Nueve hispanoamericanos y dos españoles fueron convocados por la
Asale (Asociación de Academias de la Lengua Española) y la Academia
Nicaragüense de la Lengua, para elaborar estudios comprehensivos y
exegéticos de Rubén Darío. Su objetivo era incorporarlos a una edición
conmemorativa del mismo Darío, con motivo del centenario de su
nacimiento. De hecho, sería el séptimo volumen de una hermosa serie
iniciada por el Quijote en 2004.
Citado por el director de la Academia Nicaragüense, licenciado
Francisco Arellano Oviedo, el consejo editorial de la misma, que preside
el suscrito, se reunió en varias ocasiones a partir del 12 de agosto de
2015 para concebir y preparar la edición. Así fueron elegidas las dos
trascendentales obras poéticas del capitán del modernismo hispánico:
Prosas profanas y otros poemas (1896, 1901) y Cantos de vida y
esperanza, Los Cisnes y otros poemas (1905). La primera: el poemario en
español más señero del siglo XIX, en virtud de su prodigiosa renovación
del instrumento expresivo.
Mientras la segunda, Cantos de vida y esperanza, por constituir el
opus rotundum de su autor y uno de los libros forjadores del siglo XX:
organizado y orgánico, despliega la identidad latina y una acendrada
hispanofilia, la exaltación de nuestra América y la protesta
antimperial. Posteriormente, se anexó al tomo un libro de viajes: el
primero de Darío publicado en España. Hablo de Tierras solares (1904)
que el consejo editorial valoró como pieza representativa de la crónica
dariana, cosmopolita y crítica. Aludía, en concreto, a la conocida
edición del dariísta nicaragüense Noel Rivas, catedrático de la
Universidad de Sevilla, cuyas 392 notas al pie de página aclaran las
múltiples referencias a hechos históricos, nombres mitológicos, lugares y
personajes.
Otra cosa, sin embargo, aconteció en el meridiano de Madrid, mejor
dicho en la RAE. Se decidió que las tres obras se editaran sin
iluminadora nota alguna, o sea sin el rigor filológico que merece Darío,
dejándolo en el peligro de no ser entendido ni disfrutado. Porque a
nuestro Rubén hay que considerarlo un clásico moderno y como tal debe
ser estudiado y difundido. Pero esta vez no lo fue. De manera que en los
once soberbios estudios citados radica el principal valor de esta
trilogía rubendariana. A saber: “El libertador” (una lúcida glosa a
partir del título tomado de Jorge Luis Borges”) por Sergio Ramírez, a
quien le suprimieron su bibliografía; y los filmados por el mexicano
José Emilio Pacheco, el español (catalán) Pere Gimferrer; el peruano
Julio Ortega; Julio Valle-Castillo; Jorge Eduardo Arellano; y Noel Rivas
Bravo.
A continuación, se insertan los estudios de Pablo Antonio Cuadra, del
puertorriqueño Luis Vega; del español José Carlos Rovira; y del
argentino Pedro Luis Barcia. Una “Bibliografía selecta” y un “Glosario”
complementan el volumen de 443 páginas, además de dos índices. La RAE
tituló a la trilogía Del símbolo a la realidad, sin explicitarlo en la
“Presentación” institucional. También la subtituló Obra selecta, que no
justifica la selección de las tres obras; de ser verdaderamente obra
selecta, se habrían escogido textos (poemas y prosas) representativos de
la obra total y no tres libros completos.
En la misma presentación, página 10, línea 5, se advierte una horrida
expresión arcaica (“por mor de”), se identifica erróneamente como
español al nicaragüense (nacido en Granada, Nicaragua) Noel Rivas Bravo y
se cometen dos errores: al señalar una alteración del itinerario
biográfico de Darío: Metapa-San Marcos de Colón-León; y al denominarlo
“cónsul honorífico” de Colombia en Buenos Aires. Sin duda, quien emitió
ese dato desconoce el decreto núm. 770 de 1893 (del 17 de abril del
mismo año), por el cual el gobierno colombiano nombra a Darío cónsul
general en Buenos Aires con el sueldo anual de 2,400 pesos. Otro hecho
lamentable, que como dariísta reclamo, es haber hecho caso omiso del
sustantivo “campanadas” en el último verso de “La dulzura del ángelus”
de Cantos de vida y esperanza. De acuerdo con el manuscrito en la
Biblioteca del Congreso, y con un viejo artículo de Mejía Sánchez al
respecto, en NAC del 4 de noviembre de 1989, Darío escribió “campanadas”
y no “campanas”. Pero en la RAE decidieron mantener la alteración
textual, ya corregida y comunicada oportunamente por nosotros.
En las páginas xxxvi y xxxi figuran otras alteraciones (Méndez por
Menéndez y 1879 por 1889, respectivamente); pero todas estas
observaciones no disminuyen el gran empeño de la Asale y de nuestra
Academia por enaltecer a Darío.
Fuente; http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/390246-asale-su-obra-conmemorativa-ruben-dario/
José Rafael Otazo M.
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Profesor Universitario.
Miembro Correspondiente de la Academia de la Lengua del Estado Carabobo.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de La Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.
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