"Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo Mundo
en una sola nación con un solo vinculo que ligue sus partes entre sí y con el
todo. Ya que tiene su origen, una lengua, unas costumbres y una religión,
debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los
diferentes estados que hayan de formarse; [...] ¡Qué bello sería que el Istmo
de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que
algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los
representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre
los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras
tres partes del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna
época dichosa de nuestra regeneración..."
Simón Bolívar, Carta de Jamaica,
Kingston, 6 de septiembre de 1815
…Ya desde Jamaica, en 1815,
Bolívar decía: « ¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuera para nosotros lo
que el de Corinto para los griegos!...Ojalá que un día tengamos la fortuna de
instalar allí un augusto Congreso,...» Lo que ambicionaba era el entendimiento
entre todas las naciones, la unidad del Continente, «...formar de todo el Mundo
nuevo una sola Nación...»
Con la finalidad de buscar la unión de los
pueblos iberoamericanos, el 22 de junio de 1826, El Libertador, Simón Bolívar,
convocó, desde Lima, una asamblea en Panamá denominada Congreso Anfictiónico
que debía fundamentar una gran nación que, por extensión, población y riquezas
naturales jugaría un papel de primer orden en el mundo, con la intención de
oponerse a las intenciones colonialistas de las potencias extranjeras.
La idea de un congreso anfictiónico tal como lo
fue la reunión de pueblos que se hizo en la Grecia clásica, tenía como objeto
contribuir a la concordia entre los pueblos, la estabilidad de sus
instituciones y, al mismo tiempo, defender los intereses comunes de los estados
que antes habían sido colonias españolas.
La confederación visualizaba la consolidación de
seis repúblicas principales: México, Centroamérica, incluyendo al istmo de
Panamá, la Gran Colombia de la unidad de la Nueva Granada y Venezuela, Perú (lo
que sería luego Bolivia), Buenos Aires y Chile.
Entre los acuerdos más resaltantes de este
Congreso Anfictiónico fueron: la creación de una liga de repúblicas americanas,
con militares comunes, un pacto mutuo de defensa, y una Asamblea Parlamentaria
Supranacional.
La reunión de países se llevó a cabo en el
antiguo convento de San Francisco, hoy Palacio Bolívar, de Panamá. El salón
donde fue celebrada dicha convención fue bautizado con el nombre de Salón
Bolívar y reposan allí una espada de El Libertador, juntos con los originales
“Protocolos del Istmo”, primeros acuerdos firmados por los ministros
plenipotenciarios que asistieron a esta reunión en 1826.
INVITACION A LOS GOBIERNOS PARA EL CONGRESO DE PANAMA
Invitación a los
Gobiernos de Colombia, México, Río de la Plata. Chile y Guatemala, a formar el
Congreso de Panamá
Lima, 7 de diciembre de 1824.
Excmo. Señor
Grande y buen amigo:
Después de quince años de
sacrificios consagrados a la libertad de América, por obtener el sistema de
garantías que, en paz y guerra, sea el escudo de nuestro nuevo destino, es
tiempo ya de que los intereses y las relaciones que unen entre sí a las
repúblicas americanas, antes colonias españolas, tengan una base fundamental
que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernos.
Entablar aquel sistema y
consolidar el poder de este gran cuerpo político, pertenece al ejercicio de una
autoridad sublime, que dirija la política de nuestros gobiernos, cuyo influjo
mantenga la uniformidad de sus principios, y cuyo nombre solo calme nuestras
tempestades. Tan respetable autoridad no puede existir sino en una asamblea de
plenipotenciarios nombrados por cada una de nuestras repúblicas, y reunidos
bajo los auspicios de la victoria, obtenida por nuestras armas contra el poder
español.
Profundamente penetrado de estas
ideas invité en ochocientos veintidós, como presidente de la República de
Colombia, a los Gobiernos de México, Perú, Chile y Buenos Aires, para que
formásemos una confederación, y reuniésemos en el Istmo de Panamá u otro punto
elegible a pluralidad, una asamblea de plenipotenciarios de cada Estado
"que nos sirviese de consejo en los grandes conflictos, de punto de
contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete en los tratados públicos
cuando ocurran dificultades, y de conciliador, en fin, de nuestras
diferencias".
El Gobierno del Perú celebró en
seis de julio de aquel año un tratado de alianza y confederación con el
plenipotenciario de Colombia; y por él quedaron ambas partes comprometidas a
interponer sus buenos oficios con los gobiernos de la América, antes española,
para que entrando todos en el mismo pacto, se verificase la reunión de la
asamblea general de los confederados. Igual tratado concluyó en México, a tres
de octubre de ochocientos veintitrés, el enviado extraordinario de Colombia a
aquel Estado; y hay fuertes razones para esperar que los otros gobiernos se
someterán al consejo de sus más altos intereses.
Diferir más tiempo la asamblea
general de los plenipotenciarios de las repúblicas que de hecho están ya
confederadas, hasta que se verifique la accesión de los demás, sería privarnos
de las ventajas que produciría aquella asamblea desde su instalación. Estas
ventajas se aumentan prodigiosamente, si se contempla el cuadro que nos ofrece
el mundo político, y muy particularmente, el continente europeo.
La reunión de los
plenipotenciarios de México, Colombia y el Perú, se retardaría indefinidamente
si no se promoviese por una de las mismas partes contratantes; a menos que se
aguardase el resultado de una nueva y especial convención sobre el tiempo y
lugar relativos a este grande objeto. Al considerar las dificultades y retardos
por la distancia que nos separa, unidos a otros motivos solemnes que emanan del
interés general, me determino a dar este paso con la mira de promover la
reunión inmediata de nuestros plenipotenciarios, mientras los demás gobiernos
celebran los preliminares que existen ya entre nosotros, sobre el nombramiento
e incorporación de sus representantes.
Con respecto al tiempo de la
instalación de la Asamblea, me atrevo a pensar que ninguna dificultad puede
oponerse a su realización en el término de seis meses, aun contando el día de
la fecha; y también me atrevo a lisonjear de que el ardiente deseo que anima a
todos los americanos de exaltar el poder del mundo de Colón, disminuirá las
dificultades y demoras que exijan los preparativos ministeriales, y la
distancia que media entre las capitales de cada Estado, y el punto central de
reunión.
Parece que si el mundo hubiese de
elegir su capital, el Istmo de Panamá, sería señalado para este augusto
destino, colocado como está en el centro del globo, viendo por una parte el
Asia, y por el otro el África y la Europa. El Istmo de Panamá ha sido ofrecido
por el Gobierno de Colombia, para este fin, en los tratados existentes. El
Istmo está a igual distancia de las extremidades; y por esta causa podría ser
el lugar provisorio de la primera asamblea de los confederados.
Difiriendo, por mi parte, a estas
consideraciones, me siento con una grande propensión a mandar a Panamá los
diputados de esta república, apenas tenga el honor de recibir la ansiada
respuesta de esta circular. Nada ciertamente podrá llenar tanto los ardientes
votos de mi corazón, como la conformidad que espero de los gobiernos
confederados a realizar este augusto acto de la América.
Si V. E. no se digna adherir a
él, preveo retardos y perjuicios inmensos a tiempo que el movimiento del mundo
lo acelera todo, pudiendo también acelerarlo en nuestro daño.
Tenidas las primeras conferencias
entre los plenipotenciarios, la residencia de la Asamblea, como sus
atribuciones, pueden determinarse de un modo solemne por la pluralidad, y
entonces todo se habrá alcanzado.
El día que nuestros
plenipotenciarios hagan el canje de sus poderes, se fijará en la historia
diplomática de América una época inmortal. Cuando, después de cien siglos, la
posteridad busque el origen de nuestro derecho público, y recuerden los pactos
que consolidaron su destino, registrarán con respeto los protocolos del Istmo.
En él, encontrarán el plan de las primeras alianzas, que trazará la marcha de
nuestras relaciones con el universo. ¿Qué será entonces el Istmo de Corinto
comparado con el de Panamá?
Vuestro grande y buen amigo.
Bolívar
El Ministro de Gobierno y Relaciones
Exteriores,
José Sánchez Carrión
Por
José Rafael Otazo M.
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Profesor Universitario.
Miembro Correspondiente de la Academia de la Lengua, capitulo Carabobo.---------------------
Profesor Universitario.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de La Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.
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