Gran número de hispanohablantes, tanto en España como en
América, desconocen, o conocen muy someramente, la labor de las
Academias de la Lengua Española. Y hablamos de Academias, en plural,
porque hoy existen tantas como países que hablan el castellano. Y a
ellas hay que agregar la Norteamericana y la Filipina, países en que el
idioma oficial no es el español.
En 1713 se funda en
Madrid la Real Academia de la Lengua Española con el fin de combatir las
sucesivas oleadas de galicismos que amenazaban anegar y desnaturalizar
el idioma español. En 1726 aparece, en 6 tomos, su famoso Diccionario de
Autoridades, precursor de versiones sucesivas enmendadas y ampliadas
del Diccionario de la Lengua Española, que en 2001 alcanza su vigésima
segunda edición. Así, pues, a lo largo de casi 250 años, la Academia
Española, a la que pertenecen algunos de los más eminentes hombres de
letras y de ciencias, se ha consagrado a la labor resumida en su lema
fundacional de "limpiar, fijar y dar esplendor" a la lengua castellana.
Posteriormente se fundan Academias de la Lengua en otros países, los
cuales van a acompañar a la Española y aportar sus conceptos
lingüísticos, lexicográficos y gramaticales. La primera de estas
Academias es la de Colombia (1871), a la que siguen las de Ecuador
(1874), México (1875), El Salvador (1876), Venezuela (1883), Chile
(1885), Perú (1887) y Guatemala (1887). Ya en el siglo XX, se crean las
Academias de Costa Rica (1923), Filipinas (1924), Panamá (1926), Cuba
(1926), Paraguay (1927), Bolivia (1927), República Dominicana (1927),
Nicaragua (1928), Argentina (1931), Uruguay (1943), Honduras (1948),
Puerto Rico (1955) y Estados Unidos de Norteamérica (1973).
En
años recientes, la RAE, sin olvidar totalmente su viejo lema, ha
cambiado el enfoque de su atención primordial a defender la "unidad de
la lengua dentro de su diversidad". A ello han contribuido los Congresos
de Academias celebrados en México (1951), Madrid (1956), Bogotá (1960),
Buenos Aires (1964), Quito (1968), Caracas (1972), Santiago de Chile
(1976), Lima (1980), San José de Costa Rica (1989), Puebla de los
Ángeles, México (1988), San Juan, Puerto Rico (2002), Medellín (2007).
Por su parte, la Academia Norteamericana de la Lengua Española labora
en un país de habla inglesa pero que cuenta con un nutrido contingente
de hispanohablantes (más de 40 millones). La Academia Norteamericana
publica periódicamente un Boletín, sobre temas culturales y literarios,
con especial atención al uso del español en los Estados Unidos.
Consciente de la necesidad de proporcionar orientaciones prácticas a
todos los que hablan y escriben en español en plan profesional, la
Norteamericana inauguró en 1994, a través de su Comisión de
Traducciones, unas hojas informativas (Glosas) en las que ha traído y
trae a colación las últimas novedades del Diccionario oficial (el DRAE) a
lo largo de cinco volúmenes y en total 50 números que lleva publicados
hasta la fecha.
En
1994 se celebró en Madrid el X Congreso de Academias de la Lengua, con
asistencia de delegaciones y representantes de todas ellas. Entre las
importantes mociones aprobadas en esa ocasión figuraba la del cambio en
la ordenación alfabética de la "ch" y la "ll" en el DRAE. Estos dígrafos
aparecerían en adelante dentro de la "c" y la "l", como sucede en
francés, portugués e italiano (y también en inglés). Esto no significaba
que se fueran a perder los fonemas "ch" y "ll", como algunos pensaron o
dijeron. Seguirían pronunciándose como antes las voces como
"chamusquina", "llaga", etc., sólo que a partir de ese momento
aparecerían en el DRAE bajo la "c" y la "l", respectivamente. Con ello
la lengua española volvía a la ordenación tradicional latina, a la que
se ajustó hasta 1903, en que hizo de la "ch" y la "ll" fonemas
alfabetizados aparte. Es más, la nueva ordenación alfabética facilitaría
el intercambio de informaciones con otros países y lenguas y permitiría
el rápido acceso a las respectivas bases de datos.
De gran
importancia para traductores e informadores en lengua española fue la
vigésima segunda edición del DRAE, ya mencionada, en cuya revisión
colaboraron todas las Academias, con lo que se logró más que duplicar el
número de americanismos en artículos, acepciones y marcas. De especial
interés práctico resultó la versión económica del DRAE, en dos tomos muy
manejables. Apenas salió a la luz la vigésima segunda edición, se
emprendió la ampliación y revisión de la siguiente edición del DRAE.
A todo esto, por espacio de más de 5 años, la Comisión Interacadémica
del Diccionario Panhispánico de Dudas trabajó intensamente para crear
una obra, consensuada por todas las Academias, en la que se presentan
las actuales normas gramaticales de la Academia y toda clase de
información relativa al uso del idioma español, inclusive cómo traducir
al español multitud de anglicismos innecesarios y otros considerados por
la RAE más difundidos y arraigados. Tanto el DPD como el DRAE están hoy
accesibles en la Internet (ambos bajo www.rae.es).
La RAE ha
publicado también una Ortografía, un Diccionario Esencial y un
Diccionario del Estudiante, y está preparando, bajo la dirección de D.
Humberto López Morales, Secretario General de la Asociación de
Academias, el Diccionario Académico de Americanismos. Por otra parte, se
ha retomado la preparación del Diccionario Histórico del Español,
interrumpida desde hace muchos años.
A todas estas obras ha
contribuido en forma trascendente la instalación (puesta en servicio por
el año 1993) en el edificio de la Real Academia Española, en Madrid, de
un sistema informático con unidad central (main frame), marca IBM, y
multitud de puestos de trabajo y programación, con el que se empezó a
informatizar el DRAE de 2001 y se crearon dos grandes bancos de datos,
que cuentan ya con más de 150 millones de fichas electromagnéticas. Esto
no sólo permite a la Academia acortar los plazos entre nuevas ediciones
del DRAE sino que ha posibilitado la confección de otras obras
académicas, como las citadas en el párrafo anterior, a cuya lista habría
que añadir la versión digital del DRAE (en cederrón). La instalación
informática de la RAE ocupaba en sus comienzos 800 metros cuadrados (2
600 pies cuadrados) de espacio, principalmente en los sótanos del
edificio, pero posteriormente ha invadido también en parte algunos pisos
superiores.
Por último, queremos subrayar la gran importancia
que se daba entonces y se da hoy en el seno de la Academia Española, y
que se ha exteriorizado en el decurso de los sucesivos Congresos de
Academias, por ampliar y actualizar el DRAE de manera que refleje no
sólo los neologismos, sino también el uso actual del español en todo el
mundo, para lo cual se cuenta con colaboración de las respectivas
Academias.
Hoy dia, gallardamente dirige la Secretaria General de ASALE el venezolano, Dr. Francisco Javier Perez, quien es lexicógrafo,
historiador de la lingüística y ensayista, es Profesor Titular de la
Universidad Católica Andrés Bello, dirigiendo la Cátedra de Teoría
Literaria en la Escuela de Letras y desempeñándose como investigador de
planta en su Instituto de Investigaciones Históricas. Ha sido
investigador y Director de Investigaciones en el Centro de Estudios
Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg) e investigador en la
Universidad de Augsburgo (proyecto “Nuevo Diccionario de Americanismos”,
que dirigían Günther Haensch y Reinhold Werner).
José Rafael Otazo M.
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Profesor Universitario.
Miembro Correspondiente de la Academia de la Lengua del Estado Carabobo.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de La Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.
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