En recuerdo de la Liga Anfictiónica de Grecia
antigua, fue una asamblea que tuvo lugar en la ciudad de Panamá, convocada por
el libertador venezolano Simón Bolívar,
con el objeto de buscar la unión o confederación de los estados de América,
sobre la base de los anteriores virreinatos hispanoamericanos. El congreso se
llevó a cabo en 1826 en el antiguo convento de San Francisco -hoy Palacio
Bolívar- de la ciudad de Panamá. El salón donde fue celebrada dicha convención
recibe el nombre de Salón Bolívar y reposan allí una espada del Libertador,
juntos con los originales “Protocolos del Istmo”, primeros acuerdos firmados
por los ministros plenipotenciarios que asistieron a esta reunión en 1826.
Asistieron
al congreso: la Gran Colombia, México, Perú y las Provincias Unidas de Centro América.
Bolivia y Estados Unidos no llegaron a tiempo. Argentina y Chile no mostraron interés.
Paraguay no fue invitado. El Imperio del Brasil tampoco mostró interés. Gran Bretaña
envió un observador y los Países Bajos otro a título personal.
Ya
la idea de crear una gran nación cuya extensión abarcara lo que es Hispanoamérica
se había originado con el prócer venezolano Francisco de
Miranda, quien propuso el nombre de
Colombia
para esa eventual nación. Simón Bolívar, también, en la Carta de
Jamaica de 1815 expresó:
“Es una idea grandiosa
pretender formar de todo el Mundo
Nuevo en una sola nación común solo vinculo que ligue sus
partes entre sí y con el todo. Ya que tiene su origen, una lengua, unas
costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que
confederase los diferentes estados que hayan de formarse; [...] ¡Qué bello
sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto
para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí
un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios
a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las
naciones de las otras tres partes del mundo. Esta especie de corporación
podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración...”
Simón
Bolívar, Carta de Jamaica, Kingston, 6 de septiembre de 1815.
El
congreso fue convocado por Simón Bolívar, desde Lima,
el 7 de
diciembre de 1824 y el patriota peruano José Faustino Sánchez Carrión, nombrado por Bolívar ministro
de Gobierno y Relaciones Exteriores del Perú, y quien compartía plenamente con
Bolívar el ideario de la unidad hispanoamericana, cursó a los gobiernos
americanos la invitación;
Cuando, después de cien siglos, la
posteridad busque el origen de nuestro derecho público, y recuerden los pactos
que consolidaron su destino, registrarán con respeto los protocolos del Istmo.
En él, encontrarán el plan de las primeras alianzas, que trazará la marcha de nuestras
relaciones con el universo. ¿Qué será entonces el Istmo de Corinto comparado
con el de Panamá? Simón Bolívar, Convocatoria del Congreso de Panamá, Lima, 7 de
diciembre de 1824
La
visión hispanoamericanista del argentino Bernardo de Monteagudo, plasmada
en la que se considera su obra más destacada, el "Ensayo sobre la necesidad de una federación general entre
los estados hispano-americanos y plan de su organización", influenció también
en el venezolano al punto de llevar a algunos a afirmar que "fue el
principal colaborador del Libertador Simón Bolívar en la Convocatoria del
Congreso de Panamá”
En
sentido coincidente, el mexicano José María Tornel ha dicho:
Se
ha atribuido al Libertador de Colombia, Simón Bolívar, la gloria de haber
concebido el importante designio de reunir un congreso de las Naciones
Americanas, a semejanza de todas las Confederaciones, tan célebres en la
historia de los antiguos griegos. Más la imparcialidad exige que se refiera que
el primero en recomendar el proyecto verdaderamente grandioso, fue el Coronel
Monteagudo, de temple muy fuerte de alma y compañero de Campañas del General San
Martín, en sus memorables de Chile y el Perú.
Incluso,
algunos historiadores como el chileno Benjamín Vicuña Mackenna han sostenido que
el asesinato de Monteagudo afectó seriamente la evolución del proyecto.
Invitación
a los Gobiernos de Colombia, México, Río de la Plata. Chile y Guatemala, a
formar el Congreso de Panamá
INVITACION A LOS GOBIERNOS PARA EL CONGRESO DE
PANAMA
Lima, 7 de diciembre de 1824.
Excmo. Señor
Grande y buen amigo:
Después
de quince años de sacrificios consagrados a la libertad de América, por obtener
el sistema de garantías que, en paz y guerra, sea el escudo de nuestro nuevo
destino, es tiempo ya de que los intereses y las relaciones que unen entre sí a
las repúblicas americanas, antes colonias españolas, tengan una base
fundamental que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernos.
Entablar
aquel sistema y consolidar el poder de este gran cuerpo político, pertenece al
ejercicio de una autoridad sublime, que dirija la política de nuestros
gobiernos, cuyo influjo mantenga la uniformidad de sus principios, y cuyo
nombre solo calme nuestras tempestades. Tan respetable autoridad no puede
existir sino en una asamblea de plenipotenciarios nombrados por cada una de
nuestras repúblicas, y reunidos bajo los auspicios de la victoria, obtenida por
nuestras armas contra el poder español.
Profundamente
penetrado de estas ideas invité en ochocientos veintidós, como presidente de la
República de Colombia, a los Gobiernos de México, Perú, Chile y Buenos Aires,
para que formásemos una confederación, y reuniésemos en el Istmo de Panamá u
otro punto elegible a pluralidad, una asamblea de plenipotenciarios de cada
Estado "que nos sirviese de consejo en los grandes conflictos, de punto de
contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete en los tratados públicos
cuando ocurran dificultades, y de conciliador, en fin, de nuestras
diferencias".
El
Gobierno del Perú celebró en seis de julio de aquel año un tratado de alianza y
confederación con el plenipotenciario de Colombia; y por él quedaron ambas
partes comprometidas a interponer sus buenos oficios con los gobiernos de la
América, antes española, para que entrando todos en el mismo pacto, se
verificase la reunión de la asamblea general de los confederados. Igual tratado
concluyó en México, a tres de octubre de ochocientos veintitrés, el enviado
extraordinario de Colombia a aquel Estado; y hay fuertes razones para esperar
que los otros gobiernos se someterán al consejo de sus más altos intereses.
Diferir
más tiempo la asamblea general de los plenipotenciarios de las repúblicas que
de hecho están ya confederadas, hasta que se verifique la accesión de los
demás, sería privarnos de las ventajas que produciría aquella asamblea desde su
instalación. Estas ventajas se aumentan prodigiosamente, si se contempla el
cuadro que nos ofrece el mundo político, y muy particularmente, el continente
europeo.
La
reunión de los plenipotenciarios de México, Colombia y el Perú, se retardaría
indefinidamente si no se promoviese por una de las mismas partes contratantes;
a menos que se aguardase el resultado de una nueva y especial convención sobre
el tiempo y lugar relativos a este grande objeto. Al considerar las
dificultades y retardos por la distancia que nos separa, unidos a otros motivos
solemnes que emanan del interés general, me determino a dar este paso con la
mira de promover la reunión inmediata de nuestros plenipotenciarios, mientras
los demás gobiernos celebran los preliminares que existen ya entre nosotros, sobre
el nombramiento e incorporación de sus representantes.
Con
respecto al tiempo de la instalación de la Asamblea, me atrevo a pensar que
ninguna dificultad puede oponerse a su realización en el término de seis meses,
aun contando el día de la fecha; y también me atrevo a lisonjear de que el
ardiente deseo que anima a todos los americanos de exaltar el poder del mundo
de Colón, disminuirá las dificultades y demoras que exijan los preparativos
ministeriales, y la distancia que media entre las capitales de cada Estado, y
el punto central de reunión.
Parece
que si el mundo hubiese de elegir su capital, el Istmo de Panamá, sería
señalado para este augusto destino, colocado como está en el centro del globo,
viendo por una parte el Asia, y por el otro el África y la Europa. El Istmo de
Panamá ha sido ofrecido por el Gobierno de Colombia, para este fin, en los
tratados existentes. El Istmo está a igual distancia de las extremidades; y por
esta causa podría ser el lugar provisorio de la primera asamblea de los confederados.
Difiriendo,
por mi parte, a estas consideraciones, me siento con una grande propensión a
mandar a Panamá los diputados de esta república, apenas tenga el honor de
recibir la ansiada respuesta de esta circular. Nada ciertamente podrá llenar
tanto los ardientes votos de mi corazón, como la conformidad que espero de los
gobiernos confederados a realizar este augusto acto de la América.
Si
V. E. no se digna adherir a él, preveo retardos y perjuicios inmensos a tiempo
que el movimiento del mundo lo acelera todo, pudiendo también acelerarlo en
nuestro daño.
Tenidas
las primeras conferencias entre los plenipotenciarios, la residencia de la
Asamblea, como sus atribuciones, pueden determinarse de un modo solemne por la
pluralidad, y entonces todo se habrá alcanzado.
El
día que nuestros plenipotenciarios hagan el canje de sus poderes, se fijará en
la historia diplomática de América una época inmortal. Cuando, después de cien
siglos, la posteridad busque el origen de nuestro derecho público, y recuerden los
pactos que consolidaron su destino, registrarán con respeto los protocolos del
Istmo. En él, encontrarán el plan de las primeras alianzas, que trazará la
marcha de nuestras relaciones con el universo. ¿Qué será entonces el Istmo de
Corinto comparado con el de Panamá?
Dios guarde a V. E.
Vuestro grande y buen amigo.
Bolívar
El Ministro de Gobierno y Relaciones
Exteriores,
José Sánchez Carrión.
Los resultados del Congreso no fueron
los deseados por el Libertador, quien al referirse al mismo, decía: «...no es otra cosa que aquel loco griego
que pretendía dirigir desde una roca los buques que navegaban».
José Rafael Otazo M; PhD.
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Profesor Universitario.
Miembro de Número de la Academia de la Lengua del Estado Carabobo.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
Miembro de la Red Profesional del Instituto Panamericano de Geografía e Historia - O.E.A.
Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.
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