Ponencia
Los sacerdotes; Verdaderos patriotas con
sotana
13vo. Congreso Nacional de Historia
Regional y local
4, 5, 6 de noviembre de 2.015
Caracas, Venezuela
Primero que nada quiero agradecer a Dios, así como al Ministerio del
Poder Popular para la Cultura en la figura del Centro Nacional de Historia y
sus autoridades, así como al comité organizador del 13vo. Congreso Nacional de
Historia Regional y Local, por haber aceptado este breve pero justo
reconocimiento a aquellos hombres religiosos comprometidos con el sueño de
libertad que desde siempre abrazo a nuestra América y en particular a nuestro
país, cuna y forjador de libertades; para ser compartido en tan importante
ocasión como lo es el desarrollo de este certamen.
Así mismo y no menos importante agradecer a la digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela, como a la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela, en el Estado Carabobo, a sus juntas directivas, consocios y demás miembros por su generosidad al haberme permitido como parte de ellos traer esta disertación y en particular al señor general de brigada Eumenes Fuguet Borregales por su apoyo incondicional para la realización de esta investigación.
Comienzo por recordar que “El Colegio Santa Rosa de Lima”, fue fundado en 1673 por el Obispo Fray Antonio González de Acuña, siendo oficialmente inaugurado el 29 de agosto de 1696 por el Obispo peruano Diego Baños Sotomayor. Por lo que de esta manera, se daba cumplimiento a un precepto manifiesto de la autoridad española que, desde 1592, ordenaba la creación de seminarios con el objeto de propagar la religión católica en las Colonias de América.
Recordemos también que dentro de los meritos históricos de la institución seminarista, es que, con su nacimiento también nace La Capilla Santa Rosa de Lima, punto que sirvió de escenario para la declaración de la Independencia de Venezuela el 5 de julio de 1811.
Ya Para el 22 de diciembre de 1721 se logra que el Rey Felipe V le dé facultad al Seminario para otorgar grados de carácter académicos a través de la Real Cédula, hecho que también se logra por Bula Papal el 18 de diciembre de 1722.
Sin embargo, es para 1784, cuando el régimen académico se independiza del Seminario, prenda que dio origen al Real y Pontificio Seminario Universidad Santa Rosa de Lima de Santiago de León del Valle Caracas, la cual fue fundada solemnemente el 11 de agosto de 1725 por el Obispo Juan José Escalona y Calatayud. Bajo las entonces condiciones que el régimen colonial imponía, la universidad llevó a cabo su misión de formar ciudadanos fieles y útiles al Rey y a la Iglesia.
Más tarde, con el advenimiento del proceso de independencia, por voluntad de Simón Bolívar y con la colaboración del Dr. José María Vargas, se concluye la reforma que la convierte en republicana desde el 24 de junio de 1827 con el nombre de Universidad Central de Venezuela.
Dado lo anterior, y en exaltación a ese docto seminario veremos que durante el proceso emancipador, muchos sacerdotes y seminaristas, tuvieron una valiosa y decidida participación, poco conocidas o divulgadas, su presencia en momentos difíciles, proporcionaban tranquilidad espiritual; muchos acompañaron a los soldados en las extenuantes marchas, sin importarle el peligro, estaban al lado de los enfermos y moribundos. Los sacerdotes y los seminaristas, merecen ser reconocidos, por su callada y gran misión apostolar.
Mencionaremos algunos distinguidos de aquellos servidores de Dios y sus actividades resaltantes, comenzando por: José Antonio Tinedo. El 8 de mayo de 1799, en la Plaza Mayor de Caracas, administró los últimos auxilios espirituales, al protomártir José María España; al arroparlo con su sotana, exclamó: “Dejad cristianos, que para desahogar mi corazón, me despida un momento, del amigo de mis tiernos años, del compañero de mi juventud, dejadme llorarlo”.
Los sacerdotes franciscanos: Tomás Sandoval y Juan Agustín González, implicados en el movimiento del 19 de abril de 1810, fueron apresados y enviados a España. Cuando se complicaba la situación en el Ayuntamiento, Juan Germán Roscio, envía apresuradamente, al joven sacerdote José Félix Blanco hasta la iglesia de La Merced, hoy Santa Capilla, a buscar al canónigo chileno José Cortés de Madariaga, quien fuera verdadero protagonista de ese memorable día, quien le dijo a una penitente en plena confesión: “Hija mía, sus pecados pueden esperar la Patria no”. Al llegar a la encendida reunión, Madariaga se incorporó auto proclamado, Diputado del Clero y del Pueblo; al pedir el derecho de palabra, enérgicamente manifestó: “Queremos un gobierno solo para los americanos”. Desde el balcón del Ayuntamiento caraqueño, hoy Casa Amarilla, cuando el capitán general Vicente Emparan, preguntó al pueblo de pie en la Plaza Mayor, hoy Plaza Bolívar, si querían que los siguiera gobernando, el dedo de Madariaga indicando el “NO” rotundo, encendió los ánimos, para que Emparan renunciara y dejara el poder a los criollos, por primera vez. Madariaga en una ocasión dijo: “Yo me glorié de ser americano, cuando trate a Miranda”. Al ser apresado fue enviado a Cádiz, con el grupo denominado por Monteverde los ocho monstruos. Junto a él Fueron ellos Juan Germán Roscio, Juan Pablo Ayala, Juan Paz del Castillo, Francisco Isnardy, Manuel Ruiz, José Mires y Juan Barona, patriotas hecho prisioneros y enviados a las bóvedas de Ceuta en las Costas de Marruecos, España.
Decía Monteverde:
“Estos ocho monstruos son el origen y raíz primitiva de todos los males y novedades de la América que ha horrorizado al mundo entero”.
Como vemos ya los hombres de sotana marcaban una huella indeleble en nuestra historia patria, destinada inevitablemente a disfrutar de la plenitud de la libertad.
El presbítero Francisco Ribas, hermano del prócer José Félix, dijo en esa memorable ocasión del 19 de abril: “El pueblo, lo que debe pedir, es la independencia y la separación de las autoridades”.
De igual forma,
José Félix Blanco sería el primer Capellán Militar, al incorporarse el
mismo año 1810, en la Campaña de Coro, a las órdenes del general Francisco
Rodríguez del Toro, el marqués del Toro, también acompañó a Miranda en la toma
de Valencia en agosto de 1811; luchó en Puerto Cabello, Trincheras y Vigirima;
el Libertador lo designó en 1814, Primer Vicario del Ejército, El sacerdote
Blanco, participó a las órdenes de Páez, en Achaguas y El Yagual. En 1817,
prestó valiosos apoyos en la Campaña de San Félix, como jefe de las Misiones
del Caroní. En mayo de 1826 se opuso al movimiento de la Cosiata, fue
Comandante de Armas de Maracaibo en 1835, recopiló, junto con Ramón Azpúrua, la
“Historia de Venezuela”. En mayo de 1837, fue designado Ministro de la Defensa,
y en 1841, diputado por Carabobo.
También mencionaremos a;
Los Sacerdotes en las provincias, y el 19 de abril de 1810: Es el caso de Monseñor Mariano Talavera y Garcés, coriano, tío de la heroína Josefa Camejo, fue el vice-presidente de la Junta merideña. El sacerdote Antonio María Briceño Altuve, miembro también de la Junta Patriótica de Mérida, participó en la Campaña de los llanos de Apure y Arauca, fue diputado por Barinas, en el Congreso de Angostura.
El Fray Ignacio Álvarez, organizador de la Junta Patriótica de Trujillo en 1810, redactó la primera Constitución de esa ciudad, tuvo que emigrar en 1814, a las órdenes de Urdaneta, hacia la Nueva Granada. Trujillo también tuvo como representantes del clero, a los presbíteros: José Manuel Segovia, José Ignacio Briceño, e Ignacio Ramón Briceño Méndez, hermano del prócer, Pedro Briceño Méndez; se adhirió en Barinas, al movimiento del 19 de abril. El sacerdote Briceño, emigra en 1814, hacia Haití.
Hablemos también del Sacerdote Buenaventura Arias, afiliado en Mérida a la Junta Patriótica del 19 de abril; emigra en 1814, con Urdaneta hacia la Nueva Granada. Sacerdote Andrés Castellón, miembro de la Junta Patriótica de Cumaná, muere prisionero en La Guaira en 1814. Sacerdote José María Márquez, se incorporó al movimiento del 19 de abril en Cumaná, fue capellán del Ejército de Oriente mandado por Mariño. La Junta Suprema establecida en Barcelona, tuvo como representantes del clero, al presbítero Fernando Amezquita, diputado y al reverendo Manuel Selent. El Sacerdote caraqueño Miguel Santana Domínguez, apoya al movimiento en su ciudad natal; en 1814, el prelado emigra a las Antillas.
La junta, que provisionalmente se formó en Guayana, siguiendo el ejemplo que Caracas dio, el 19 de abril, de 1810, fue disuelta, por las autoridades realistas, siendo apresados sus integrantes y enviados a Puerto Rico, entre ellos, el sacerdote y doctor José Cándido Martínez.
Fueron firmantes del Acta del 19 de abril de 1810: Sacerdote Francisco Ribas, Representante del clero, Fray Marcos Romero González, Guardián de la Iglesia de San Francisco, Fray Bernardo San Franco, Comendador de la Merced, Sacerdote Juan Antonio Rojas Queipo, Rector del Seminario de Caracas.
En Maracaibo, un grupo de seguidores del movimiento revolucionario del 19 de abril, activa una sociedad secreta con el nombre de “La Escuela de Cristo”, entre los integrantes, estaba el sacerdote Fernando San Just; Estos en marzo de 1812, fueron condenados a prisión. En el templo Santa Ana de Maracaibo una placa conmemorativa recuerda esta actividad revolucionaria.
Durante las votaciones en las elecciones para elegir los diputados al Primer Congreso de Venezuela. Las mismas se realizaron en las iglesias, durante los meses, octubre, noviembre y diciembre de 1810.
El 2 de marzo de 1811, se instala el Primer Congreso de Venezuela, el
Arzobispo de Caracas, Monseñor Narciso Coll y Pradt, español, ofició la misa
correspondiente. De los 44 diputados elegidos, nueve sacerdotes, representantes
del clero, firmaron el Acta de Independencia, ellos fueron: Luis Ignacio
Mendoza, Diputado por la población de Obispos- Barinas, José Luis Cazorla, por
Valencia, Juan Díaz Argote, por Villa de Cura, Salvador Delgado, por Nirgua,
por la Provincia de Caracas, Ignacio Peña Fernández, por Mérida, Manuel Vicente
de Maya, quien al principio fue opuesto a la declaración, luego reflexiona y es
firmante por La Grita, Ramón Ignacio Méndez, por Guasdualito, Juan Nepomuceno
Quintana, por Achaguas, José Vicente de Unda, por Guanare.
El Triunvirato designado, el 5 de julio, como Primer Poder Ejecutivo,
nombró como Consultor, al presbítero doctor Juan Vicente Echeverría. Algunas
instalaciones eclesiásticas, sirvieron de sede, para importantes eventos, tales
como, las reuniones previas a la Declaración de la Independencia, realizadas en
la Capilla Seminario de Santa Rosa de Lima, lugar de la solemne Declaración, a
las tres de la tarde. El 11 de julio de 1811, Valencia, se pronunció contra la
declaración de independencia, en el grupo se encontraba el sacerdote Pedro José
Hernández, quien luego cambió de ideales y protegió a las familias valencianas
contra las atrocidades de Boves en 1814.
Fueron también signatarios de la Primera Constitución Nacional, la cual fue promulgada el 21 de diciembre de 1811, de 37 firmantes, 7 correspondieron a sacerdotes: Luis Ignacio Mendoza, José Luis Cazorla, Juan Díaz Argotte, Salvador Delgado, Manuel Vicente Maya, Juan Nepomuceno Quintana y José Vicente Unda; y un laico: Luís José Rivas y Tovar.
Entre los años 1813-1814. El Sacerdote Francisco Antonio Uzcátegui Dávila, se incorporó en Mérida al movimiento del 19 de abril. En su pequeña orfebrería, fabricó con el bronce de las campanas: 16 cañones, y con el material sobrante, elaboró: ollas y clavos para las herraduras; con el plomo del órgano, fabrica balas, y exclamaba: “No solo con la palabra se hace la independencia”. A quienes se le oponían a sus ideas emancipadoras, contestaba: “Debajo de esta sotana, tengo pantalones bien puestos”, Uzcátegui, apoyó al sacerdote Cortes de Madariaga, a su paso por Mérida, cuando viajaba hacia Bogotá, en comisión de la Junta Suprema.
A finales de 1813, los 85 seminaristas de Caracas, acompañados del
Rector, el sacerdote Gabriel Lindo, se movilizaron hacia Guácara, a las órdenes
del general José Félix Ribas, y lucharon con el comandante Francisco Antonio
“Coto” Paúl, en la batalla de Vigirima, del 23 al 25 de diciembre. Urdaneta los
bautizó, junto con los universitarios, como “El
Escuadrón de los Escolares”. Estos jóvenes lucharon con entusiasmo, regando
con su sangre no perdida, en los caminos de la redención; allí también luchó el
seminarista Dionisio Centeno Mejías, procedente de Cumaná. Estos estudiantes,
participaron también en la batalla de la Victoria el 12 de febrero de 1814, a
las órdenes de Ribas y cuyo heroísmo, dio motivo para que la Asamblea
Constituyente decretara “Día de la
juventud venezolana”.
Durante el “Sitio de Valencia”. La ciudadela organizada por Urdaneta con 280 soldados ante la presencia enemiga de de mas de tres mil efectivos, fue ejemplo de sacrificio por parte de los defensores. El Arzobispo de Caracas, el español Narciso Coll y Pradt, se encontraba con cuarenta sacerdotes a su paso para Calabozo, y tuvieron que sufrir los embates del hambre, sed y del ataque enemigo, algunos de los sacerdotes murieron. A Urdaneta lo acompañaban entre otros, el sacerdote Salvador Delgado. El sacerdote y doctor caraqueño José Gabriel Lindo, Rector de la Universidad de Caracas en 1807, entusiasta por la emancipación, persona de confianza del Libertador, fue enviado en 1816 por Morillo detenido a España, donde murió en la prisión de Cádiz al año siguiente.
Durante la Campaña de Apure; Varios sacerdotes se incorporaron al ejército de Páez y participaron como capellanes y combatientes en la Reserva, durante los combates de Achaguas el 25 de septiembre de 1816, El Yagual el 11 de octubre de 1816 y Toma de San Fernando el 15 de octubre de ese año; entre ellos podemos mencionar a José Félix Blanco, Vicario del ejército; Ramón Ignacio Méndez, trinidad travieso, Luis Mendoza, Antonio María Briceño Altuve, el presbítero Becerra. Campaña de Guayana. En esa importante actividad realizada el año 1817, el Sacerdote y coronel José Félix Blanco, comandante de las Misiones del Caroní, apoyó decididamente al Ejército Republicano, quienes triunfaron el 11 de abril de 1817, en la batalla de San Félix, dirigida magistralmente por el general Manuel Piar.
Durante el Asalto a la Casa Fuerte de la Purísima Concepción el 7 de abril de 1817, por parte del jefe realista Juan Aldama; algunos Padres Franciscanos, entre ellos Juan Antonio Godoy y uno de apellido Serra, que se encontraban protegidos por el valeroso Pedro María Freites, murieron heroicamente mientras suministraban los últimos auxilios religiosos a los niños, mujeres ancianos, heridos y moribundos que allí se encontraban.
En el Atentado del Rincón de los Toros, el cual era un campamento ubicado cerca de San José de Tiznados, donde se encontraba el Libertador el 17 de abril de 1818. A la medianoche sufrió un atentado por parte del capitán realista Tomás Renovales, en la confusión murieron un sacerdote de apellido Prado y su sacristán.
En El Congreso de Angostura, magno acontecimiento realizado el 15 de febrero de 1819, en Angostura, hoy Ciudad Bolívar, participaron el sacerdote y doctor Ramón Ignacio Méndez y el sacerdote trujillano Antonio María Briceño Altuve, Diputado por Barinas.
El Monseñor Mariano Talavera y Garcés, tío de la heroína Josefa Camejo, facilita en mayo de 1821 la liberación de Coro por parte del general Urdaneta; Bolívar lo denominaba “El mejor orador de América”.
Durante La Campaña de Carabobo. El sacerdote y coronel barquisimetano Andrés Torrellas, deserta de las fuerzas realistas y se incorpora a finales de 1820 a las filas republicanas. El vicario del ejército libertador en la batalla de Carabobo fue el Sacerdote y Doctor Ángel Briceño.
Durante las reuniones a propósito de La Constitución de Cúcuta sancionada el 30 de agosto, fue firmada por ocho sacerdotes a saber: Vicente Maya, Ramón Ignacio Méndez, Luis Ignacio Mendoza, Ignacio Fernández, pena, Francisco Ribas, José Félix Blanco, Antonio Briceño Altuve y Rafael lasso, panameño, amigo del Libertador.
Así miso, es deber recordar a los sacerdotes que se encuentran en el Panteón Nacional: sacerdote José Vicente Unda, monseñor Ramón Ignacio Méndez, presbítero y general de división José Félix blanco y monseñor Francisco Ibarra, primer arzobispo de Venezuela.
Además de recordar a otros distinguidos sacerdotes: Monseñor José María Esteves, fue designado vicepresidente del Congreso Admirable reunido el 20 de enero de 1830, en Bogotá; con tal investidura, fue enviado con el general Sucre a entrevistarse con Páez para evitar la disolución de la Gran Colombia, los resultados fueron negativos.
El 10 de diciembre como Obispo de Santa Marta, le suministró los últimos auxilios religiosos al Libertador en San Pedro Alejandrino, el Sacerdote Hermenegildo Barranco, cura de Mamatoco, población cercana a San Pedro Alejandrino, acompañó a Bolívar el 17 de diciembre de 1830 en sus últimos momentos.
Monseñor Macario Yepéz, ilustre prelado barquisimetano, ofició misas en memoria del Libertador, a la llegada de sus restos el 17 de diciembre de 1842. Este, debido a la cólera que azotaba a Barquisimeto, sacó a la virgen de La Divina Pastora por primera vez en procesión el 14 de enero de 1856.
El Sacerdote Antonio José de Sucre, sobrino del Gran Mariscal de
Ayacucho, el año 1893, el presidente Joaquín Crespo lo envía con carácter
Plenipotenciario a Quito-Ecuador, a tratar de localizar y traer los restos del
“Abel de América”. Dejó sus restos el 17 de julio de 1895 en Guayaquil, sin
poder conseguir los del ilustre Mariscal.
Vale destacar que muchos de los protagonistas del proceso de emancipación que declararon la independencia del país fueron formados en el seno del propio seminario, hoy la Ilustre Universidad católica Santa Rosa.
En tal sentido, valla el exhorto a esa digna institución, como a todas aquellas con responsabilidad formativa a seguir labrando el futuro de tantos venezolanos, con el amor, la paciencia, la constancia, y sobre todo en la Fe, elemento fundamental de la ecuación del hombre de bien.
Es cuanto… Señoras…Señores.
Bibliografía consultada
· º
Fuguet B. Eumenes; Pinceladas Religiosas, Fondo Editorial del Estado
Carabobo, 2012
· º
Biblioteca de la Academia Nacional de Historia, Documentos para la
Historia de la Iglesia Colonial en Venezuela, tomo II, Caracas 1965.
· º
El Misionero, Órgano de interés de la Sociedad de Hermanos de la Caridad,
Nº 69, año 20 Barranquilla, Colombia, ISSN 1657-3064.
· º
Memoria del Congreso Internacional Bolivariano, Caracas 1985
· º
Presidencia de la República; Documentos Que Hicieron Historia,
Ediciones Conmemorativas del Sesquicentenario de la Independencia, Caracas
1962.
José Rafael Otazo M.
---------------------
Profesor Universitario.
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Profesor Universitario.
Miembro Correspondiente de la Academia de la Lengua, capitulo Carabobo.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de La Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de La Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.
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