No había en Venezuela un ejército formado, solo reclutas que huían frente al enemigo, mientras el pueblo fanatizados y enemigos de los mantuanos, “grandes cacaos” e Hidalgos que explotaban en sus haciendas y minas, se unían al ejército del comandante realista Domingo Monteverde. Fue por eso, que el Generalísimo Miranda, reunió la mañana del 12 de julio de 1812 en el pueblo de la Victoria a su Estado Mayor, para discutir una Capitulación, que fue aprobada allí y en Caracas. Un tratado de paz que se respetaba en Europa, pero que las hordas realistas “no lo sabían”.
Miranda se vino al amanecer del día 30 de julio de 1812, a la Guaira. Allí encontró la Goleta inglesa Shaphire, comandada por el capitán Haynes; le entregó su equipaje y sus 60 tomos de su diario personal: La Colombeia, pero se negó a embarcarse pues quería pasar la noche , bajo el cielo de su patria, tras 40 años fuera de ella. Tal vez querría llorar la muerte de su gran sueño de la naciente República, hecho ocurrido el 05 de julio de 1811 y enfrentar sus anhelos de su patria libre, libertada por él. Pero una cosa es soñar, teniendo la capacidad para hacer los sueños una verdad y lo otro es la realidad y sus componentes. Hay que saber mirarla a la lejanía con “El Nivel y la Escuadra”.
Dormía cuando oyó gritos de alarmas a las 3 de la mañana, del día 31 de julio de 1812, y busco a su siempre secretario privado, Carlos Soublette:¿Qué pasa ya es la hora de embarcar? Y miró al grupo con sus espadas desenvainadas y se dio cuenta de la traición ¡otra vez traición! la traición desmorona el ideal revolucionario. Pero como era posible, si él estaba alojado en la casa del jefe militar patriota de la Guaira, Manuel García de las Casas ¡Traición! Cometida por los Masones: Simón Bolívar, Tomás Montilla, Miguel Carabaño, José Mires, Juan Paz del Castillo, Casas y Miguel Peña, cumpliendo órdenes del jefe realista Domingo Monteverde. Los miró a los ojos profundamente y les gritó: “¡Bochinche, Bochinche!” no saben hacer si no Bochinche y pareciera ser un epitafio político de toda nuestra historia.
Dicen que Miranda, le murmuró a Soublette en palabras extrañas que “difícil es pulir la piedra bruta para alcanzar ”el árbol de la vida, la escalera, el cinco y el círculo. “ Se quedaron en la cuerda” mientras la goleta Shapire, levantaba anclas con su cargamento de maletas, libros, más no su autor, el más grande intelectual de su época, con una formación holística desde la poesía, la pintura, el derecho, poliglota, y todas las artes hasta el arte militar puesto en práctica en los ejércitos franceses. Después lo trasladaron al Castillo de Puerto Cabello y al Castillo del Morro de Puerto Rico, para finalmente llevarlo el 08 de enero de 1814, al Cuartel de la Carraca en Cádiz España. Allí fue tratado con consideración y respeto a su jerarquía militar y a su intelecto, le permitieron que le acompañara su criado y fiel “mayordomo” Pedro José Morán.
Tiempo de recuerdos y reflexiones, recordó su prisión de año y medio en Francia, hasta la caída de Robespierre; su huida de Francia con documentos falsos a nombre de Gabriel Edouard Leroux y D Helander, recordó a los traidores de sus filas en Europa, entre ellos: Al Francés Duperón y al cubano Pedro José Caro que entregó a España e documento acción:”Plan Civil y Militar” , recordó sus Logias , “Lautaro” La Gran Reunión Americana o “Caballeros “Racionales”. Donde se formaron los Libertadores de América, buscando un “Árbol de la Vida”. Su reunión en París con los venezolanos: Manuel José de Salas y José del Pozo Sucre para firmar el “Convenio de París”. La muerte en Londres del Sacerdote Jesuita Viscardo, autor del Manifiesto: “Una Carta a los Españoles Americanos”, recordó a sus dos hijos: Leander y Francisco, a su esposa Sarah y le alegró que él ya había dejado firmado su testamento; “los espíritus de luz” saben el final de su misión.
Recordó grandemente y le hablaba a Morán, del gran amor de su vida, la mujer inglesa que era como él, “ Toda Pasión y Belleza”, transformada en una Miranda femenina, ella era: Lady Esther Stanhope , la sobrina de su amigo el primer ministro inglés William Pitt. Una dama rebelde que no pudo “domar” y se le fue para el África, a realizar sus sueños revolucionarios, para luego dormitar en los brazos tranquilos de su “ama de llaves” la hermosa judía Sarah Andrews “Señora Martín” su seudónimo y madre de sus dos hijos. José Morán iba planificando, su fuga con sus amigos ingleses, para el mes de marzo de 1816. Y ese mes, Miranda se enfermo gravemente con un ataque de apoplejía y escorbuto pulmonar. Todos hicieron los médicos en el Real Hospital de la Carraca para salvarlo, escribió su última carta a Sarah; el sacerdote Alvar Sánchez quiso darle su extremaunción, y él le dijo con delicadeza “Déjenme morir en Paz” y el día 14 de julio de 1816 “Paso al Oriente Eterno” asistidos por sus médicos, enfermeras a la 1: 05 de la mañana.
Lo llevaron a enterrar y a quemar todas sus cosas, su tumba años después, fue arrastrada al osario, fosa común cuando el Arsenal de la Carraca, fue demolido en 1875. Tiempo suficiente para que Venezuela reclamare sus restos y llenare la tumba del cenotafio del Panteón Nacional.
Descanso Miranda, “El Hiram de América” , pero 200 años después sus Logias no cerraron sus columnas, al contrario se multiplicaron como las acacias que en todo tiempo, están vivas como el agua.
Josemiguelsalasmejias1@gmail.com
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