El mundo artístico y cultual se enlutó este martes 5 de julio, con la pérdida física del maestro Alirio Díaz, destacado guitarrista clásico y músico Venezolano.
Díaz oriundo de Carora, residía desde hace algunos años en Roma, Italia. Precisamente donde falleció a sus 92 años de edad.
Alirio Díaz Leal nació el 12 de noviembre de 1923 en La Candelaria, caserío caroreño del Estado Lara, Venezuela. Octavo hijo de padres campesinos, demostró ya en la infancia sus aptitudes musicales y una espontánea curiosidad por todo lo que es cultura. A los dieciséis años abandona bruscamente el hogar paterno empujado por los deseos de vivir y estudiar en Carora, donde sigue sus estudios de 4°, 5° y 6° grado en la Escuela Federal Graduada Egidio Montesinos. Es cuando conoce al carismático luchador social, intelectual y periodista Cecilio (Chío) Zubillaga Perera, quien será el primero en descubrir la vocación fundamental de Alirio Díaz y quien hasta sus últimos años logró verlo como un artista realizado.
Luego de esos tres años de vida material insoportable, Díaz se dirige a la ciudad de Trujillo, en donde va a dar comienzo definitivo a los estudios académicos de música, propiamente lecciones de teoría, saxofón y clarinete, bajo la dirección del maestro, compositor y director de banda Laudelino Mejías. Para éste y otras personalidades trujillanas, lleva cartas de parte de Don Cecilio, en las que se decreta su porvenir artístico. Pero en ese entonces, para ganarse el pan, Díaz tiene que aprender nuevas profesiones: trabaja como tipógrafo, mecanógrafo y corrector de pruebas periodísticas, aprende el inglés, toca como guitarrista popular acompañante en Radio Trujillo y saxofonista en la Banda del Estado.
Siempre obedeciendo a los mandatos espirituales de Don Cecilio, con su guitarra, sus libros y sus profesiones, viaja a Caracas en septiembre de 1945. Al ingresar a la Escuela Superior de Música José Angel Lamas estudia Teoría y Solfeo con Pedro A. Ramos, Historia y Estética de la Música con Juan Bautista Plaza, Guitarra con Raúl Borges y Armonía con Primo Moschini y Vicente Emilio Sojo. Como ejecutante de clarinete es acogido en las filas de la Banda Marcial dirigida por el Maestro Pedro Elías Gutiérrez, mientras el Maestro Sojo lo incorpora en la fila de los tenores del renombrado coro Orfeón Lamas. Pero su subsistencia quedó resuelta cuando los músicos populares de la esquina de la Torre y de la magnífica orquesta de Cesar Viera en la Radio Tropical lo llaman para trabajos profesionales, a lo cual se añádió un pequeño subsidio que, gracias al maestro Sojo, le fue otorgado por el Ministerio de Educación Nacional.
1950 es el año de gracia para Alirio Díaz; es cuando se da a conocer mediante repetidos y brillantes recitales tanto radiales como privados y públicos.. Memorables sus primeras presentaciones en la sede de la Lamas, en la Biblioteca Nacional de Caracas – el 12 de febrero de 1950 – y pocp después en los Ateneos de Valencia, Barquisimeto y Trujillo, de los que obtuvo magníficas críticas de parte de Eduardo Lira Espejo, Eduardo Feo Calcaño y Sergio Baudo. Ya desde entonces interpretaba en la guitarra lo mejor de su repertorio, incluyendo las obras de los más notables maestros venezolanos como Borges, Sojo y Lauro. Mención especiál merece igualmente su participación en el gran concierto que se celebró en mayo de 1950 en la Escuela Superior de Música dedicado a Juan Sebastián Bach. Se trataba de la conmemoración del bicentenario de la muerte del grande músico alemán en la que Alirio Díaz se distinguió con una memorable interpretación de la Chacona.
En julio de ese año concluye los estudios, y es entonces cuando proyecta de viajar a Europa para un consiguiente post-grado artístico. Serán dos personalidades a ocuparse del asunto, el pintor venezolano Clemente Pimentel y el crítico musical chileno Eduardo Lira Espejo, y poco después un nutrido grupo de figuras representativas de la cultura venezolana. El Ministerio de la Educación Nacional respondió aprobando la concesión de una subsidio para Alirio. Para noviembre ya se encuentra en Madrid, en donde ya en el Real Conservatorio de Música y Declamación es acogido por el célebre compositor y guitarrista Regino Sainz de la Maza. Mientras realiza sus estudios sigue efectuando recitales en los más importantes centros de la cultura española: Ateneo de Madrid, Teatro Español, Palacio de la Música de Barcelona, la Alhambra de Granada, Teatro Principal de Valencia. Estrecha relaciones amistosas con intelectuales y músicos ( (Gerardo Piego, Joaquín Rodrigo, Moreno Torroba, García Nieto, Narciso Yepez, Emilio Pujol, Daniel Fortea, Eugenia Serrano, Federico Monpou, Xavier Montsalvage, Joaquín Achucarro).
A mediados de 1951 emprende viaje a Italia siempre con la inquietud del perfeccionamento. Italia viene a ser el espacio ideal para la total proyección de su personalidad. En la célebre Academia Musical Chigiana de Siena empieza los cursos de alto perfeccionamiento con el Maestro Andrés Segovia, la más eminente figura de la guitarra y de la música a lo largo del siglo XX. Segovia lo aclama en seguida como el mejor de los estudiantes que habían desfilado por la Academia, lo cual equivalía a considerarlo como la mejor promesa de la guitarra en el mundo. En efecto un par de años más tarde Díaz llega a ser asistente y sustituto de Segovia en la propia Academia Chigiana.
Bajos tales auspicios artísticos se expanden sus actuaciones por toda Italia, a lo cual contribuyen de modo determinante sus amigos, mecenas y colegas del arte musical. Y no están ausentes sus más admirados autores venezolanos: Borges, Sojo y Plaza. Casualmente fue este último quien por primera vez lo presentó formalmente al gran público de Roma en un brillante recital auspiciado por el embajador venezolano Alberto Arvelo Torrealba. Descubriendo en Italia una segunda patria desde allá viaja en tournée por todo el continente europeo. Son ininterrumpidas sus peregrinaciones por los cincos continentes por donde aparece actuando, como solista y con grupos sinfónicos bajo la dirección de renombrados directores como Celibidache, Stokowsky, Estévez, Kostelanez, Frubek, Iturbi, entre otros.
Durante estas actividades Díaz fue tomando conciencia del alto valor de las manifestaciones musicales populares, y siguiendo las huellas de Vicente Emilio Sojo, en sus viajes a Venezuela dedicaba gran parte de su tiempo a la recopilación de cantos de origen popular, muchos de los cuales, luego de cuidadosas armonizaciones guitarrísticas, eran -y siguen siéndolo- interpretadas ante públicos de todo el mundo. De las mismas quedan ediciones y grabaciones discográficas. También hay que mencionar las investigaciones realizadas desde un punto de vista musicológico sobre el mismo argumento popular, gran parte de las cuales están publicadas en su libro Música en la vida y lucha del pueblo venezolano, en diversos periódicos y revistas venezolanas, y en su obra autobiográfica Al divisar el humo de la aldea nativa.
Actualmente Díaz vivía en Italia. Cada año ofrecía un curso de perfeccionamiento en la ciudad de Alessandria (Turín), en donde lo declararon Ciudadano Honorario, En 1987 la Organización de los Estatutos Americanos le concedió el Premio Interamericano de Música.
José Rafael Otazo M.
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Profesor Universitario.
Miembro de Número de la Academia de la Lengua del Estado Carabobo.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de La Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica
Como siempre! EXCELENTE...
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