía hacia los
Colegiales Mayores. No es casualidad que destacados representantes de los
golillas y la abogacía como Campomanes, Floridablanca, Macanaz y Roda (que
simbolizaban un sector socio-profesional ascendente) despertaran esa suspicacia
y oposición de las antiguas elites de poder, usualmente identificadas con el absolutismo.
Los
conocimientos jurídicos de Campomanes eran sólidos, no obstante no se conoce
en cuál universidad siguió esos estudios.
Hizo su pasantía en prestigiosos
bufetes de abogados de Madrid, y ya hacia 1746,
se estableció como abogado en la Corte ganando mucho dinero
desde esa época.
Se casó
muy joven y además sorprendió gratamente a los eruditos con su trabajo titulado
Disertaciones Históricas del Orden y Caballería de los Templarios, publicada en
1747.
Esa
obra, que le abrió las puertas de la Academia de la Historia, enunciaba su
concepto de la Historia como algo subordinado a otros intereses como el
regalismo.
El joven Campomanes fue un ilustrado a plenitud antes del
ascenso de Carlos III al trono
español. Ya en tiempos del ministerio de Ensenada, Carvajal y Ravago participó
en "expediciones" oficiales y oficiosas a los archivos del país en
busca de documentos que justificasen el regalismo español; y hacia 1753,
tiempo del Concordato, escribe y presenta su tratado sobre la Regalía de la
Iglesia en España. Su vida Masónica se inicia temprano y permanece en el
Misterio, hacia la década de 1760. Fue el autor del Dictamen Fiscal de
Expulsión de los Jesuítas de España (1766-1767). Al término de una
Investigación ordenada por Campomanes en el mayor de los Secretos, encontró
suficientes pruebas que gestaban una conspiración contra el Rey Carlos III y
forzar su abdicación. Era un Movimiento de la Reacción Noble, preocupada por
las tendencias de las políticas “Regalistas de Carlos II)”.
Frase suya es; “No basta con extinguir los Jesuitas, es
imprescindible extinguir el Jesuitismo”…
Al Presidir el Consejo de
Castilla den 1779, hizo cosas que se consideraban Imposibles, Campomanes se
fijó dos Objetivos Principales: aumentar la Producción y el Comercio, y poner
en cultivo Tierras mediante la distribución de lotes a los campesinos más
desfavorecidos. A continuación, su historia. Don Pedro Rodríguez, fue por
cierto fundador del Archivo General de Indias en Sevilla.
Se sabe que En 1780, el
conde de Aranda fundó el Grande Oriente Nacional de España
(primer antecedente del actual Grande Oriente Español) del que fue su primer
Gran Maestro. Y que Campomanes entre otros importantes consejeros de Estado, se
unió a ese Oriente. Pero ya hacía muchos años antes era masón, muy pocos
documentos de la época han llegado a manos de los historiadores por las
persecuciones a que dio lugar la inquisición.
El 3 de febrero de 1802,
madrugada, a las 4:15 de la mañana, falleció en Madrid, en su casa palacio de
la plaza de la villa, el primer conde de Campomanes, siendo enterrado en la
iglesia parroquial de San Salvador "sin pompa, ni aparato ninguno”, cuando
en 1141 fue demolida esta iglesia, sus restos fueron trasladados al cementerio
San Isidro, donde ya sean olvidados.
1.1.1. La carrera política a partir
de 1755:
A lo
largo de actuación política trató siempre en última instancia de rescatar y defender las regalías de la Corona. Sus preocupaciones
sociales, sus escritos de economía y todo lo demás estuvo subordinado a la
causa final política.
Su moderación social y económica v la "obsesión
regalista" como andamiaje del Despotismo Ilustrado subyacen en políticas
como la libertad de comercio de granos y el alegato sobre
"desamortización" de 1765.
El antijesuitismo, cuestión relacionada con su dictamen
como fiscal después del "motín de Esquilache", dio paso a la
expulsión de la "Compañía" y a la instauración, bajo el llamado
despotismo ministerial, de reformas como la de universidades y colegios, no
limitadas solamente a cambiar los planes de estudio, libros de texto, etc.
Cuestión fundamental fue la autonomía
universitaria y la imposición a los profesores de jurar defender las regalías de la Corona.
El
protagonismo de Campomanes ya no tuvo barreras. Sus ataques a los abusos de la
Mesta y a los monopolios así como su
patrocinio de los planes de colonización de Sierra Morena las sociedades
económicas de Amigos del País y otros progresistas proyectos sirven de telón de
fondo a su anhelado ascenso a Gobernador del Consejo de Castilla en 1783 y a la
Presidencia de las Cortes convocadas en 1789.
Pedro Rodríguez
Campomanes, fue un incansable escritor que usó su pluma como la mas temible
arma de combate político en favor de las reformas y en contra de los enemigos
de la Corona, fueran estos los rancios nobles del partido aragonés, los
jesuitas, la curia romana o el propio Papa.
Su estrecha relación
con el alto gobierno y la asesoría al monarca expresada en muchos de sus
escritos le llevó a convertirse en el mejor exponente de lo que Córdoba Bello
denomina el ala despótica (al estilo de los philosophes enciclopedistas
franceses) de un régimen que gobernaba por el pueblo pero sin la participación
de éste. Tal "ala despótica" se diferenciaba del grupo reformista
liberal-constitucional representado por intelectuales como Feijoo.
Entre su vasta obra se
encuentran “el discurso Sobre al Fomento de la Industria Popular (1774)” y
por supuesto, la obra que se citará “BOSQUEJO DE POLÍTICA ESPAÑOLA DELINEADO
SOBRE EL ESTADO PRESENTE DE SUS INTERESES” escrita hacia 1750. Éste
puede calificarse como el primer aporte de Campomanes como “proyectista”.
1.2.
ORGANIZACIÓN DEL
CONTENIDO DEL BOSQUEJO DE POLÍTICA ESPAÑOLA DE CAMPOMANES
El contenido, a pesar
del título que lo encabeza, va más allá de los asuntos estrictamente
económicos. En e1 se abordan también asuntos políticos, sociales y el problema
de las mentalidades.
El
texto, entre realista y utópico, participa de una temática muy en boga para la
época: el arbitrismo y el proyectismo.
Su
autor; al igual que muchos otros del siglo XVIII deja ver su admiración por la
España anterior a los reyes católicos y su desagrado por la época de los
Austrias.
El
"Bosquejo", cuya versión impresa ahora analizaremos, presenta una
Introducción de su autor, pasando luego a examinar diversos asuntos tales como:
Disciplina, Costumbres, Conservación del pueblo, Celo de la patria, Premios,
Distribución de bienes, Agricultura, Crianzas, Pesca, Fábricas, Comercio,
Aplicación útil, Población, Obras públicas, Surtimiento y una Conclusión.
De
acuerdo con el criterio de Cejudo, en el Bosquejo está presente una “obsesión
populacionista”. Esta aparece en todos los capítulos tal como era
característico en los textos de los arbitristas y proyectistas. La tesis de
llenar los espacios vacíos del país es la médula del planteamiento.
Otro
asunto tratado ampliamente es el correspondiente a la agricultura, ganadería y
pesca. Destacando que Campomanes consideraba a la agricultura como "la
reina de todos los políticos destinos, nervio de las monarquías y fuente de
bienestar de los vasallos".
Al comentar lo
relacionado con la industria lo hace como un alegato mercantilista, tardío y
elemental. Así mismo cuando la obra de Campomanes aborda el problema del
comercio explaya sus convicciones colbertistas. Finalmente se indica, que
aunque económico y reformista el Bosquejo no iba más allá de lo tradicional en
cuanto al modelo social con algo de reformista en lo atinente al clero y las
clases marginadas e improductivas. En ese sentido su objetivo era “convertir
los parásitos gitanos, delincuentes y expósitos en población productiva”(p.
24-25).
Su
pertinente observación sobre al relación entre gobierno, territorio y riquezas;
así como el genio, el carácter, las virtudes del español nos anuncian ya desde
la propia introducción del Bosquejo -(pp.35-38)- que su autor sabía muy bien a
donde se dirigía.
Al respecto escribió:
"Un
sabio y sano gobierno puede hacer feliz en corto tiempo todo un reino, y siendo
largo le puede hacer rico, pero siendo duradero y puesto sobre cimientos fijos
casi le hará inexpugnable.
No la multitud de los
ejércitos, no la larga extensión de una monarquía es su más firme
consistencia: el gobierno si que es el brazo fuerte que la hace respetable,
siendo bueno. Ejemplo es España que nunca estuvo más débil cuando más llena de
provincias". (p. 35).
1.2.1. La disciplina:
Cuando el proyectista
juzga el asunto de la disciplina, cree que la que la religión es fundamental
como soporte de ella. Opina que “La perfecta instrucción del pueblo en ella (en
la religión), mirándolo por el lado puramente político es el interés esencial
de un monarca”. (p.39).
Acá, y en otras partes
del texto, podemos ver una constante del pensamiento del autor que se
identifica con la potestad del soberano y supedita a él todo lo demás,
configurándose así el postulado esencial de lo que se llamó regalismo.
1.2.2. La conservación del pueblo:
El proyectista planteaba
que debían atenderse las diferencias de
los pobres miserables de muchos pueblos, los forasteros (del propio reino o del
extranjero) que quisieran avecindarse, ofreciéndoles incluso carta de
naturaleza, y finalmente, toda la población ociosa de la propia provincia que
quiera incorporarse a las nuevas fábricas y otras empresas. (pp. 54-58).
Cree Campomanes que
"El pueblo, ocupado en ejercicios útiles a la república, la hace florecer,
puede ayudar a su rey en caso de urgencia, no se ve precisado a desamparar las
habitaciones por la pobreza, huye de la ociosidad por adelantar su hacienda, (y
por eso) hay menos pleitos cuanto menos necesidad; (por ello, considera que) para ser rico el monarca es necesario que lo
sean los vasallos". (subrayado eso último por el autor) -(p. 58).
1.2.3. Celo de la patria:
Al respecto agrega
el autor: “ese falso amor propio de mi nación es un orgullo nacido de su
flojedad y corta aplicación, si hemos de hablar de veras. La causa de esta
falta de celo verdadero nace de la falta de comercio y unidad de intereses en
el común del pueblo". (p. 61).
Los
ingleses, a pesar de sus divisiones políticas y religiosas; los holandeses, a
pesar de ser un conjunto de republiquetas pero donde todos (comerciantes,
marinos, cosecheros) ganan mucho dinero y el estado obtiene crecidas rentas:
asimismo, en el caso del reino de Francia ya unida comercialmente y en paz
interna después de graves conflictos; en todas esas naciones de eso se
benefician como no lo hace España desunida y atrasada. (PP. 61-62).
1.2.4. El comercio:
Define Campomanes al
comercio como el más útil efecto de la sociedad, pues permite el trueque o
intercambio de cosas expresando su valor en dinero o valor arbitrario que la
gente culta ha establecido Los diferentes tipos de comercio son: el sencillo o
de trueque, el realizado en las ferias y mercados, y el de carácter nacional
(entre las provincias). Este último
tiene en España gran número de obstáculos que lo limitan bastante:
Altos costos del
acarreo a lomo de bestias, elevados derechos de montazgos y portazgos, variadas
aduanas y otros tributos, estado deplorable de los ríos que canalizados
pudiesen ser aprovechados para la navegación.
Comparando a España
con naciones como Holanda y Francia, se duele de todo lo que éstas han hecho.
Propone canalizar los ríos españoles, construir caminos a los lados para así
ayudar a remontarlos con ayuda de bestias, etc.
Se esperaba que los
fletes serían moderados y de esa manera el rey vería aumentados sus ingresos en
las aduanas del país.
Después de pasar
revista a todos los detalles sobre las obras de infraestructura necesarias
para el aumento del comercio interno, pasa Campomanes al análisis del problema
del comercio externo.
Sobre esta materia
dice que para que éste sea ventajoso debíase “no introducir nada de lo que en
la nación se pueda excusar y no extraer nada que le sea necesario y hasta que
lo haya acabado de beneficiar. Esta es la suma del comercio exterior".
(p.119). Tales ideas, reflejan el más abierto mercantilismo colbertista.
Obviamente el autor arrastraba la vieja tradición que todavía entusiasmaba a
los estadistas europeos.
Continuando con el
análisis, dice Campomanes, que una de las causas del menor precio de algunas
mercancías extranjeras es su gran demanda que les permite abaratar los costos.
Este factor y otros corno el comprar directamente muchas materias primas
permiten al fabricante y comerciante extranjero competir en forma eficaz,
mientras que los españoles deben pagar precios muy altos pues la mayor parte de
los bienes pasa por muchos intermediarios.
Deben enviarse “factores" españoles a los puertos del
extranjero, tal como las naciones extranjeras hacen en España donde se comportan como verdaderos espías económicos
que todo lo averiguan para sus negocios con ventaja. Una de las prácticas que
también debiera evitarse es la de recibir adelantos de los comerciantes
extranjeros a los cosecheros españoles que comprometen así su futuro, gastando
por adelantado los bienes entregados a precios elevados y teniendo después que
entregar sus cosechas a bajos precios. Esto, sostiene Campomanes, nos hace
representar en Europa el mismo papel de los indios americanos”.
Debe entonces
aprenderse la lección de los vecinos, maestros en el arte de comerciar, dejar
la pereza, la falta de aplicación y el desmedido orgullo y dedicarnos más bien
a organizar grandes compañías comerciales para desarrollar actividades al por
mayor.
Los nobles deben
abandonar sus prejuicios hacia el comercio, toda la nación debe comerciar para
así avanzar en el camino de la civilización y para ello deben fundarse escuelas
para formar los expertos en esa área donde se necesita junto a la formación
mercantil, el conocimiento de idiomas extranjeros, náutica y otros saberes.
(pp. 108-143).
1.2.5. La población:
De acuerdo con el
criterio de Campomanes, "el número de eclesiásticos es excesivo, ruinoso
para el mismo Estado. Los que se ordenan sin renta y sin ciencia son inútiles a
la Iglesia y dañosos al Estado, son los que se ordenan sólo para comerse
crecidas rentas. El remedio sería señalar estudios necesarios para el
sacerdocio. . ." (p. 153).
Formando mejores
sacerdotes, se podría prescindir de más de las tres cuartas partes de los que
estaban ordenados, conservando sólo los de mejor calidad (un sexto del total,
unos 41.000); así se ofrecería una Superior enseñanza al pueblo y los que se
retiraran del sacerdocio se aplicarían a los oficios útiles, contraerían
matrimonio v aumentarían de esa forma la población nacional.
Después de examinar
las cifras correspondientes al número de clérigos y de conventos, gastos de
mantenimiento de tal masa de religiosos (250.000 religiosos que consumen más de
37 millones de pesos), el monto de los variados diezmos y cargas que pagan los
campesinos: así como el papel jugado por la cantidad de ociosos: eclesiásticos,
plumistas, ministros de rentas que viven del pobre trabajador; llega el autor a
la conclusión que más de la mitad de la gente del reino permanece ociosa
recostada de los miserables trabajadores, no permitiendo tal miseria el aumento
de la población.
1.2.6. Originalidad del bosquejo de
política económica:
Considerando,
que no fue sino hasta 1776 cuando aparece la obra de Adam Smith "investigación
sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones” y surge la
ciencia económica y tomando en cuenta que en España no se había desarrollado
una ordenación similar del conocimiento teórico pero sí la publicación de gran
cantidad de textos, casi todos heredados de la concepción mercantilista; puede
afirmarse, que sólo la tradición de los "arbitristas
y arreglamundos" representaba genuinamente el quehacer de los
escritores economistas españoles, para la época en que Campomanes prepara su
Bosquejo.
Así mismo, tiene que recordarse que hacia 1750 sólo existía en España
el embrión de las futuras y generalizadas sociedades económicas de amigos del
país (desde 1748, veníase formando solo la vascongada, véase el programa de
Peñaflorida) y que será en ellas después de 1774 cuando se organice seriamente
el estudio de la ciencia económica. En la de Zaragoza (fundada en 1776)
Normante enseñara un curso de economía
durante muchos años a pesar de su enfrentamiento con el Padre Cádiz que lo
denuncia al tribunal de la Inquisición.
Sabemos
que cuando Campomanes publicó su célebre discurso sobre la “Educación
Popular" hizo reimprimir (1775) junto con propio texto un apéndice formado
por las reflexiones del arbitrista Alvarez de Osorio que escribió en 1686 seis
memoriales al rey. En ellos, Alvarez hacía observaciones sobre las cargas
fiscales excesivas, los fraudes de los agentes recaudadores, la ociosidad
forzada de los habitantes del reino y otras materias parecidas.
Tenemos
entonces que admitir que buena parte de los más importantes trabajos de los
economistas españoles tales como José Campillo y Cosío, Uztariz, Normante,
Sempere Guarinos, Capmany, Jovellanos y Cosío, no iban mucho más lejos que esos
celebrados arbitristas muy buenos para enumerar los males nacionales y sus
supuestas causas y remedios, pero todos también sin el sentido
holístico que les permitiese comprender en profundidad las
limitaciones de sus análisis.
En tal sentido
podríamos decir, que el texto que resumimos y analizamos
responde a esa tradición arbitrista y proyectista, que asume como propia y
aceptable. Tales ideas formarán el núcleo de las políticas de Carlos III, quien como monarca y junto con sus ministros,
Campomanes entre ellos, trató
de llevar a la práctica algunos de esos sueños de grandeza nacional.
BIBLIOGRAFÍA
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(1810 1830)Secretos de la Historia. Bogotá, 1970, 2 vols.
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José María Vallejo García-
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Q:. H:. Arquímedes Rivero .M:. M:.
R:.L:. Sol de América Nº 37.
Caracas-Venezuela
Caracas-Venezuela
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