Valencia, Domingo 19
de Abril de 2015.
Señoras
y Señores.
Quiero comenzar mis palabras con unas
“reflexiones de Inés Quintero, contenidas en su discurso pronunciado ante la
Academia Nacional de la Historia el 15 de Abril de 2010. (Cito) el 05 de Mayo
de 1909, la Academia Nacional de la Historia aprobó por unanimidad un acuerdo
que daba respuesta a la siguiente pregunta: ¿Cuál debe reputarse el día inicial
de la Independencia de Venezuela?, el debate resulto sencillo. La comisión
nombrada para tal fin, presentó ese día un informe el cual fue admitido en
todas sus partes por la corporación. El documento estableció que la Revolución
verificada en Caracas el 19 de Abril de 1810, constituía el movimiento inicial,
definitivo y trascendental de la emancipación de Venezuela, cincuenta y un años
más tarde, el Dr. Cristóbal Mendoza, Director de la Academia, Presidente del
Comité Ejecutivo Nacional del sesquicentenario de la Independencia y Orador de
Orden en la Sesión Solemne, celebrada para conmemorar los 150 años del 19 de
Abril de 1810, ratificó el contenido del acuerdo de 1909. Concluyó su discurso
con la siguiente afirmación: El 19 de Abril fue el día de la revelación de la
conciencia nacional, el de la cristalización definitiva del sentimiento de
patria, el del triunfo de la ideología revolucionaria. Desde entonces quedo
fijado en los cielos de América como un sol, el nombre de Venezuela, alumbrando
con el fuego de su ejemplo, los nuevos caminos del continente.”
La
Revolución del 19 de Abril de 1810
Son múltiples los
estudiosos que han dirigido sus esfuerzos en conceptualizar la noción de Revolución,
los cuales la han estudiado a través de diversos enfoques, diferenciándola de
otras formas de cambio en los regímenes políticos. Una revolución, supone el debilitamiento
del Estado y del poder político existente, la transformación del conjunto de
las relaciones e interacciones sociales cotidianas, o un cambio drástico de las
condiciones de producción, distribución y consumo de los bienes y servicios.
A lo largo de la
historia las revoluciones han constituido acontecimientos excepcionales y las
colonias americanas no escapaban de esa realidad, las distintas ideas
revolucionarias en pro de la independencia en las hoy tierras americanas venían
ganando adeptos por dos modos diferentes. En primera instancia, el ejemplo de
independencia de los EE.UU, así como las ideas de la ilustración de los
franceses, lo cual inspiraba un régimen
republicano o democrático. Pero esta aspiración no contaba todavía con todo el
apoyo de la clase oligárquica mantuana criolla, la cual era la única fuerza
activa nacional.
Los rumores llegaban
desde España y en forma incontestable se había generado una marea política
inestable. La élite caraqueña, recogiendo con mirada fina los indicios tormentosos
que ya arribaban, se preparaba para protagonizar uno de los movimientos políticos
más importantes de nuestra historia. El rey Fernando VII, cabeza del Reino Español,
por obra de un golpe de Estado contra su propio padre Carlos IV, había sido depuesto
a su vez por Napoleón Bonaparte luego de una ocupación militar sin precedentes,
ocurrida en 1807, que buscaba apoderarse de toda la Península Ibérica. Napoleón
logró las abdicaciones, al trono, de Carlos IV y de Fernando VII, e impuso a su
propio hermano como rey de España bajo el nombre de José I. Cautivo el rey y perturbado
todo el régimen, una escalada de sublevaciones y de resistencia antifrancesa
envolvería a toda España en una guerra popular de liberación que se conoce como
la Guerra de la Independencia española.
Mientras todo esto
ocurría en España, en Venezuela se estaba organizando la revolución definitiva,
la cual comienza con las representaciones políticas del ayuntamiento y vecinos
de Caracas en 1808. Pero como ocurre siempre en casos iguales, se logró la
división de opiniones en dos grandes
bloques, el primero radical, que abogaba por la revolución violenta e
inmediata, y el segundo, moderado, que prefería los medios aparentemente
legales de una revolución pacífica, haciéndola depender del rumbo de los
sucesos de la metrópolis con motivo de la invasión francesa.
Caracas, como todas las provincias americanas,
se encontraba esperando ávidamente noticias de la situación política de la
metrópoli, es así como empezaría a remontar el espíritu de revolución que
tocaba a lo largo y ancho de sus costas. Las revoluciones, en su mayoría sociales
y políticas, han transformado la estructura de los Estados y la estructura de clases
e ideologías dominantes. Es por ello, que las revoluciones constituyen un
concepto clave en el análisis histórico desde que éste se configuró como
disciplina especializada en el siglo XIX, donde todos los cambios políticos, sociales
y económicos conducen a una amplia reflexión sobre la naturaleza de los cambios
históricos.
Desde marzo circulaban en Caracas vivos
rumores, secundados por el silencio de las autoridades, de que toda España
había caído en manos de los franceses. América tenía derecho a no caer bajo el
imperio de Napoleón. El espíritu de autonomía y libertad que siempre alimentó
la institución política de los mantuanos y criollos, el Cabildo, se encendió
aquellos días de la semana santa de 1810 con una urgencia de irrefrenable autodeterminación.
La noche y la madrugada del miércoles 18 de abril, quizás mientras Emparan
todavía tomaba cuenta de las vicisitudes en torno a la Junta de Sevilla y la
constitución del Consejo de Regencia, los mantuanos caraqueños partidarios de
crear una Junta de Gobierno se reunían en diversas casas y haciendas de Caracas,
conspirando.
El 19 de abril, como jueves Santo, ofrecía ser
un día de pausadas liturgias y de recogimiento. Desde muy temprano comenzó el
pueblo a acudir a la Plaza Mayor, hacia las cercanías de la Catedral. Pero la
fiebre política no había dejado de crecer en las últimas horas, y durante el
resto del día opacaría por completo la parsimonia salmodiante de los oficios
divinos. El orgulloso Cabildo de Caracas, situado en el eje opuesto a la
Catedral, en el lugar hoy llamado la “Casa Amarilla”, justo enfrente del
templo, convocó intempestivamente un Cabildo Extraordinario. Reunido el
ayuntamiento a las siete de la mañana del 19, comenzó por disputar a dos
regidores cerca del Capitán General, con la invitación de asistir cuanto antes
a una sesión extraordinaria.
A las ocho entraba Emparán en la sala
capitular, y como se le informase que el ayuntamiento creía llegado el caso de
organizar un gobierno provisional que velase por la seguridad de la provincia a
nombre del Rey Fernando, replicó que existía un Gobierno legítimo de la
monarquía, representado por el consejo de regencia como sustituto de la junta
central, y que en las actuales circunstancias lo único conducente era esperar
nuevas noticias de la península antes de tomar ninguna resolución definitiva.
Diciendo esto, el Capitán General levanto la sesión, con la oferta de volver a
tratar más tarde el asunto, y se
encaminó a la iglesia catedral.
A pesar de la profundidad que trae consigo el
concepto de revolución, Allen (1994) plantea, para que una revolución sea efectuada
son necesarios dos requisitos: “...alguien o algo contra quien rebelarse, y que
alguien salga a la calle de facto y lleve a cabo la revolución” De esta forma
podemos decir que, tradicionalmente las revoluciones suelen ser situaciones de facto,
es decir, aquellas situaciones que, existiendo en la realidad, no han sido
reconocidas formalmente ya sea mediante los mecanismos legales vigentes o por
la autoridad competente, no tienen reconocimiento jurídico y son por la fuerza
de los hechos. Es así como las revoluciones al consumarse buscan pasar de facto
(de hecho) a de iure (de derecho); y es a través de los cambios
institucionales, constitucionales y jurídicos que buscan legitimarla.
Lo que se preparaba aquella mañana, y lo que
lograrían los mantuanos caraqueños, aliados con la masa tenaz del pueblo que presionaba
desde la Plaza Mayor, a lo largo de aquella encendida jornada, era una
revolución institucional que convertiría al Cabildo municipal en una Junta de
Gobierno con influencia en toda la provincia de Venezuela, adjudicándose plenos
poderes de autodeterminación mediante el desconocimiento de las autoridades
coloniales, principalmente la de Vicente de Emparán.
Por última vez debió causar estupor su autoridad
real, y los mantuanos lo dejaron abandonar el Cabildo y caminar una cuadra. Pero
antes de llegar a la iglesia un joven activista inmortalizado como Francisco
Salias, lo tomó por el brazo y lo obligó a dar vuelta hacia el Cabildo. La
guardia, que observó el gesto agresivo de Salias, inició movimientos, pero el
comandante conjurado le ordenó mantenerse firme. Emparan debió ver cuán desposeído
de fuerza se hallaba, y comenzar a calcular los alcances de este golpe fraguado
por los criollos. El cabildo abierto se había convertido en el espacio de
confluencia política de todas las representaciones el activo agitador José
Félix Ribas se arrogaba la representación de los pardos, y el clérigo Cortés de
Madariaga afirmaba ser diputado del pueblo. El Cabildo tradicional no
contemplaba tales representaciones populares.
Emparan intentó una última maniobra política,
ya que se hizo proponer como presidente de aquella nueva Junta de Gobierno a
punto de constituirse la mañana de ese 19 de Abril. Pero al proponerse a
Emparan como presidente de una Junta Suprema para establecer el orden y la
fidelidad al rey Fernando VII, un hombre de sotana y de gran mirada replicó con su voz poderosa en la sala. Haciendo
movimientos con sus manos y moviéndose de un lado a otro para atraer las
miradas de todos, solicitaba la plena destitución del cargo de Emparan, ese
personaje era conocido con el nombre de José Cortés de Madariaga.
Tan contundente era la propuesta del canónigo
Madariaga que la única forma de contrarrestarlo, según cuenta el Capitán
General, fue abrir el balcón del Ayuntamiento y hacer la pregunta abiertamente
al pueblo reunido en la plaza. Sin embargo, Emparan subestimaba la posición y
el estado de la conjura pues detrás de él, haciendo señas de manera notoria,
Madariaga respondía de forma negativa con sus manos, y las personas que se
aglutinaban en la plaza contestarían, no lo queremos, no lo queremos. A lo que
Emparan respondió, pues yo tampoco quiero el mando. La fogosa asamblea se tornó
en un referéndum revocatorio, logrando que la revolución del 19 de Abril de
1810 triunfara. Caracas fue, la primera en pronunciarse; Buenos Aires el 25 de
Mayo; La Nueva Granada el 20 de Julio y Chile el 18 de Septiembre.
Venezuela se ha convertido a lo largo de su
historia política en un escenario de cambios trascendentales que han producido
importantes transformaciones en la vida política y social del país, así como de
otras naciones latinoamericanas; cambios, que contienen para muchos los
caracteres fundamentales de lo que sería un proceso revolucionario.
Así mismo, nuestra historia plantea que
pasamos de revolución en revolución, de acciones dirigidas a derribar a las
autoridades políticas existentes y sustitución de ellas con el fin de efectuar
cambios en las relaciones políticas, cambios o modificaciones más o menos
sustanciales en el ordenamiento jurídico-constitucional, en las relaciones
socioeconómicas o en alguna combinación de todo ello; son solamente algunos de
las constantes que se han manifestado en las revoluciones consumadas en los últimos
años en nuestro país; siendo una de las más significativas el movimiento
cívico-militar que derrocó al gobierno de Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero
de 1958, lo cual significó el derribo de los regímenes dictatoriales y el paso
hacia los regímenes democráticos.
Del
mismo modo, actualmente los ciudadanos y ciudadanas de la República Bolivariana
de Venezuela son testigos de un proceso de profundas transformaciones
políticas, económicas y sociales, desde la llegada al gobierno del ex
presidente Hugo Chávez Frías, quien le da por nombre la Revolución Bolivariana,
por lo que se hace necesario, a mi modo de ver, un consenso historiográfico,
sobre esta etapa de la República Bolivariana de Venezuela.
Quiero
expresar mi agradecimiento, a la Sociedad Bolivariana del Estado Carabobo por
permitirme opinar sobre este tema, cuando se conmemoran 205 años del 19 de
Abril de 1810; reconocimiento extensivo a las Academias aquí presentes,
imaginarse estar en este lugar, con la presencia de mi familia, amigos y este
público que nos acompaña es algo altamente gratificante.
Me
ofrece la oportunidad de recordar el delicado asunto de la soberanía que no
debemos olvidar.
Concluyo mis palabras citando aquel tema
escuchado por el intendente Vicente Basadre cuando estaba a punto de ser
embarcado fuera de Venezuela y quien se desempeñaba como Jefe Militar del
depuesto Emparan, canción muy popular coreada por los revolucionarios; que entre
sus versos decía, Seguid el ejemplo
que Caracas dio.
¡Venezuela,
somos la Esperanza!
Lic. Edgar Moreno Rivero.
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* Individuo de Número Sillón "F", de la Academia de la Lengua Capitulo Carabobo.
* Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
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