El Libertador en muchos de sus escritos, discursos y
conversaciones, exterioriza su acendrada formación cristiana y manifestación de
fe; nos ha legado aparte de la independencia, sus estimulantes mensajes de
esperanzas, de moral y del permanente culto al Dios Todopoderoso.
Su nombre
lleva incluido el de “la Santísima Trinidad”,
devoción de la familia a la augusta Trinidad, a la cual “El Padre de
la patria” procuró conservar, exaltar y venerar. Santísima Trinidad es el nombre
del panteón familiar que se encuentra en la Catedral de Caracas, y de la
iglesia convertida en el Panteón Nacional, construida con importantes aportes
de la familia Bolívar. Entre tantas aseveraciones relacionadas con el tema,
seleccionamos algunas: en el discurso enviado al Congreso de Bolivia preparado
en Lima el 25 de mayo de 1826 expone: “La religión gobierna al hombre en la
casa, en el gabinete, dentro de sí mismo; sólo ella tiene derecho de examinar
su conciencia íntima”, igualmente: “Los padres de familia no pueden
descuidar el deber religioso hacia sus hijos”; de ese mensaje son sus sabias
palabras: “El destino del ejército es
guarnecer la frontera. ¡Dios nos preserve de que vuelva sus armas contra los
ciudadanos!”.
El 19 de septiembre de 1812 desterrado en Curazao, le escribe
al español Francisco Iturbe, quien le consiguió el pasaporte para salir de
Venezuela: “Los beneficios que se hacen hoy, se reciben mañana, porque Dios
premia la virtud en este mundo mismo”. Ante la Asamblea Popular realizada en la
iglesia de Francisco en Caracas el 2 de enero de 1814 expresa: “La Providencia
y no mi heroísmo, ha operado los prodigios que admiráis”. En momentos difíciles
en Carúpano el 7 de septiembre de 1814, culmina su famoso Manifiesto: “Dios concede la victoria a
la constancia”. En la conocida Carta de Jamaica escrita el 6 de septiembre de
1815: “Siempre las almas generosas se interesan en la suerte de un pueblo que
se esmera por recobrar los derechos con que el creador del universo los han
dotado”.
Movilizándose hacia Ocaña el 23 de enero de 1815: “Persuadamos a los
pueblos que el cielo nos ha dado la libertad para la conservación de la virtud
y la obtención de la patria de los justos”. El 17 de febrero de 1818 en un
discurso a los llaneros dijo: “Bendecid pues a la Providencia que os ha procurado
un gobierno, el más conforme a la dicha del género humano”. Le escribe al
general chileno Bernardo O Higgins desde Huaraz-Perú el 14 de junio de 1824:
“Dios guía los pasos de los hombres”. En Chancay-Perú, el 10 de noviembre de
1824, le escribe a monseñor Rafael Lasso de La Vega, Obispo de Mérida: “Casi
todo el Perú es nuestro; porque el cielo es prodigioso con los que combaten por
la justicia, y severo con los opresores”.
Desde Potosí le escribe a su hermana
María Antonia el 27 de octubre de 1825: “protegeré la religión hasta que
muera”. El 6 de diciembre de 1830 llega a la hacienda-ingenio San Pedro
Alejandrino en Santa Marta, al día siguiente en la biblioteca de la casona le
dice al ilustre español Don Joaquín de Mier y Benítez el dueño de la residencia:
“Jesucristo, Don Quijote y yo, hemos sido los grandes majaderos de la
humanidad”.
El 10 de diciembre de 1830, al dictar su Última Proclama y Testamento
indica: “En el nombre de Dios Todopoderoso. Amen…Yo…firmemente creo y confieso
el alto y soberano misterio de la Beatísima y Santísima Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero y en todos los
demás misterios que cree, predica y enseña nuestra santa madre iglesia
católica, apostólica y romana, bajo cuya fe y creencia he vivido y protesto
vivir hasta la muerte como católico y fiel cristiano”.
En un momento de lucidez
antes de fallecer le diría a sus leales amigos que lo acompañaban: “Me siento morir, mi plazo se cumple. Dios
me llama; tengo que prepararme a darle cuenta, y una cuenta terrible ha sido la
agitación de mi vida; y quiero exhalar mi último suspiro en los brazos de mis
antiguos compañeros, rodeado de sacerdotes cristianos de mi país y con el
crucifijo en las manos”. Bolívar tiene un templo en el corazón de los
hombres de buena voluntad.
Por;
Eumenes Fuguet Borregales E.·. V.·. M.·. 2002
de la R.·. L.·. Sol de América Nº 37
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General de Brigada.
Miembro de Número de la Academia de la Historia del Edo. Carabobo.
Miembro de la Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo
Director de la Revista Internacional "Historia y Tradición".
Eumenes Fuguet Borregales E.·. V.·. M.·. 2002
de la R.·. L.·. Sol de América Nº 37
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General de Brigada.
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Miembro de la Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo
Director de la Revista Internacional "Historia y Tradición".
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