Carabobo es una
página de oro escrita con la tinta del sacrificio, honor y heroísmo; en voz
aruaca significa quebrada de mucha agua.
Evocamos el 24 de junio, la magistral Campaña de Carabobo y rendimos tributo a quienes derramaron su sangre no
perdida por el logro de un objetivo común; campaña propia del genio de nuestro Libertador Simón
Bolívar, quien tuvo que recorrer 65.000 kilómetros para liberar casi cinco
millones de kilómetros cuadrados, convertidos en un manojo de seis naciones
libres.
ANTECEDENTES.
Juramento de Monte Sacro el 15
de agosto de 1805, cuando en presencia de su maestro Simón Rodríguez, desde la
colina romana, lanza a los cuatro vientos su juramento de no descansar su brazo
y su alma hasta ver libre a Venezuela
de las cadenas que oprimían por voluntad del gobierno español.
Primera batalla de Carabobo
realizada el 28 de mayo de 1814 en la
misma llanura, escenario del combate decisivo. En esta oportunidad las fuerzas
del Libertador estaban ubicadas de espalda a Valencia.
Liberación de Guayana en 1817,
que permitió la navegación por el río Orinoco, la logística que ofrecía las
misiones del Caroní y las comunicaciones con la Nueva Granada y el exterior.
Campaña de la Nueva Granada en 1819
la cual culmina después de atravesar el páramo de Pisba con el triunfo en Boyacá el 7 de agosto.
La Revolución en Cádiz de los
comandante Rafael Riego y Antonio Quiroga el 1ro de enero de 1820, la cual no
permitió el envío de 20.000 soldados para reforzar al disminuido ejército de
Morillo llegado en abril de 1815.
Los Tratados de Trujillo en
noviembre de 1820, que permitieron la
suspensión de las hostilidades por seis meses y
la humanización de la guerra gracias a la participación del general
sucre, el prócer más puro de la independencia americana.
El pronunciamiento de Maracaibo
el 28 de enero de 1821 lograda por voluntad popular, entendida por el general realista Miguel de La Torre
como una violación a los Tratados de Trujillo.
CONCENTRACIÓN DEL EJÉRCITO LIBERTADOR.
Bolívar y De La
Torre acuerdan iniciar las operaciones militares el 28 de abril Según las
instrucciones impartidas por el Libertador, se requería concentrar el ejército
considerando la ubicación y el avance de las fuerzas ubicadas en casi todo el
territorio venezolano; inicialmente se dispuso en Mijagual, luego en Guanare y
por último San Carlos, a donde llegó
procedente de Barinas el 2 de junio.
Gral. Urdaneta, salió de
Maracaibo el 28 de abril, libera Coro el
11 de mayo, sigue a Carora; por enfermedad
entrega las tropas al coronel
Antonio Rangel, quien llega el 19 de junio a San Carlos luego de recorrer 590
kms.
Gral. José Antonio Páez salió el
10 de mayo de Achaguas, no sin antes rezar en la capilla y ofrecer un Nazareno
si triunfaba en la batalla que iban a dar; avanzó al frente de 1.000 infantes
y 1.500 jinetes, movilizaba dos mil
caballos de reserva y cuatro mil reses para alimentar a sus soldados; recorrió
610 kms, la caballería llegó a San
Carlos el 7 de junio, la infantería lo hace el día 11. (en 1835 colocó el
milagroso cristo de Achaguas)
Gral. Juan
Bautista Arismendi, con 400 soldados se dirige desde Margarita hasta Curiepe donde se
incorporará al ejército de Bermúdez.
Gral. José Francisco Bermúdez. Conocido
como José Fco. Pueblo, inicia su
avance desde el río Unare el 28 de abril para abrir operaciones de distracción
en Caracas, en su maniobra conocida como “Diversión”,
llegó hasta La Victoria; obligó al general realista Morales salir de la
población de Calabozo con mil soldados a combatirlo; estrategia que permitió
que estos efectivos no estuvieran en Carabobo y despejaran el camino para el
avance de Páez.
Coronel Cruz Carrillo, salió de
Trujillo con mil quinientos soldados hacia Barquisimeto, allá se le une el coronel Juan de los Reyes
Vargas, seguirá a San Felipe, informando ser la vanguardia del ejército, lo que motivó que dos días antes de la
gran batalla, el jefe realista De La Torre enviara de urgencia al
coronel Juan Tello con dos batallones que tampoco estarían presente en la
batalla decisiva.
El 15 de junio
en San Carlos, el Libertador organizó al Ejército en tres divisiones, la
Primera al mando de Páez, la Segunda al mando de Gral. Manuel Cedeño y la
Tercera a las órdenes del coronel Ambrosio Plaza, para un total de 4.000
infantes y 2.300 de caballería. El ejército realista lo integraron un total de
4.279 soldados al mando del general Miguel de La Torre y Pando.
AVANCE DE LAS FUERZAS
Bolívar salió con
su ejército desde San Carlos rumbo a la gloria el 20 de junio; en la vanguardia
se desplazaba el Gral. José Laurencio
Silva, despejando la ruta de avance. El 23 en la llanura de Taguanes pasa revista a las tropas; se encuentran
uniformadas por primera vez luego de once años de lucha, gracias a febril
actividad de las costureras de Guanare; ellas con sus incansables manos “enhebraron los hilos de la libertad”;
concluye su arenga. “¡Soldados, mañana
seréis invitos en Carabobo! .
El Ejército
realista se instala en la llanura de Carabobo dando la espalda a Valencia,
cubriendo defensivamente las rutas hacia
San Carlos y El Pao; colocó a sus fuerzas en forma
escalonada con las dos únicas piezas de
artillería al frente; de manera que era difícil ejecutar un ataque frontal. El
día 24 de junio en horas de la mañana
Bolívar instalado en el cerro de Buena vista, utilizando un catalejos,
observa el dispositivo enemigo; con la información recibida de algunos baqueanos, ordena que éstos indiquen
la ruta a la división de Páez para ejecutar una operación de desbordamiento a
través de la colina El Chaparral.
LA OPERACIÓN OFENSIVA INICIADA A LAS ONCE DE LA MAÑANA.
Utilizando
macheteros Páez avanza por la Pica de la Mona hasta la retaguardia de los
realistas enfrentándose al batallón Burgos de la caballería del general
Morales, segundo del Gral. De La Torre;
el Bravos de Apure al presentar bajas es relevado por el batallón
Cazadores británicos al mando del intrépido coronel inglés Thomás Ilderton
Ferriar, con su famosa orden “rodilla en tierra”, a cargo del
corneta John Hill; obliga al Burgos a retroceder, que en su
auxilio llegan los batallones realistas Barbastro y Holtalrich. Para completar
la valerosa actividad del Cazadores Británicos acude el batallón Tiradores.
El mariscal de La Torre ordenó a otras
unidades ejecutar maniobras de ataque,
pero algunas se rindieron y otras
escaparon del campo de batalla. El comando realista en completa derrota
protegido por el valeroso batallón
Valencey al mando del denodado coronel Tomás García, se movilizaron hasta
llegar al castillo San Felipe de Puerto Cabello.
En la persecución del
Valencey mueren los oficiales Manuel
Cedeño denominado por Bolívar “el bravo de los bravos de Colombia”;
igualmente Ambrosio Plaza no sin antes exclamar: “muero en este campo de victoria, en el punto más avanzado adonde
no llegó Páez”; la camisa del capitán Ángel Bravo recibió catorce lanzazos sin que fuese herido, dijo Bolívar: “merece un uniforme de oro”. Páez en plena acción sufrió un ataque
de epilepsia, es salvado por el comandante realista, el venezolano Antonio
Martínez, quien lo envió a sus filas con el Tte. republicano Alejandro Salazar
(alias Guadalupe). Conocido es el episodio de la muerte del Tte.
Pedro Camejo “El Negro Primero”,
imaginado por el eximio escritor de Venezuela Heroica, Eduardo Blanco.
Los tenientes
Rafael Mendoza y Vicente Piedrahita, encargados de la ingrata tarea de enterrar
a los fallecidos en combate, consiguieron dos valerosas mujeres uniformadas y
con el pelo recogido, de las 25 que pelearon en el magno combate que duró una
hora a partir de las once de la mañana; los niños de Tocuyito y Tinaquillo
ayudaron a enterrar los cadáveres. En el campo de batalla muere el perro Nevado regalado en Mérida a Bolívar en mayo de 1813,
a su paso en la Campaña Admirable. Los realistas perdieron en la batalla entre
muertos, heridos, prisioneros y desaparecidos: 122 oficiales y 2786 soldados;
las pérdidas republicanas según el parte oficial apenas eran de 200 muertos y heridos. El Libertador desde Valencia envía
el parte de guerra al Presidente del Congreso el 25 de junio, inicia su mensaje: “Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria, el nacimiento político de la República”.
El general Santiago Mariño se queda en
Valencia, el coronel Antonio Rangel es enviado a sitiar a los realistas en
Puerto Cabello. Bolívar y Páez se
dirigen a Caracas adonde llegan el 29 de junio, recibidos por el entusiasmo de
los caraqueños agradecidos. En Carabobo lucharon venezolanos de todas las
clases sociales y de todas las regiones, hombro a hombro con más de trescientos
voluntarios de diversos países. Tiene razón el Libertador cuando dijo en el
manifiesto de Carúpano el 7 de septiembre de 1814: “Dios concede la victoria a la constancia”.
CONCLUSIONES.
Después de la batalla de Carabobo, hasta
lograr la salida definitiva del ejército español con la Toma de Puerto Cabello
el 8 de noviembre, se realizaron unas sesenta acciones militares, Es Carabobo un
mensaje permanente de sacrificio, unión fraternidad y optimismo por un mundo
mejor. El 24 de junio de 1939, el “Poeta
del Pueblo”, Andrés Eloy Blanco en su elocuente discurso ante el Congreso,
denominó a Carabobo como: “El domicilio histórico del Ejército
venezolano” y el presidente de la república el general Eleazar López
Contreras designó 24 de junio: “Día del Ejército Venezolano”.
Al sentirnos
orgullosos de nuestro glorioso pasado, es preciso completar la tarea por ellos
iniciada, mediante el estudio y el trabajo creador, sin egoísmos ni
discriminaciones en beneficio del desarrollo del país. Tenemos la deuda
histórica de colocar en la inmortal sabana de Carabobo los monumentos de: La
heroína venezolana, “Mujer hecha Patria”, del Niño Héroe “Semillero de
Esperanzas”, del sacerdote Anónimo, “verdadero patriota con sotana” y del abnegado médico, como un acto de
elevada justicia, a quienes participaron denodadamente y se sacrificaron, para dejarnos una patria
libre y soberana. Razón tiene el pensador ginebrino Juan Jacobo Rousseau: “La libertad es un alimento suculento,
pero de difícil digestión”.
No volvamos la mirada al pasado solo para
extasiarnos en su grandeza y significado, sino para que sirva para reflexionar
las jornadas del presente y futuro…
Por; QH.·. Eumenes Fuguet Borregales.
E.·. V.·. M.·.
2002
de
la R.·. L.·. Sol de América Nº 37
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General
de Brigada.
Miembro
de Número de la Academia de la Historia del Edo. Carabobo.
Miembro
de la Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro
de la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Director
de la Revista Internacional Historia y Tradición.