DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
DR. RICARDO LEÓN CELAYA, COMO ORADOR DE ORDEN, EN EL HOMENAJE DE LA ASOCIACIÓN
DE ESCRITORES CARABOBEÑOS A LOS MÉDICOS ESCRITORES, CON MOTIVO DE LA
CELEBRACIÓN DE LA SEMANA DEL MÉDICO VENEZOLANO. TEATRO MUNICIPAL, VALENCIA,
SABADO, 12 DE MARZO DE 2016.
Dr. Ricardo Leon Celaya |
En la salud, el horizonte absorbe al paisaje y hay mucho que resolver.
Por ello, cada quién debe ser un gladiador, para luchar como persona,
profesional, sindicato y gremio, para
ayudar a resolver la grave situación
de la salud. Pero hoy, como Asclepianos, humanistas, que rinden tributo
a los médicos y escritores, en la generosidad de la Asociación de Escritores de
Carabobo, solo, en la trascendencia de ese gesto de convivencia institucional,
voy a transitar el camino de mi oración.
Que vientre me anidará en su seno, para ir.
Que manos me recibirán, para llegar.
Quienes me besarán por vez primera y sonreirán.
Que brazos me acercarán y arrullarán.
Quienes vigilarán mis primeros pasos.
Quienes al tropezarme, caer y llorar me acostarán
en su regazo.
Cual mano se extenderá para apretarla.
Que voz me pedirá que la ame, para amarla.
Quien saciará mi sed, por mis trajines.
Quien calmará mi hambre, por la vida.
Quien me acompañara por mis sinfines.
Quien impedirá que vague por el mundo, como
gaviota herida.
Que anciano abrazaré, para ayudarle.
Que camino obstruiré, para apartarme.
Cuantos hijos tendré para amar y aconsejarles.
Quien me sostendrá en mi ancianidad y acortara su
paso, para yo no enredarme.
Quien secará el sudor de mi frente, cuando
enferme.
Quien oirá, mis últimas palabras.
Que podré decir, en mis plegarias.
Como podré decirle a Dios, cuanto le amo.
Como podré decirle a Dios, cuanto le debo.
Quienes me rodearán, cuando me duerma.
Quien arrojará la última flor sobre mi tumba.
Cómo será la luz que seguiré, entre lo oscuro,…
Y
Quien podrá gritar ¡Aquí, se ausenta un hombre,
que vino al mundo e
hizo un poco más de lo que pudo! Que intenta hacer de
sus
cenizas, viva llama y deja acá, entre su sangre y sus
amigos, el
Pedazo más grande de su alma.
En la belleza de mi medianía y gratitud al Todopoderoso, solo
desconozco, hasta ahora, las últimas cinco interrogantes. Hoy, embargado de
insondable emoción y júbilo por la maravillosa presencia de ustedes, como un
niño, el campesino de San Jerónimo de Guayabal, se pregunta: ¿Qué debo hacer
aquí? Y el paisaje, me responde: Cuando hay que hacer, lo que hay que hacer,
solo hay que hacer, lo que hay que hacer. En mi caso, obedezco al honor
conferido por la pujante, recién fundada e Ilustre Directiva de la Asociación
de Escritores Carabobeños, donde las estrellas se abrazan para trazar afectos,
presidida por el Dr. Oswaldo Angulo Perdomo, para celebrar el día Nacional de
Médico y Escritor.
Destacando la trascendencia de este acto, porque esta celebración,
desborda su importancia en instituciones dispensadoras de salud pública,
privadas y Colegio de Médicos. Para incorporar a nuestro regocijo el
sentimiento de solidaridad, apoyo y reconocimiento, de esta humanística corporación. La cual, debemos asumirla como
el Santuario del humanismo del escritor, donde, quien se detenga frente a su
fachada, puede decir voy a entrar porque
aquí se parecen a mí. Y el que está dentro, puede decir: permanezco aquí, porque yo me parezco a
ellos. Es decir, nuestra más sublime característica de convivencia, debe
ser la diferencia con inclusión. Este gesto, producto del sentimiento creativo
al reconocer, valorar, honrar y elevar merecidamente al médico y escritor, no
tiene precedentes y es una vigorosa señal de fortalecimiento espiritual e
interinstitucional. Como diría Don Felipe Herrera Vial, en su obra, Motivos de Incamar (1956), quien
personifica a través de Incamar y su belleza, su insondable amor por la
Valencia indígena, tío de nuestro admirado poeta y escritor Napoleón Herrera: esta es una convivencia olorosa, de gracia
y de gloria. Porque somos pueblos y solo el pueblo, da gloria. Esta fecha,
se enmarca en la Efeméride del Natalicio de José María Vargas Ponce, el día 10
de marzo de 1786, quién nació entre cumbres, las cuales, intentan, sin
fracasar, besar el cielo. Vargas, fue un venezolano, Médico, de enseñanza,
educación, academia, gremialismo, político, patriota y amigo crítico de nuestro
Libertador Simón Bolívar, cuando era necesario. Lo cual, acostumbró el
libertador, que los respetables razonamientos y posturas de Vargas, podían no
coincidir con lo que deseaba oír. Pero, su respeto fue tal que, privilegió y
eternizó a Vargas, designándolo su albacea testamentario.
La historia es atractiva, porque, nace sin corazón en el pecho. Pero,
se hospeda en la churuata del corazón del hombre hasta la perpetuidad. La historia
es móvil, dinámica, esquiva, inmortal, de bordes capaces de confundirse con tu
sombra. Pero, permite ser acariciada, con sublimidad, suavidad, seriedad y
respeto. Por ello, ante quienes modelan
el hecho histórico desde un escritorio, mediado por una posición de poder o un
interés particular se consigue
espontáneamente con el grito de ¡manipulación!. Lo cual, diluye la
perversa narración histórica, como un terrón de azúcar abrazado por la Bendita
agua del sediento y evita la incubación de la creencia, en algunos hombres, que
la guerra es la paz del porvenir.
La historia nos enseña que no tiene mañana el hoy. Aunque
Marco Tulio Cicerón, el hombre, quien, hizo fracasar a Marco Antonio, en su
empeño de emular a Cayo Julius Cesar Augusto Graco, en ser cónsul y regente de
las Galias, al gritarle; ¿Hasta cuándo Marco Antonio. Le haces daño a Roma y al
mundo? Porque lamentablemente, no te
has muerto… Cicerón, en el arte de envejecer, afirma: ningún hombre, por muy avanzado en sus años, desprecia hoy, el
adelantado disfrute del día siguiente. Esta convivencia institucional hace
historia, por ello; respeto a quien
opine: hay que saber de historia para hacer política. Saludo a quien opine: con la historia no se debe hacer política. Aplaudo a quien opine: Hacer historia
con la política, por asumirla como herramienta de beneficio social y colectivo.
Distanciándome de las apologías, del halago febril e innecesario, me
voy a permitir desfilar con respeto biográfico, por la vida de algunos
apóstoles de la medicina a quienes tuve la oportunidad de disfrutar a través de
sus acciones, lectura y por el obsequio, en algunos, de su compañía y amistad.
Sus vidas, se constituyeron en modelos que nunca podrán enseñarnos a
olvidar.
Vicente Salías.
Hijo de Don francisco Salías Tordecillas, andaluz y Doña Margarita
Sanoja, caraqueña, matrona admirable. Vicente, médico, poeta y prócer, capaz de
ofrendar su vida por la defensa del suelo patrio. Con su palabra entusiasta,
era un promotor de libertad. Su hermano mayor Francisco Salías, edecán de
libertador y cuyo gesto en la puerta mayor de la catedral de Caracas, originan
los sucesos del 19 de abril de 1810. Pedro Salías, fallece en combate, en
Aragua de Barcelona al frente del batallón Caracas y Juan Salías, ejecutado por
orden de Morillo en 1806. Vicente Salías, nos obsequia hasta más allá de la
eternidad, un poema, de profundo amor por su pueblo llamado Canción Nacional, que ubica a su patria
en la gloria y resalta valores como “La ley respetando la virtud y honor”. Este
cantó, fue elevado a la categoría de Himno Nacional, el 25 de mayo de 1882, por
decretó del Presidente Guzmán Blanco. José María Vargas Ponce, no padeció las
vicisitudes de Vicente Salías, al ofrendar la sangre de sus hermanos, para abonar la árida, maltrecha y
pisoteada tierra nuestra, producto del ambicioso y desventurado coloniaje y su
propia sangre, cuando al apoyar su espalda en una pared del castillo de Puerto
Cabello y sucumbir ante la letal carga de los fusiles realistas, alcanza a
gritar en su agonía ¡Abajo cadenas!
¡Muera la opresión! . Por ello, Vicente
Salías, es un patrimonio sentimental, emocional, patriótico e histórico del
médico, prócer y mártir, para quien, en
un ínfimo acto de justicia y saldar la deuda histórica, merece la creación de la Condecoración “Vicente Salías” para honrar a
distinguidos ciudadanos e instituciones Carabobeñas, con destacados méritos de
servicio en Beneficio de su prójimo.
Francisco Lazo Martí
Coterráneo, Asclepiano y colega, el insomne del amor, la pampas y el
regreso, quien en 1895, con tangible visión de futuro, se constituye en el
huésped del primer reclamo por el inexplicable sufrimiento de la naturaleza,
cuando en Mi carta a un Bardo amigo de la Silva Criolla escribe: llanura o cielo, cúspide o abismo/ ¡santa
naturaleza!/ para el dolor que vive en tu grandeza/ ¿ Cuál palabra mejor que tu
mutismo ?.
Juan Vicente Seijas
Una mañana, sorprendió a un joven estudiante de medicina, cuando un
diario de circulación regional, destaca en primera plana “Alcalde Juan Vicente
Seijas, barre la plaza Bolívar y calles de Valencia”, gráfica a cuerpo entero,
botas oscuras, altas y de goma. Mi pensamiento fue, médico tenía que ser por lo
humanista, no diferente. La pequeñez política, se preparó para la crítica. Juan
Vicente Seijas, enviaba como señales; la salubridad pública, la limpieza que
combate enfermedades ambientales, es tarea de todos, y él era parte de ese
todo. Que los trabajadores apreciaran a su Burgomaestre trabajando con ellos y
como ellos. Además, presumo, si Juan Vicente,
barre su pueblo, con más razón, podía barrer su casa. Por eso, la
miseria de la crítica no tuvo éxito, por escasa y derrotada, con la acción del
hombre noble.
Fabián de Jesús Díaz.
Mi apreciado maestro en historia de la medicina, a quién una mañana de
viernes, de 1977, en los salones de medicina, frente a la capilla, un inquieto
alumno, quién ve al docente erguido, de guayabera verde claro, se le acerca y
le dice; “maestro, sí va a hablar de historia de la medicina, hablemos de
usted”. Y el sabio, con una sonrisa que achicó sus párpados, me respondió. No
hijo, gracias por tu halago, pero no alcanzo a tanto. Interpreté en su
respuesta que el hombre y su historia, es solo un punto en la historia, como el
presente, es solo un punto en la eternidad.
José Ignacio Bellera.
Su talante, marcha oronda y canas, no ocultaban el portento de una voz
de Zeus, amable y educativa. Compartir el apostolado médico con su persona,
Luis Ramos Villamediana y Elías Sarquis, en el hospital del Seguro Social
“Emiliano Azcúnez” y recibir el brindis de su despedida, cada tarde, al
terminar su consulta, era un gozo.
Guillermo Mujica Sevilla.
Maestro, reverencial, castizo, pedagogo, académico a quien el
conocimiento de su valor personal, le impedía ser mezquino. Su afable sonrisa,
era señal de que íbamos bien, cuando nos acompañó al lado del Dr. Alfredo Paz
Cordero, para asumir en 1971, la modificación de la estructura académica de la
Universidad de Carabobo y convertir la facultad de medicina en facultad de
Ciencias de la Salud, para abrir el horizonte a quienes deseaban estudiar
Bioanálisis, Odontología y Enfermería.
Efraín Inaudy Bolívar
Mi gran kamaracoto,
hombre del Auyantepuy, premio Nacional de poesía 1982. Piedad, su amada hija,
me lo prestaba para disfrutar nuestras conferencias y me enseño, que “el médico, más allá de su humanismo, debe
aprender a meter su ingle, en el pitón del toro de la vida”
Freddy Amoldoni
Inteligencia,
locuacidad, servicio, equilibrio, inclusión y paz. Amigo de amigos.
Rafael Enrique Casal.
Respetuoso, amigable, placentero, coloquial, sincero, gremialista y
colectivista. Pocas semanas, antes de su ausencia, disfruté su ameno y siempre
afectuoso saludo. Les confieso, que en ese momento se levantaba de un sillón,
aun acosado por su dolencia, me lucio imponente, como un Silverio Pérez, amante
del redondel.
El universo médico se enorgullece al mencionar a William Gánem, Nicolás
Rueda, Amaury Rengel, Carlos Verdú, Alicia Galíndez, Miriam Marcano, Carlos
Rojas Malpica, Germán Perdomo, Carmen Cecilia Malpica, Yovanna Vásquez,
Maricruz Jiménez de Ospino, Polo Castellano, Francisco Martínez López, Antonio
Sanoja Breña, Oswaldo Guerra Sagarzasu, Wilfredo Perfetti, Gregorio Riera
Espinoza, Fernando Bellera, Eliecer Payares, Gilberto Domínguez, Jesús Ortega,
Ricardo Enrique León Montero, Miguel Zerpa, Marcos Ortega, Jesús María Lugo
Peña, Juan Armando Márquez, Fernando
Henríquez Hostos, José Luís Aparicio Borregos, José Finochio, Carlos Rosales,
Eusebio Ortega, Pedro Quiñónez, Manuel Rodríguez, Víctor Julio Bellera, entre
infinitos, quienes en la nobleza de su ejercicio profesional, están
persuadidos, que la Bondad en nuestro Apostolado, ocasiona la hermosa sonrisa
de Nuestro Señor Jesucristo. A los médicos, quienes por mi traviesa, gozosa y
novedosa costumbre de olvidar, después de la medianía, reciban mis bendiciones.
En la vaga penumbra de la estancia,
A esas horas nostálgicas del sueño,
Cuando todo aparece adormecido
Bajo el ala sutil de un anestésico,
Cuando apenas nos llega de la noche
La suave y leve vibración de un eco
Que se apaga en las ondas como un ritmo
Que pone arrullos en la flor del viento,
Cuando duermen los lirios y la rosas,
Y el boscaje silencioso y ledo,
Los árboles, al margen del camino,
Saludan su letargo somnoliento…
En las horas de nostalgias líricas,
De añoranzas marchitas, y desvelos,
Es que llegan al alma de los bardos
Las dulces mariposas del ensueño.
Las blancas maravillas del delirio.
Las luciérnagas de oro de otros tiempos
A buscar el encanto de la vida
Rompiendo, la crisálidas del verso…….
La antorcha, es la creación producto de la inteligencia del hombre, para iluminar su camino y todo lo que lo rodea. Pero, nunca podrá impedir que su flama dance al compás de la brisa y se extinga. Tan elemental figura, nos ordena que todo tiene que terminar. Por ello, con indescriptible júbilo, emoción y honor, levo anclas en la liturgia y me asiento en mi Catecismo de la Iglesia Católica, página 512, 23 38 “La persona casta, mantiene la integridad de las fuerzas de vida y amor, esto asegura la unidad de las pasiones. Se opone a toda lesión y no acepta doble vida ni doble lenguaje”. Mi estancia aquí, fue más por su generosidad que por mis méritos. ¡BIENVENIDOS TODOS A MI ETERNA GRATITUD!
Dr. RICARDO LEÓN CELAYA.
TEATRO MUNICIPAL, VALENCIA,
SABADO 12 DE MARZO DE 2016.
Mi amigo Ricardo León Celaya, también es Doctor, también es un extraordinario ser, también es intelectualmente erudito, también es lo bueno de existir, también es humilde y admirable, y en el sin fin de los elogiantes y enaltecedores epítetos también es, es decir en la referencia obligada también es, quien lea sus discursos, oiga sus platicas y oratorias, se dará cuenta que también es el que sabe Cuando hay que hacer, lo que hay que hacer, y el que aconseja también que solo hay que hacer, lo que también hay que hacer, Dr Celaya yo a usted lo aprecio tambien
ResponderEliminarUn verdadero placer leer y descubrir como el Dr León Celeya (con quien compartí en mis inicios de ejercicio médico en el hospital del Seguro Social “Emiliano Azcúnez”) leer y casi escuchar su entonación. Estoy muy satisfecha de haber entrado en ésta página casi por curiosidad sana, habiendo disfrutado ademas detalles de mi héroe favorito en la Historia de mi Venezuela, el Generalísimo Don Francisco de Miranda. El Discurso, es un Documento, que debería ser conocido por mis Colegas, con su permiso lo publicaré en mi espacio G+, que también es suyo.
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