Ivette Ramón, natural de Saulxures, en Los Vosgos franceses, con familia de resistentes anti nazis, casada con un catalán y madre de cuatro hijos, ha sido hasta su jubilación profesora de primaria y enseñanza media en París. Incorporada a la masonería en 1975, en Épinal, fue desde el 19 de mayo de 2012, hasta el 2017 Gran Maestra de la Orden Masónica Mixta Internacional de El Derecho Humano, implantada en 56 países y con más de 30.000 miembros de ambos sexos. Es, por ello, una de las principales personalidades masónicas del mundo.
Pregunta. ¿Cuál son los principales desafíos, exteriores e interiores, con los que se enfrenta la masonería mixta en nuestros días?
Respuesta. El hecho de que seamos una obediencia mixta, formada por mujeres y hombres, molesta y sigue molestando a la masonería regular. Sin embargo, ello nos permite aunar la mirada y la sensibilidad de hombres y mujeres y, con ella, crear una escuela de perfección para la sociedad.
P. ¿Qué quiere y que puede aportar Ivette Ramón a la Masonería Mixta?
R. Mi propósito es del aportar una mirada humanista sobre la sociedad y, convertirnos en un centro de perfección social, intelectual y material del ser humano, para así obtener una sociedad justa y equitativa en la que nadie pueda ser excluido o condenado por tener, por ejemplo, una religión o creencias diferentes
P. ¿Con qué medios humanos y organizacionales cuenta para esta tarea?
R. Vivimos de pequeñas cotizaciones de nuestros hermanos y hermanas y somos rigurosos en la gestión de esos recursos. Por otra parte, nos proponemos mantener lazos permanentes y directos con todos los miembros de la masonería mixta, de Moscú y Kiev hasta Cuzco o Quito. Tratamos de establecer lazos permanentes y estables entre todos nuestros miembros. Ello constituye una de nuestras principales características.
P. ¿Cabe o no cabe hablar de una contribución específica de la mujer/las mujeres a la causa masónica?
R. No hay ninguna especificidad. Yo soy Gran Maestre no por ser mujer, sino por haber sido elegida en la XIV asamblea de la orden.
P. En la masonería regular, ¿cuáles han sido los efectos de tantos siglos de ausencia femenina?
R. Pese a ser creada en el arranque del siglo XVIII, hace tres siglos, la masonería regular se mantiene fuel a su imagen de marca, pero sigue olvidando que la sociedad es mixta, formada por hombres y mujeres.
P. Vivimos una etapa de desconcierto ético y social generalizado. ¿Qué sugerencias u orientaciones ofrece la masonería mixta para reducirlo?
R. Podemos ofrecer un modelo de honestidad y de moralidad basado en un comportamiento ético y también laico.
P. ¿Qué entiende por laicismo?
R. La religión forma parte del espacio íntimo de la persona. Por ello, concebimos el laicismo no como un rechazo a la religión sino más bien como la convicción según la cual la religión no debe ocupar el espacio público con miras al proselitismo. Hemos de pensar más en lo que nos une que en lo que nos separa y las diferencias religiosas son evidentes. El trabajo masónico facilita el acceso a la libertad espiritual de una manera individualizada, particularizada.
P. Los derechos humanos gozan de gran crédito moral en Occidente, no así en otras partes del mundo. Incluso, en algunos lugares, se perciben como imposiciones ideológicas occidentales ¿A qué se debe esta diferente percepción?
R. Obedecen a las diferencias culturales y a los restos de la colonización. Pese a ello, los valores de Libertad, Igualdad y Fraternidad son compartidos por personas de todo el mundo y encuentran eco por doquier. Como ejemplo le diré que, pese a las diferencias culturales, tenemos una logia en Japón. Nuestra manera de trabajar es tal que puede adaptarse a cualquier lugar del mundo.
P. ¿Cree o no posible que esos valores masónicos, Igualdad, Fraternidad y Solidaridad, impregnen de manera transversal y eficaz a las distintas sociedades mundiales hoy en profundo cambio?
R. En este momento hay aún religiones fundamentalistas que persiguen destruir a la masonería y lo dicen porque saben que la masonería es una escuela de libertad espiritual e intelectual que las cuestiona. Identifican a Israel y la francmasonería, consideran que somos lo mismo y por ello, enemigos.
P. ¿Qué hace la masonería que no pueda hacer una ONG tradicional?
R. Nosotros no hacemos política, aunque sabemos que buenas gentes y buenas ideas las hay en casi todas las organizaciones. A la masonería puede acceder cualquier militante político, y solo excluye a la extrema derecha racista.
P. En ocasiones, se asigna a la masonería la condición de ser una sociedad de favores mutuos. ¿Hay razones o no para pensar que sea así?
R. Los hombres y mujeres que forman parte de ella no son, desde luego, perfectos. Somos solidarios entre nosotros, sí, pero nunca en la preferencia ni en la deshonestidad. Cuando tenemos pruebas de que ha existido, por ejemplo, malversación, excluimos a los miembros que han incurrido en ella.
P. ¿Cree posible que la sociedad en red, las redes sociales y la informática acaben con las estructuras organizacionales tradicionales de la masonería?
R. La red es un instrumento que permite una proximidad informativa antes inexistente. Lo esencial de los aspectos presenciales del trabajo masónico es el intercambio de ideas y experiencia y a ello se puede acceder de distintas maneras, tanto físicas como virtuales; estas permiten una información rápida. Admito la distinción entre información virtual y comunicación presencial.
P. ¿Qué destacaría como aspecto sustancial de la masonería mixta?
R. Quisiera subrayar que la masonería es la experiencia de un humanismo en marcha, que trabaja sobre principios intemporales, con un utillaje simbólico y ritual en pos de la perfección moral y que, pese a haber sido ideados por la masonería hace tres siglos, no son patrimonio suyo, sino que ya pertenecen a toda la sociedad.
Celta.´.
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