El general
caraqueño Mariano Montilla (1782-1851), designado en 1828, Jefe Superior de los
Departamentos del Istmo de Panamá, Magdalena y Zulia, testigo presencial en
Santa Marta el 17 de diciembre de 1830, de la muerte del Libertador, le informa
al general Rafael Urdaneta Presidente Provisional de la Gran Colombia desde el
5 de septiembre de ese año (la verdadera denominación es República de Colombia,
proclamada el 17 de diciembre de 1819 en Angostura.
"El excelentísimo señor Simón Bolívar ha pagado hoy
a la naturaleza el precioso tributo de su importante vida". Urdaneta al
conocer la infausta noticia emite en Bogotá el 9 de enero de 1831 una
conmovedora proclama, llamando a la tolerancia y a la unión fraternal para
salvar la patria de la anarquía: "¡Colombianos¡ Agobiado por el peso del
dolor, me esfuerzo no obstante, por cumplir con el más triste de mis deberes
como magistrado, como ciudadano, como amigo. Os anuncio que ha cesado de
existir el más ilustre entre todos los hijos de Colombia, el Libertador, el
fundador de tres repúblicas, el inmortal Simón Bolívar. Después de haber
agotado hasta las últimas heces del cáliz de amargura que le ofreció la
suspicacia de algunos conciudadanos suyos, ha pasado a la región de las almas,
dejando un vacío inmenso en Colombia, en América, en el orbe civilizado". "¡Colombianos¡
Las pasiones contemporáneas, aún las más encarnizadas, deben darse ya por
satisfechas. Bolívar no pertenece de hoy más, sino al dominio de la historia; y
mientras ella le asigna en sus páginas el prominente lugar a que le han hecho
acreedor sus relevantes servicios a la causa de la humanidad, nosotros los que
tenemos la desgracia de sobrevivirle debemos reunirnos en torno a su tumba
helada, a llorar la pérdida que hemos hecho, a meditar sobre la situación de
Colombia y prestarle los auxilios de que tanto necesita la patria para
revivir."
"¡Colombianos¡ Deseoso de que no se malogren los
esfuerzos inauditos de aquél varón esclarecido por la independencia y la
libertad de nuestra tierra, me ocupo actualmente de dictar aquellas medidas que
demandan el reposo y bienestar de los que viven sometidos al Gobierno Nacional,
y de negociar con los que no lo están, los medios de llegar a un avenimiento
amistosos, que tenga por resultados, reorganizar a Colombia y presentarla de
nuevo a los ojos de las naciones en su pasada majestad y esplendor.
En nombre de la independencia y de la libertad, convido a
todos los que abriguen en su pecho sentimientos nobles y generosos, a que
coadyuven a la bella empresa de restaurar Colombia. Venid, pues, colombianos al
templo de la concordia, venid conmigo a darnos un abrazo fraternal. Sólo así
evitaremos que el país sea patrimonio de la anarquía más espantosa y devoradora
que jamás vieron los siglos”
Bogotá Enero 9 de
1831 Gral. Rafael Urdaneta.
Al siguiente día,
el "siempre leal", convocó
una junta de notables, con la finalidad de exponerles, en su condición de
presidente provisional, la conveniencia de dejar el alto cargo, asumido con la
condición de que el Libertador lo pudiera recibir; fallecido éste, quedaba sin
efecto el nombramiento del prócer marabino. Los asistentes en forma unánime
recomendaron que no renunciara. Ante la presión ejercida por los enemigos de
Bolívar y para evitar una guerra civil, Urdaneta renuncia ante el Consejo de
Estado reunido en Apulo, cerca de Bogotá el 30 de abril de 1831, allí dijo:
"Mi continuación al frente del Gobierno no es ya
necesaria; he resuelto en consecuencia separarme de los negocios públicos y no
debiendo ni queriendo mandar más, he cesado en este instante en el ejercicio de
las funciones del Poder Ejecutivo. Ruego por tanto al Consejo ocupe sin pérdida
de tiempo, de nombrar la persona que haya de encargarse de la suprema
autoridad. Al terminar mi vida política estoy satisfecho porque mi conciencia
me dice que he cumplido con cuantos deberes me impuso la patria en la delicada
situación en que me he visto colocado".
Al serle recibida
su renuncia, con el apoyo de Don Joaquín de Mier y Benítez, sale desterrado
desde Santa Marta hacia Curazao el 7 de junio; en Venezuela y en la Nueva
Granada no lo aceptaban por su definido afecto y lealtad hacia el Libertador.
En esa isla pasará año y medio en la más completa miseria este paisano esclavo
del deber y del honor.
Por;
Eumenes Fuguet Borregales E.·. V.·. M.·. 2002
de la R.·. L.·. Sol de América Nº 37
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General de Brigada.
Miembro de Número de la Academia de la Historia del Edo. Carabobo.
Miembro de la Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo
Director de la Revista Internacional "Historia y Tradición".
Eumenes Fuguet Borregales E.·. V.·. M.·. 2002
de la R.·. L.·. Sol de América Nº 37
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General de Brigada.
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Miembro de la Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo
Director de la Revista Internacional "Historia y Tradición".
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